Capítulo 64. En la cafetería del hospital.

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Cuando llegó Alana al parking del hospital, justo recibió un mensaje de Raquel, diciéndole que estaba en la cafetería del hospital, por si podía pasarse y así se veían mientras tomaban un café. A la oncóloga le pareció buena idea porque necesitaba desayunar algo. Tenía el estómago vacío y además se le sumaban los nervios que le provocaba el ver en unas horas a Laila. Necesitaba tener la cabeza ocupada si no quería llegar a morderse las uñas.

Alana se dirigió directamente a la cafetería y pudo ver de lejos a Raquel tomándose un café. Fue a la barra a pedir algo para desayunar, y cuando le sirvieron, pagó y se acercó donde estaba su amiga.

-Hola Raquel, buenos días.

-Hola Alana, oye, hoy vienes muy informal pero reconozco que estás guapísima. Aunque al trabajo nunca vienes así…¿A qué se debe este cambio?

-Me apetecía ir sencilla, sólo eso. A veces me cansa ir siempre con tacones y traje. Además, vistiendo así también me veo bien. Estoy cansada de tener que vestirme elegante para los demás.

-Ya, entiendo… ¿No tendrá algo que ver que hoy vas a ver a una paciente que te lleva loca y que encima es la mujer más sencilla que tú te hayas echado a la cara? Que por cierto…Es guapísima, Alana, su cara sale por toda la ciudad, va a presentar su obra en la galería Zurita. ¿Vas a ir a ver su obra a la galería? A mí sí me apetece ir a verla. Me gusta mucho el nombre que le ha puesto. Esa chica no sólo es hermosa por fuera, por dentro lo debe ser más. Es demasiado humilde y sencilla, y sus ojos…Deben tener a toda la ciudad eclipsada.

Alana tragó saliva. Sabía que Raquel tenía razón en cómo había descrito a Laila. Ella misma estaba eclipsada por la profesora. Estaba contando los minutos que le quedaban para verla. Todo lo que esa mujer despertaba en ella era algo inaudito y sobre todo, muy especial.

-Sí, iba conduciendo esta mañana y me fijé en una marquesina de una parada de autobús en la mujer de la foto, y estoy contigo, es preciosa. Sabes, tengo muchas ganas de acompañarla el día de la presentación. A ver, la obra trata sobre la enfermedad que ella padece, yo soy su oncóloga, perfectamente puedo estar ese día con ella, ¿no crees?

-Por supuesto que lo creo. Es una manera de apoyar a tu paciente. Yo también quiero ir, podríamos ir juntas.

-Ese es el problema, Raquel, que no sólo es mi paciente. Y sí, podemos ir juntas. Tengo muchas ganas de acompañarla. Aunque…Si vamos, seguramente apenas nos podrá hacer caso. Todos querrán hablar con ella.

-Bueno, no todos son Alana Del Olmo…Así que ya verás que sí nos hará caso. Por eso estate tranquila.

-Por cierto, Raquel, no quiero seguir con María. Y bueno, ya he intentado un par de veces decirle que lo nuestro no funciona, pero ella insiste en que sigamos juntas.

-¿Qué? Alana, da igual que ella te insista. Una relación es cosa de dos, no sólo de una. Si tú quieres dejar a María, hazlo, yo te apoyo, ya lo sabes, y es más…Cuando la dejes, vamos a salir a celebrarlo. Tú vales más que esa mujer, aunque tenga estudios y haya llegado lejos profesionalmente, es una mujer muy rudimentaria y básica. Tú no eres así, y ella no te trata como te mereces.

-Gracias Raquel. Tienes razón, ella muchas veces es una mujer bruta y no es nada delicada. Estoy ya cansada, somos dos mujeres muy diferentes - la oncóloga no quería profundizar más en el tema, porque Raquel no la aguantaba, sin llegar a saber todo lo que estaba viviendo a su lado en cuanto a abusos y malas formas. Alana nunca le contó que María se acostaba con otras mujeres cuando salía por las noches con sus compañeros, como tampoco le contó que le había agarrado varias veces de la muñeca haciéndole daño y dejándole marcas.

-Ya era hora de que abrieras los ojos, amiga. Por fin vas a saber lo que es la felicidad, pero al lado de otra mujer.

-Bueno, no vayas tan deprisa. Ella no me lo va a poner nada fácil.

-Joder, tendrá que entender cómo están las cosas entre vosotras y sobre todo, respetar tu decisión. Si no quieres seguir con ella, no vas a seguir, y punto. Perdona que haya alzado la voz, pero es que me pone enferma, Alana.

-Te entiendo, Raquel y también entiendo que estés enfadada o decepcionada conmigo…Sabes, nunca pensé que acabaría metida en una relación así. De pequeña pensaba que encontraría a la mujer de mis sueños y siempre sería feliz con ella. Y ya ves cómo he acabado. Sólo he conseguido alcanzar mis sueños profesionales, porque los personales, nada de nada.

-Alana, tú no tienes la culpa. Ella te ha engañado poco a poco. Yo recuerdo que ella era maravillosa contigo, hasta que comenzó a tener malas formas y maneras contigo. Todo cambió no sé cuándo. Pero si sé que fue progresivamente, es una maltratadora, y ha sabido cómo hacerlo para que terminaras dependiendo de ella emocionalmente. Así que no vuelvas a culparte por estar con alguien así.

-Gracias por apoyarme, Raquel.

-Me importas, te quiero mucho y sé lo que vales. Sólo es eso, Alana.

-Bueno, tengo que pasar por planta y ver a varios pacientes. ¿Hablamos más tarde?

-Claro, escríbeme y cuéntame cómo te ha ido con tu paciente estrella, por favor.

-A ver cómo le sienta lo que le voy a decir con respecto a lo que tiene y el tratamiento que le espera.

-Ten tacto con ella, por favor - Raquel no preguntó más porque sabía que esa información era confidencial entre médico y paciente.

-Lo tendré.

Alana salió de la cafetería algo más tranquila. Le venía muy bien hablar con su amiga, y esa vez había decidido ser sincera con ella con respecto a lo que pensaba hacer en cuanto a María y a la relación que tenía con ella. Había llegado el momento de pensar en sí misma y de tomar decisiones que iban a afectar a su vida personal.

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Se vienen capítulos buenos...Aviso.

Matices y colores (8° Historia)Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora