Capítulo 91. La fotografía, y la cercanía entre ambas.

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Alana lucía radiante con un bonito vestido algo ajustado a su curvilíneo cuerpo, con un escote muy insinuante y una sensual abertura que mostraba más de la cuenta su muslo izquierdo, además de llevar unas sandalias muy finas con un tacón de vértigo. La ocasión lo requería.

Al igual que le pasó a Laila, lo primero que vio la oncóloga fue a la profesora. Ella también destacaba entre todos los allí presentes. Cómo no hacerlo si la joven estaba guapísima para el gusto de Alana. Sin ninguna duda, era la mujer más guapa que había visto jamás. Además, los brillantes y preciosos ojos de la chica se quedaron hipnotizados mirándola fijamente. Sólo existían ellas dos en esa gran sala llena de gente. Pero a Alana le llamó la atención que la joven llevara el cabello extremadamente corto. No sabía en qué momento se lo cortó, pero tuvo que reconocer que aún así estaba divina. Daba igual cómo de larga o corta llevara la melena, Laila destacaba sin ni siquiera quererlo ni esperarlo ella.

Ambas mujeres mantuvieron las miradas como pudieron, porque estaban muy nerviosas al haberse vuelto a ver. Laila no esperaba que su oncóloga fuera al estreno de su obra, aunque ella misma formara parte de la misma. Creía que era insignificante para Alana, además de recordar que la última vez que se vieron fue ella la que le dijo a la doctora que no tenían nada de qué hablar.

A Alana la inmaculada sonrisa de Laila le traspasó el corazón. La dejó completamente embelesada, y es que la profesora se había alegrado mucho de verla allí, y no había podido evitarlo ni disimularlo.

-Alana…Ya veo que has visto a Laila, y ella también te ha visto a ti. Y se ha cortado el cabello, pero sigue estando preciosa, ¿No te parece? - le dijo Raquel a su amiga sin poder quitar la mirada de la artista. Ésta también reparó que la oncóloga iba acompañada por su amiga.

-Raquel, Laila es guapísima, con o sin melena. Tienes razón, está preciosa. Esta noche va a triunfar y va a robar más de un corazón.

-De eso estoy más que segura, Alana. Y tu corazón hace tiempo que le pertenece… - le dijo Raquel a la oncóloga. Sabía perfectamente que su amiga bebía los vientos por esa joven y lo que había entre las dos, era algo mágico y muy especial.

-¿Qué te parece si vemos los cuadros de Laila y luego vemos cómo acaba la obra, Raquel?

-Claro, vamos. Laila está ahora ocupada hablando con unos y con otros, cuando se desocupe, se acercará a ti seguramente. Vamos.

Mientras Laila seguía hablando con futuros clientes y entendidos sobre sus pinturas, las dos mujeres recorrieron por orden los cuadros de la artista. Raquel, que aún no había visto ningún cuadro de la joven, se quedó ensimismada con los mismos. La forma tan única de Laila de pintar le había encantado y al igual que Alana, pensó que iba a llegar muy lejos con sus pinturas.

Hasta que llegaron al final de la obra, y Raquel se quedó absorta mirando bien la fotografía. Sabía perfectamente que la modelo de la fotografía era su amiga. Y mientras se fijaba bien en lo que sus ojos estaban observando, sonrió para sus adentros.

-Alana…¿Qué sentiste cuando Laila te pintó? Joder, se debió de pegar muchísimo tiempo pintándote. Qué suerte la tuya haber sido la modelo de una artista como ella.

-Él día que me pintó, fue el mejor día de mi vida, Raquel. Nunca pensé que llegaría un día en el que yo me dejaría pintar por alguien, con lo pudorosa que soy. Pero, ya ves, llegó Laila a mi vida y mis esquemas se rompieron completamente. Ella es capaz de hacer magia con sus dedos, y no sólo me pintó con pinceles, también lo hizo con ellos. Mi cuerpo se erizó al momento de sentirlos, y en la vida había tenido una reacción tan instintiva y divina. Es algo difícil de explicar con palabras. María no me ha hecho sentir ni la mitad de lo que he sentido con Laila. No tienen ni punto de comparación. Gracias a ella, me he dado cuenta que he estado perdiendo el tiempo con María.

-Me alegro de eso, Alana. Sabes, lo peor de todo es que si no hubieras conocido a Laila, seguramente aún seguirías con María. Y eso es lo triste. Tú vales demasiado como para seguir con una mujer como ella. Espero que todo ésto te haya servido para darte cuenta de lo que tú vales y de que solo vives una vez, Alana.

-Lo sé y tienes razón. Ahora estaré un tiempo sola, así puedo estar tranquila y a gusto conmigo misma. Lo necesito. Sé que he hecho el tonto al lado de María, y si te soy sincera, prefiero no verla.

-Me parece bien, mientras Laila se cura, que tú te tomes un tiempo de estar sola. Ya tendréis tiempo de estar juntas.

-¿Tú crees que ella me va a esperar?

-Bueno, en realidad ella necesita ese tiempo al igual que tú. Tiene una enfermedad y se tiene que enfrentar a ella. Para darlo todo contigo, necesitará estar al cien por cien y ahora mismo no lo está, Alana. Ambas necesitáis ese tiempo.

-Lo sé…Pero si te soy sincera, me muero por volver a estar a solas con ella. Es un suplicio lo que estoy viviendo, es horrible verla y no tenerla.

-Para ella será exactamente lo mismo, pero debéis ser pacientes, Alana.

Ambas mujeres siguieron hablando hasta que Raquel se tuvo que ir al baño, dejando sola a Alana. Ésta se quedó mirando fijamente la fotografía de su cuerpo pintado, cuando de repente el mismo se enderezó inexplicablemente, al sentir una melodiosa voz detrás de ella. Su corazón comenzó a latir todavía más rápido de lo que ya lo estaba haciendo.

-Sabes…La fotografía se ha vendido nada más empezó la exposición…- le dijo Laila al oído a la oncóloga, a modo de susurro. La joven se encontraba detrás y muy pegada a ella, mientras inspiraba el delicioso aroma del cabello de la mujer que tenía delante de ella. Ambas mujeres sintieron cómo sus cuerpos hablaban entre ellos, porque ambos estaban a punto de explotar si había un mínimo de contacto entre los dos.

Matices y colores (8° Historia)Where stories live. Discover now