Capítulo 23. La esperada llamada.

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Los días fueron pasando y para Laila habían sido algo caóticos y difíciles de llevar. Andaba liada preparando la próxima exposición en la galería Zurita, pero además los dolores se habían intensificado, como también noche tras noche el insomnio la estaba acompañando con desesperación. Ella esperaba con ansias la llamada de la doctora Del Olmo para confirmarle el día que la iban a operar. Aunque se le estaban haciendo eternos los días, ella no sabía que la oncóloga estaba haciendo lo imposible para colar a Laila en algún hueco libre que hubiera en el quirófano. Se moría de ganas de verla, pero a la oncóloga también se le estaban haciendo los días muy largos. Además, cada día que pasaba, ésta soportaba menos a María. La abogada seguía tratándola igual que antes. Nada había cambiado entre ellas, y Alana ya se estaba comenzando a cansar de llevar todo el peso de esa relación que sabía perfectamente que iba a terminar por el mal camino. Cada día tenía más claro que iba a terminar por dejar a la abogada. No era feliz con ella y a su lado se sentía como un despojo humano. Ella no había llegado tan lejos profesionalmente para terminar al lado de una mujer como María. Debía esforzarse también por ser alguien en su vida personal, no sólo profesional. De forma inconsciente, se fijó en cómo era Laila y en cómo había triunfado esa mujer a nivel personal, y Alana quería ser como ella. Necesitaba aprender a quererse así misma, porque sabía que sólo así podría ser feliz. 

Por fin la llamada de la doctora Del Olmo llegó, una tarde de octubre algo calurosa. Laila estaba absorta pintando su actual cuadro, cuando su teléfono móvil comenzó a sonar. Al ver un número largo en su pantalla, su corazón comenzó a latir con más rapidez, porque sabía que ese número era del hospital, y más concretamente la llamada sería de su oncóloga. 

-Hola, ¿Laila?

-Hola doctora.

-¿Te pillo en buen momento?

-Sí, estaba pintando, tranquila - le dijo la profesora con las manos llenas de pintura, y por consiguiente, manchando el teléfono móvil de colores.

Alana se imaginó a Laila con una vieja camiseta de tirantes, llena de pintura, pero también con sus brazos y piernas desnudos con multitud de colores distribuidos por toda su piel desnuda, y de pensar en esa maravillosa y excitante imagen, se removió nerviosa en su silla.

-¿Y se puede saber qué pintas, Laila?- a la doctora le picó la curiosidad de saber qué estaba pintando su paciente. Además, quería alargar la conversación porque le costaba un mundo colgar la llamada.

A Laila le sorprendió gratamente que su doctora se interesara por lo que estaba pintando, ¿acaso le gustaba el arte? O quizás simplemente quiso ser educada con ella. Laila, al igual que la oncóloga, también quería alargar esa conversación, porque llevaba días sin saber de la doctora y de alguna manera la había echado de menos. 

-¿Le interesa el arte, doctora?

-Me interesa lo que estás pintando tú, Laila - le contestó la doctora de forma coqueta e inconsciente.

-Sabe, la enfermedad está pintando por mí. Me estoy dejando llevar por lo que siento ahora que me encuentro enferma, y sale lo que sale,unos cuadros llenos de muchas emociones juntas. 

-Vaya, me imagino que esas emociones pasarán por muchos matices, ¿Verdad?

-Sí, eso es, doctora.

-Algún día me gustaría conocer tu obra, Laila - Alana no tenía ni idea de que la exposición de los cuadros de la profesora estaba cada vez más cerca, pero Laila prefirió no decirle nada, quizás la doctora sólo estaba siendo cortés y amable con ella.

-Claro, algún día se la puedo mostrar.

-Te tomo la palabra. Por cierto, ya tenemos fecha para la operación. Ahora te diré las pruebas que debes hacerte para el preoperatorio - Alana esperó a que su paciente contestara, pero ésta no lo hizo - Laila, ¿estás bien?

-No sé cómo estoy, doctora, ésto es un cúmulo de sentimientos encontrados, hoy estoy bien y mañana estoy mal, otro día no tengo ánimo ni fuerzas ni para salir de la cama, y así sucesivamente. Pero qué le voy a contar a usted que no sepa…¿no?

-Laila…Creo que tú tienes mucha suerte siendo profesora de arte. Tienes la dicha de poder expresar lo que sientes con la pintura. Es una manera de canalizar el dolor, la rabia y la ira que sientes. Otros pacientes se dejan llevar por la depresión, porque no tienen la manera de sacar lo que llevan dentro.

-Tiene razón, doctora. Sé que soy una mujer muy afortunada y lo valoro mucho, sólo me gana el dolor físico que siento, nada más. El dolor emocional ya hago por controlarlo a mi manera. Pero el físico… Es el que se me escapa.

-Eres una mujer con una fortaleza interior que llama la atención, Laila.

-¿Eso ve en mí?

-Eso y mucho más…

Laila se quedó estática cuando la doctora le contestó eso. ¿Qué era lo que la oncóloga veía en ella?¿Debía seguir indagando o era mejor parar ahí? No quería molestar a la mujer ni importunarla, por lo que decidió dejar la conversación ahí. 

La doctora le dio por fin la fecha de la esperada operación y le dijo las pruebas que debía hacerse antes de la misma. Además le dijo que la iba a operar un afamado colega suyo. Luego, antes de colgar la llamada, Laila se atrevió a hacerle una pregunta personal a la oncóloga que la hizo ponerse más nerviosa de lo que ya estaba.

-Doctora…Sabe, usted me ha dicho que algún día le gustaría ver mi obra, y a mí me gustaría saber cómo se llama usted, creo que ya va siendo hora de que sepa su nombre.

-Laila, lo sabrás en su debido momento - le contestó la mujer sensualmente y con una sonrisa muy sincera. No se esperaba que la joven quisiera saber cuál era su nombre, y la trastocó que Laila se lo preguntara. Pero ella se lo diría en el momento preciso, no antes.

-Está bien, espero que ese momento llegue pronto. Gracias doctora Del Olmo. 

Las dos mujeres colgaron la llamada, pero ambas se habían quedado con ganas de más. Si por ellas fuera, se hubieran pegado horas pegadas al teléfono. Sentían las dos la necesidad de saber de la otra, y de verse, porque habían pasado unos días difíciles y sabían perfectamente que de haber sabido una de la otra, esos días hubieran sido muchísimo más llevaderos.

Matices y colores (8° Historia)Where stories live. Discover now