Capítulo 97. Celos, y proximidad en el coche.

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-Por cierto, Laila. ¿Y cómo te va con Laura? -Tal cual hizo la pregunta, se dió cuenta que había metido la pata, ya que no estaba preparada para escuchar de boca de la joven que pudiera haber una posible cercanía entre las dos mujeres.

Laila miró a los ojos a Alana. Tuvo que pensar en unos breves segundos qué debía decirle acerca de la galerista. No quería que creyera lo que no era. Sólo debía ser sincera con ella.

-Me va bien, Alana. Nos llevamos muy bien y parece que hemos congeniado. Lo cual es bueno si trabajamos juntas.

-Ah…Me alegro que te lleves tan bien con ella - le dijo la oncóloga algo irritada. En ese instante se arrepintió de haberle preguntado por esa mujer. Estaba claro que ésta no iba a desaprovechar la oportunidad de tener algo con la profesora, y tampoco la podía culpar por ello, si ella misma hubiera hecho lo mismo.

-Últimamente hemos pasado bastante tiempo juntas.

Alana decidió retirar sus ojos de los de Laila, y los llevó conscientemente a la carretera. Pudo reconocer que estaba celosa de saber que Laila pasaba tiempo con esa mujer. Aunque confiaba en los sentimientos de la joven, no confiaba en los de la galerista, porque se notaba a kilómetros que ésta amaba a Laila.

Laila se dio cuenta enseguida del repentino cambio tanto en el rostro como en la voz de Alana, por lo que intentó reconducir la conversación.

-Pero como ya hemos hecho juntas lo que teníamos que hacer, a partir de ahora nos veremos menos. Es verdad que le he cogido cierto cariño y me gustaría quedar con ella de vez en cuando. Pero nada más. Necesito centrarme en curarme, en volver al instituto y en seguir pintando.

-Claro, Laila. Te entiendo.

Laila sabía que Alana estaba celosa, y necesitaba que creyera en ella y en sus sentimientos. En realidad no sentía absolutamente nada por Laura y no quería que la oncóloga tuviera ninguna duda sobre ello.

-Alana, no sé si me entiendes de verdad. Con Laura he tenido una relación meramente profesional. Y por cierto…¿Cómo vas tú con tu novia?

Alana aparcó el coche en la misma calle donde vivía Laila. Paró el motor y respiró hondo. Se encontraba muy nerviosa por tener tan cerca a la joven y en un lugar tan sumamente pequeño como era el coche. Aunque algo se relajó cuando la profesora le insistió en que entre la galerista y ella no había nada salvo una relación laboral. El pensar en Laura y Laila juntas la ponía de muy mal humor. Prefería dejar la mente en blanco y no pensar en ellas juntas.

Cuando la oncóloga apagó el motor, por fin se dignó a mirar a los ojos a Laila. Éstos la miraban expectantes.

-Laila, dejé a María. No quiero seguir con ella. Prefiero estar sola. Me lo debo a mí misma.

-Claro, me alegro mucho de que hayas tomado esa decisión, Alana - le contestó la joven sinceramente, y además con una alegría que no pudo disimular - Y sí, te lo debes a ti misma.

-Gracias Laila - le contestó Alana a la joven, retirando su mirada de la de la profesora. A pesar de la oscuridad de la noche, el verde de sus ojos la había penetrado con una intensidad que a Alana le resultó insoportable de aguantar. La profesora se dio cuenta de que la oncóloga se había intimidado cuando se había quedado mirándola fijamente, por lo que se animó a tomar las riendas de la situación, eso sí, beneficiándose así misma. Se armó de valor y se removió en el asiento quedando más cerca de Alana, lo que hizo que ésta tragara saliva torpemente. A la oncóloga le iba a dar algo si Laila se movía un milímetro más.

La joven quería y necesitaba más de Alana, no podía dejar pasar la oportunidad que tenía en ese momento, estando con su oncóloga en su coche y teniéndola a escasos centímetros de ella.

Ambas mujeres podían oler los perfumes que emanaban de sus respectivos cuerpos, y Alana se dejó llevar por el delicioso olor de Laila, por lo que terminó cerrando los ojos mientras bajaba su rostro.

Laila no pudo contenerse y llevó sus torpes dedos a la barbilla de Alana, alzándole el rostro suavemente. Entonces, la oncóloga decidió abrir sus ojos, quedando a la deriva con el intenso verde de los ojos de Laila. La tenía completamente hipnotizada. Y no era para menos.

-Laila…No me mires así…

-¿Por qué no te puedo mirar así, Alana?- preguntó pícaramente la profesora.

-Ya sabes por qué…-Contestó Alana como pudo. Su corazón comenzó a trabajar con cierta brutalidad. Estaba totalmente bloqueada y a merced de Laila. Estaba perdida, y lo sabía, sólo que era incapaz de hacer nada al respecto.

Laila decidió que era el momento de acortar distancias, por lo que se acercó un poco más a la oncóloga, hasta el punto de que sus respectivos alientos se mezclaban uno con el otro.

-No sé por qué…En realidad, Alana. Sólo que a mí me gusta mirarte, y cuanto más cerca, mejor…- dijo Laila con la voz algo ronca.

Alana no sabía si reír, llorar, o salir de su propio coche. Era un manojo de nervios en ese instante. Y cuando los largos y finos dedos de la profesora se posaron en su rodilla derecha, creyó que su corazón se iba a salir del pecho sin ningún miramiento. Lo que le faltaba.

-Sabes perfectamente el efecto que tiene tu mirada en mí…Aunque imagino que si miras a cualquiera como me estás mirando ahora a mí, tendrás a esa persona a tus pies. No sólo soy yo. Tienes unos ojos que enamoran.

Mientras Laila se animó a contestarle, sus dedos comenzaron a deslizarse suavemente por el interior de la pierna de la oncóloga. Lo que hizo que a ésta se le escapara un tímido gemido.

-Es la primera vez que me dices lo que provoca mi mirada en ti…Alana, y debo confesarte que me encanta - Laila no pudo más y se acercó hasta el punto de rozar casi una nariz con la otra, mientras su mano seguía haciendo de las suyas e iba por libre entre las piernas de Alana.

Cuando la profesora vio que la oncóloga no le apartó la mano de donde la tenía, se relajó sobremanera, puesto que tenía pavor de que la mujer la rechazara, retirándole la mano. Y al ver que no lo hizo, sólo pudo sonreír como una tonta.

Matices y colores (8° Historia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora