Capítulo 43. En la habitación con doña Pilar y con la doctora.

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El cirujano les dio buenas y esperanzadoras noticias a las dos mujeres, y doña Pilar tuvo que hacer mucho acopio de su autocontrol para no dejarse llevar por el llanto. Tenía mucha tensión encima producto de la espera por la operación de Laila. Si a esa chica le ocurría algo, ella ya no tendría ningún motivo de seguir viviendo, y conociéndose, seguramente terminaría por rendirse.

El hombre las mandó esperar a la paciente de nuevo en la habitación, y ambas mujeres regresaron a planta con una mezcla de alegría y cierto nerviosismo, por saber que había salido todo bien y porque en unos minutos iban a poder ver a Laila. La anciana estaba contando los minutos para poder abrazarla.

Al rato, el celador apareció en la habitación con Laila acostada en la cama, y acompañada de las enfermeras de planta. Debían tomarle las constantes después de haber sido operada y haber esperado en el postoperatorio para regresar a planta.

Para doña Pilar e Isabel el tiempo de espera se les hizo interminable. No veían el momento de por fin ver a la joven, pero entendían que hasta que las constantes de Laila no estuvieran estables, no la podían pasar a planta.

Cuando doña Pilar vio la cama acercarse a ella, sólo pudo sonreír e intentó evitar derramar alguna lágrima que otra. La mujer estaba hecha un manojo de nervios. Pero Isabel no se quedó atrás.

-Ya tenemos aquí a nuestra preciosa paciente, se ha portado como una auténtica campeona - dijo una de las enfermeras - por cierto, el doctor ya habló con ustedes, ¿Verdad?- la mujer les preguntó a doña Pilar y a Isabel - ha salido todo estupendamente. El doctor vendrá a verla antes de acabar su turno. Quiere asegurarse de que Laila está perfectamente. Y ahora le tomaremos las constantes.

-Muchas gracias, señorita - le contestó Isabel a la mujer. Ésta debía rondar los cincuenta años y era una enfermera muy amable y alegre.

Laila por fin vio a Isabel, pero aún no había visto que ésta estaba acompañada, aunque sabía que había alguien más porque la enfermera había hablado en plural. Cuando alguien cogió su mano sorpresivamente y con demasiada delicadeza, el corazón de Laila se agitó. Al tacto con esa piel arrugada y suave supo, sin ninguna duda, que se trataba de doña Pilar, y la que no pudo evitar echar alguna que otra lágrima, fue ella. No podía creerse que la anciana estuviera con ella en su habitación, después de haber sido operada. Era lo que había estado soñando las últimas noches, y el recurrente sueño se había cumplido.

-Doña Pilar…¿Qué está usted haciendo aquí? No debería estar aquí…- dijo Laila con un nerviosismo visible en su temblorosa voz.

-Cariño, descubrí qué era lo que tenías y supe esta mañana cuando vi el tamaño de tu mochila que no te ibas de viaje. Lo siento. Por lo que vine al hospital y mientras estaba preguntando en admisión, me encontré con la doctora Del Olmo. Ella se acordaba de mí perfectamente, fue muy amable conmigo.

-La que lo siente soy yo, por haberla mentido…- cuando escuchó el apellido de la doctora, Laila se tensó en la cama. ¿Qué le habría dicho la mujer a la anciana?

Las enfermeras salieron de la habitación después de haberle tomado las constantes. Esas dos mujeres debían hablar de cómo habían ocurrido ciertas cosas y ellas sobraban. La que no se fue, fue Isabel.

-Laila…Reconozco que me duele que no hayas contado conmigo para compartir lo de tu enfermedad, pero estoy segura que lo hiciste para protegerme.

-Sí, Pilar, no quería que usted sufriera por mí.

-Laila, lo iba a hacer igual…Además, la enfermedad que tienes va a terminar por provocarte cambios en tu cuerpo. Lo iba a terminar descubriendo tarde o temprano.

-Tiene razón…Pero…¿Cómo lo ha sabido?

-Tenía una carta en mi buzón. No me fijé bien si iba dirigida a mí, simplemente la abrí porque di por hecho que era para mí al estar en mi buzón. Y resulta que no era así, era para ti.

Ahora entendía Laila por qué Pilar comenzó a preocuparse tanto por ella y le hacía la comida diariamente.

-Lo siento si fue así…Una carta de esa índole no pueden echarla en el primer buzón que ven, viendo que proviene del Hospital General. Igualmente, gracias.

-Laila, ahora que lo sé, quiero estar a tu lado, pase lo que pase. No me alejes, por favor. Tengo todo el día del mundo para ayudarte y hacerte compañía.

-Vale Pilar, no la voy a alejar. Iremos viendo cómo va avanzando todo.

Pilar intentó abrazar a la joven, pero finalmente le dio un tierno beso en su mejilla. Aún no le había soltado la mano. La que terminó por acercarse a la cama, fue Isabel. También quería estar para su amiga. Posó su mano en la pierna de Laila y le preguntó emocionada cómo se encontraba.

-Gracias Isa por estar aquí conmigo.  Ahora mismo estoy bastante adolorida.

-Poco a poco Laila. Estás recién operada. Ahora se pasará el cirujano para comentarnos más detenidamente cómo ha ido la operación.

-Estoy contenta, me dijeron que había salido mejor de lo que esperaban. Y que ya mi doctora me pondría el tratamiento pertinente.

-Eso son buenas noticias.

Cuando seguían hablando las tres mujeres, alguien tocó a la puerta, y Laila se imaginó que sería el cirujano que la había operado, pero cuando vio que el hombre no venía solo, se removió intranquila en su cama. Iba acompañado de la doctora Del Olmo. Ésta, aunque se le veía algo nerviosa, mostró a las tres mujeres una sonrisa hermosa muy tranquilizadora. La mujer iba con las manos en los bolsillos de su bata, y para el gusto de Laila, estaba preciosa con su cabello recogido en una coleta y con algo más de maquillaje del que se solía poner de normal. Además, a la joven aún le dio tiempo de fijarse en cómo iba la oncóloga. Llevaba una fina blusa blanca debajo de la bata y unos vaqueros ajustados a sus bonitas piernas, acompañados por unas sandalias muy finas de tacón. Laila tragó saliva. Sólo esperaba no quedarse a solas con ella, pero no contaba con que la doctora quisiera y necesitara tener a Laila para ella sola, por lo que la mujer haría lo necesario porque su colega, doña Pilar y la amiga de Laila salieran de la habitación.

Matices y colores (8° Historia)Where stories live. Discover now