Capítulo 111. Cambios...

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Los días pasaron y Laila estaba con los ánimos estrepitosamente bajos, pero debía seguir hacia delante tanto con las clases en el instituto como con sus pinturas. No le quedaba otra, si no quería pensar en su oncóloga, debía estar ocupada todo el tiempo posible. Porque si le venía a la cabeza la mujer en algún momento dado, la profesora se derrumbaba. Ella misma prefería estar ocupada con sus clases y sus pinturas. Era una manera de evadirse tanto de la enfermedad como de la tristeza que le daba el pensar en Alana.  

Laila no tardó en pedir al hospital que le cambiaran de oncólogo alegando que había tenido alguna que otra diferencia con su actual oncóloga, aún reconociendo que la médica había hecho un trabajo excelente con ella, y que la culpa más bien era suya. No quería perjudicar a Alana de ninguna de las maneras. 

En cuanto a las clases en el instituto, sus alumnos la necesitaban, y ella a ellos también, por lo que volvió al instituto para llevar a cabo lo que mejor sabía hacer, que era enseñar a esos chavales todo lo que ella sabía acerca de la pintura y de la vida misma. Había días que le costaba levantarse de la cama, pero cuando estaba con sus alumnos, todos los males físicos que tuviera, los aguantaba estoicamente y en silencio. 

Por las tardes, y los fines de semana, se dedicó a pintar horas y horas mientras los encargos que le hacían se iban acumulando. Siempre con la compañía de su más fiel compañero,  Matiz. Por fin era una artista de renombre. Muchos entendidos del arte querían tener colgados en las paredes de sus casas algún cuadro de la joven artista. De hecho, Laila no daba a basto con todo lo que le habían pedido. Tenía pedidos en una larga lista de espera. Igualmente sus ingresos crecieron rápidamente. Por lo que pudo ayudar a doña Pilar con el alquiler de su vivienda sin ningún tipo de problema. Su vecina nunca más tendría problemas económicos mientras ella viviera. 

Era raro que el nombre de la artista no saliera a relucir en algún medio de comunicación local o nacional incluso. Pero no sólo se le nombraba por sus increíbles y costosas obras, sino que también comenzaron a especular sobre su vida personal. Querían saber cómo iba la artista con su enfermedad pero también a la gente le interesaba conocer todo lo relacionado con su vida amorosa, por lo que no tardaron en buscarle alguna que otra novia. Y cómo no, el nombre de Laura Zurita resonaba por todas partes. 

Viendo el cariz que estaba tomando la situación, Laura se ofreció para ser la representante de Laila, y ésta como estaba muy abrumada y perdida por todo lo que se le estaba viniendo encima, accedió a que la galerista la representara. Lo que hizo que ambas mujeres siguieran manteniendo su relación laboral. Y aún se veían más que antes. La galerista no podía estar más feliz, y de hecho, cada día que pasaba, sentía más por la profesora. Era inevitable que la mujer se fuera enamorando poco a poco de Laila, aunque ésta no estuviera por la labor de comenzar una relación con su representante. Aún seguía amando a Alana y no podía quitársela ni de su cabeza ni de su corazón. Y sabía que si la oncóloga no era para ella, le llevaría tiempo alejarla de sus pensamientos.

La siguiente quimioterapia llegó. Al día siguiente tenía cita bien temprano en el hospital de día. Y Laila no tenía ganas de nada. Pero debía ser fuerte y seguir con el tratamiento. Ya le habían dado cita con su nuevo oncólogo y esperaba que éste le diera buenas noticias. Por lo menos en cuanto a la salud, sí esperaba que fuera todo bien.

Alana llevaba tiempo sin ver a la profesora, aunque cada vez que leía alguna noticia sobre ella, se alegraba sabiendo que sus obras se vendían como churros, y que con ello Laila estaría muy ocupada y no tendría tiempo para pensar en ella. Era una manera de pensar en lo que le convenía a la profesora. Pero se entristeció al leer que Laura y ella podían haber comenzado una relación, y no sólo profesional. Le asqueaba el pensar que la galerista pudiera terminar ocupando el corazón de la mujer que ella amaba. Para colmo había comenzado a representarla, por lo que estaba claro que se estarían viendo casi a diario, lo que haría posible que entre ellas terminara surgiendo algo. La oncóloga no podía estar más apagada por culpa de esa información que nunca quiso haber leído en ningún sitio. Aunque Laila le dijera que la amaba, sabía perfectamente que los sentimientos eran transitorios y que poco a poco podía terminar sintiendo algo por Laura, porque además ésta era una mujer muy atractiva y con don de gentes. Y para colmo, María no dejaba de acosarla. Ésta quería volver con ella quisiera Alana o no. Pero la oncóloga no iba a dar su brazo a torcer. 

Cuando Alana pasó por la papelería del hospital, no pudo evitar ver una revista donde se veía en la portada a Laila junto con Laura muy juntas, y rápidamente se le removió el estómago. Decidió pasar de largo y terminó dirigiéndose directamente a los primeros servicios que encontró. Su corazón iba por libre y comenzó a latir con una energía inusual en su pecho. Sin poder evitarlo, comenzó a llorar. Estaba perdiendo a Laila y lo peor de todo es que no podía hacer nada. 

Cuando por fin consiguió controlar el llanto, se limpió el rostro como pudo y se dirigió a su consulta. 

Nada más entró, y cuando estaba colgando su fina chaqueta en el perchero, el teléfono de la consulta sonó. Era el oncólogo que iba a llevar a Laila a partir de ese momento. Él sabía que la artista era paciente de la doctora Del Olmo, por lo que la llamó para preguntarle qué había pasado entre ellas para que la paciente hubiera cambiado de profesional, pillando a Alana por sorpresa. Ésta, ni en sus peores sueños pudo imaginar que Laila quisiera prescindir de sus cuidados como doctora, lo que hizo que se dejara caer bruscamente en su silla de trabajo cuando su colega se lo comunicó. 

Cuando colgó la llamada, y sin más demora, Alana llamó a Raquel y le pidió que fuera a su consulta cuanto antes, por lo que ésta no tardó ni cinco minutos en acudir al ver el estado de agitación en el que se encontraba su amiga. 

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La historia continua en Matices y Colores (Continuación)

Matices y colores (8° Historia)Where stories live. Discover now