Capítulo 30. La charla con Pilar.

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-¿Café con leche, Pilar?

-Sí, gracias. Estaré poco, porque en nada debes irte. Ponle azúcar también, por favor.

-Tranquila, me duché rápido y aún tengo un poco de tiempo. Hoy empiezo las clases más tarde - además debía hablar con la directora del instituto para comentarle que debía cogerse la baja por unos días para poder ir a la operación, y luego para estar unos días en casa recuperándose. Laila sabía que se le iba a hacer cuesta arriba no poder impartir sus clases. Ella disfrutaba mucho ofreciendo a sus alumnos todo lo que ella sabía, que no era poco.

-Bueno, Laila, tú dirás. Por cierto, estoy encantada de poder tomarme un café contigo.

-Gracias, yo también estoy feliz de invitarle. Y tiene razón, Pilar, esa mujer me gusta y mucho. Nunca antes me había llamado la atención alguien. He tenido mis rollos, pero reconozco que la doctora Del Olmo me atrae como un imán. Y mire que somos de dos mundos opuestos. Ella es una mujer a la que le van los lujos, y yo soy todo lo contrario. Pensaba que era estirada y arrogante, y conforme la he ido conociendo me he dado cuenta que es un amor. Y luego lo guapa que es...

-Laila, pero...Tu amiga, ¿Tiene alguna enfermedad? Porque para que tenga que visitar tanto a la doctora...Porque tú no la conoces sólo de una visita.

Laila miró fijamente a Pilar a los ojos. Joder, estaba en todo. No sabía cómo iba a salir de esa, eso le pasaba por mentir. Si le hubiera hecho caso a Isabel, en ese momento Pilar y ella estarían hablando de otra cosa.

-Pilar, no me apetece hablar mucho de eso. Prefiero hablar de lo que siento por esa mujer.

-Ah, perdóname, a mí también me interesa que tú estés bien. Y a esa mujer la vuelves loca. Te mira con unos ojos que la delatan, Laila.

-Pilar...Ayer me dijo que tenía pareja. Así que me temo que entre ella y yo no habrá nada. La doctora no está por la labor. Entre que ella tiene novia y que pensará que somos muy diferentes...Creo que lo mejor es no hacerme ilusiones con ella, es la primera vez que siento algo de este calibre por alguien y no sé cómo gestionarlo. Me duele el corazón de sólo pensar en ella y saber que se acuesta con su novia y no lo hace conmigo...

-Visto así...Yo creo que ella terminará dejando a su novia. Está claro que tú le gustas y mucho. Su novia no le debe de gustar como lo haces tú.

-No lo sé, pero ya le digo que prefiero no hacerme ilusiones. Pilar, sabe, me han contratado para exponer en una galería conocida de Sevilla.

-¿Ah, sí? Eso sí son buenas noticias. Me alegro mucho por ti. Tienes que volar cariño, tus pinturas las deben ver por todo el mundo, no sólo aquí.

-¿Usted cree?

-Sí lo creo, y soy objetiva.

-Pilar...A la heredera de la galería le gusto. No para de decírmelo siempre que puede. Llevamos unos días quedando para preparar todo, y ella quiere pasar más tiempo conmigo, pero yo le pongo excusas porque sé que no voy a salir nunca con ella. Me gusta la doctora, no ella.

-Bueno, Laila, en estos tiempos tan modernos, le puedes dejar las cosas claras a esa chica y divertirte con ella. Mientras le quede todo claro...Tú no tienes pareja y no le debes ninguna explicación a nadie. Eres una mujer libre.

-Sí, lo sé. Pero no sé si soy capaz de eso. De disfrutar por ejemplo sólo del sexo. Sabe, yo necesito sentir más para llegar tan lejos con alguien. Como usted ha dicho, no soy de traer a mi casa a una mujer cada noche. Si por mí fuera, traería todas las noches a la doctora...

-¿Y por qué la llamas doctora? ¿No tiene nombre o qué?

-Se lo he preguntado un par de veces pero ella me esquiva. No me lo quiere decir.

-Bueno Laila. Quizás debas adaptarte a los tiempos que corren, y disfrutar más de lo que te brinda la vida. Y si ahora tienes a tiro a esa chica de la galería, le puedes dejar claro las cosas y pasar buenos ratos con ella. Haciendo lo que ambas queráis...

-No lo sé...Tendría que estar muy a gusto con ella para dejarme llevar un ápice.

-Eso lo irás viendo tú conforme pases tiempo con ella.

-Pilar, no sabe lo bien que me vienen sus consejos. Además, usted, a pesar de su edad y de lo que ha vivido cuando era joven y en el tiempo en el que le ha tocado vivirlo, tiene la mente muy abierta, y con personas así da gusto estar.

-Ay Laila, la necesidad que tenemos todos de que respeten nuestros gustos, nuestras ideas, opiniones...No hay nada peor que alguien te juzgue por algo que has hecho. Eso está muy feo. Te veo a ti, cariño, y me encanta el valor que le das a ser libre. Cómo te respetas a ti misma y haces siempre lo que te gusta y lo que quieres, sin lastimar a nadie. Y yo...Ojalá ahora tuviera tu edad, otro gallo cantaría...

-Pensamos igual, Pilar, por eso nos llevamos tan bien. Yo me quiero completamente libre, ya esté sola o compartiendo mi vida con alguien. Me alegro muchísimo de coincidir con usted. Bueno, ahora sí me tengo que marchar.

-Claro, yo llamaré al señor Mateo para dar nuestro paseo matinal. Y nada, espero que me sigas contando cómo te va con esa doctora, como también espero que consigas que te diga cómo se llama, y luego lo compartas conmigo - le dijo la anciana riéndose.

-Claro que sí. Ya lo verá - Laila sabía que aún tardaría en conocer el maldito nombre de la doctora, porque en todo lo que quedaba de semana no la iba a ver, luego vendría la operación y suponía que la vería una vez operada. Prefería no pensar en que no la iba a ver en unos días y encima debía pasar por esa operación. Le aterraba pensar que debía pasar por un quirófano, y más miedo le daba pensar en lo que pudieran encontrar los cirujanos oncológicos en su interior, ella quería seguir viviendo su vida como hasta ahora, pero sabía que la disfrutaría más pausada pero intensamente si al final llegaba a curarse completamente.

Laila se despidió de Pilar y se fue hacia el instituto en su bicicleta. Lo primero que haría nada más llegar, sería hablar con la directora. Como ésta ya estaba al tanto de todo, y le había apoyado en todo lo relacionado con la enfermedad, Laila hablaría con ella tranquilamente.

Matices y colores (8° Historia)Where stories live. Discover now