Capítulo 105. La realidad golpea fuerte.

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-¿Como mi oncóloga?- Laila se separó bruscamente de la otra mujer. Esas palabras se le clavaron en el corazón como si se tratara de puñales -¿Qué quieres decir con eso?

Los ojos de Alana miraban impasibles a la profesora. Tuvo que pensar en milésimas de segundos lo que iba a salir por su boca. No quería hacerle daño a Laila pero sabía que iba a ser inevitable hacerlo. Valoró rápidamente si debía decirle a la joven que el cuadro lo había comprado seguramente su ex, María. Si Laila no le había dicho nada acerca de la compradora, era porque no se había percatado de que la compra la había hecho su ex pareja. Pero ella sabía perfectamente que había sido la abogada la compradora y sabía también con qué intenciones había hecho dicha compra. De sólo pensar en María, su cuerpo entero se estremecía por el miedo que le hacía sentir. 

-Laila…Ya te lo he dicho, sigo siendo tu oncóloga. Y mientras no cambie eso, debemos ser precavidas y esperar.

-Pero esperar…¿A qué, Alana? No le estamos haciendo daño a nadie. Nos amamos y nos necesitamos. Sabes que no solo vas a curarme del maldito cáncer que padezco, también me estás ayudando de otra manera, a llevar muchísimo mejor los estragos de la enfermedad. 

-Eso no es así. Vale que lo llevas mejor porque me tienes a tu lado, pero sabes que por tu forma de ser, tú sola te bastas para salir adelante. En realidad sólo me necesitas para que te cure. 

-No Alana…Así lo ves tú. Yo te quiero en mi vida, y no sólo como mi oncóloga.

-Cariño…Tenemos toda la vida por delante. Yo acabo de dejar una relación que me ha dejado casi sin fuerzas, y tú necesitas centrarte en curarte. Vamos a darnos un tiempo para estar ambas al cien por cien, y luego estoy segura que podremos vivir lo nuestro a nuestra manera. Sin escondernos.

Laila no se podía creer lo que estaba escuchando decir a Alana. Estaba alejándose de ella, cuando más la necesitaba. No entendía que Alana pensara en darse un tiempo que según ella no necesitaban. Se amaban y se querían, entonces, ¿Por qué esperar si lo único que se hacían una a la otra era un bien totalmente necesario para las dos?

-Alana, me estás diciendo que te pesa más el haber terminado una relación y el que seas mi oncóloga, que nuestro amor. Joder…No me lo esperaba…- dijo Laila apoyando su espalda en la pared. Tenía muchas ganas de llorar, pero no iba a hacerlo delante de esa mujer que sólo le estaba mostrando que pensaba primero en ella misma, y en sus propios intereses. 

-Laila…-Alana se acercó cuidadosamente a la joven, con miedo de que la rechazara- me estoy haciendo un hueco en la oncología de Sevilla y de toda Andalucía, no sabes lo que significa para mí la medicina. Me he criado con ella, ya te lo he dicho. Me he esforzado y sacrificado muchísimo para tirarlo ahora todo por la borda…También se lo debo a mis padres. 

-Está bien, Alana. En realidad tienes razón, no te necesito para seguir adelante. Espero que consigas ser quien quieres ser, y sobre todo que seas feliz con eso. 

El corazón de Alana se encogió estrepitosa y bruscamente. Esas palabras de Laila no se le olvidarían nunca. Pero ella tenía claro que ambas necesitaban darse un tiempo aunque Laila no lo viera así. Sabía perfectamente que María haría todo lo posible por hundirla, y eso podría incluir que su ex hiciera público que se había liado con una paciente, y desde dirección del hospital decidieran echarla del mismo, rompiendo los sueños que ya perseguía siendo una niña. Quería ser una oncóloga reconocida, al igual que lo eran sus padres, y le dolía que Laila no entendiera cuáles eran sus metas y sueños, y que no la animara a luchar por ellos. Sólo necesitaban tiempo para darle el lugar justo a su relación, nada más. Pero la joven no lo veía así.  

-Laila…Tú también persigues sueños.

-Sí, por supuesto, pero los sueños que yo persigo son compatibles totalmente con que yo salga con la mujer que amo y que quiero. Los tuyos ya veo que no - dijo Laila conteniendo enérgicamente el llanto. 

-No lo entiendes. Yo me juego mi puesto de trabajo. Me pueden echar si se enteran que estoy manteniendo una relación de pareja con una paciente. ¿y dónde quedo yo?¿Mi ética como profesional? Además de que se enterarían por toda Andalucía de lo mala profesional que soy. No me querrán en ningún sitio.

-¿Y por qué se van a enterar? Nadie lo tiene por qué saber…

Alana miró con dolor a los ojos casi acuosos y más verdes que nunca de Laila. Ésta estaba conteniendo una rabia inusual en ella. Estaba a punto de brotar, porque seguía sin entender por qué Alana no quería luchar por lo suyo y prefería dejar lo que tenían, como estaba. Eso significaba que lo que tenían, no era lo suficientemente especial e importante para ella. Y por fin Laila lo acabó entendiendo. 

-Perdona Alana…Si es que tienes razón. Lo siento. Ni pensamos ni amamos de igual manera. Así que te respetaré, no me queda otra. No te puedo imponer nada. Bueno, necesito irme a descansar. Ya hablaremos - la joven dio media vuelta y se alejó a paso decidido de Alana. Ésta la miraba alejarse impasible. Por mucho que le doliera en el alma, debía dejar las cosas como estaban para no hacerle más daño a Laila. Si ésta no entendía que necesitaban por el bien de ambas darse un tiempo, es que tenía razón Laila cuando dijo que no entendían de la misma manera lo que ambas sentían. Con el corazón hecho añicos, ella también se dio la vuelta y salió más triste y apagada que nunca del portal de Laila. Lo único que la animaba era el pensar que cuando por fin la profesora se curara y ya no tuvieran una relación médico-paciente, la buscaría por cielo, tierra o mar para luchar por el amor que sentía por ella. Sabía perfectamente que Laila debía ser su compañera de vida, y si no era ella, ninguna otra mujer podría ocupar el vacío que la joven le dejaría si se diera el caso. 

Matices y colores (8° Historia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora