Capítulo 16. Operar, sí o sí.

660 91 123
                                    

-Laila, debemos operar. La cirugía tiene un doble objetivo, diagnóstico y terapéutico. Podemos realizar una intervención conservadora, ya que eres una mujer joven, el estadio es muy precoz y para que puedas tener hijos si así lo deseas. Entonces valoraríamos extirpar sólo el ovario que presenta el tumor. También necesitamos tomar muestras de toda la cavidad abdominal para poder realizar un examen posterior. 

Laila estaba escuchando a la oncóloga con una atención desmedida. Quería saber qué alternativas tenía de boca de su propia doctora. Mejor que ella nadie le podía dar una mejor explicación o incluso un consejo de lo que debía hacer o dejar de hacer. 

-Luego la intervención podría ser citorreductora, pero ya se realiza en estadios más avanzados, dudo que sea tu caso. Se trata de extirpar la mayor cantidad posible del tumor y con ello no dejar ninguna masa macroscópica. Ayuda a la eficacia posterior de la quimioterapia, lo que finalmente habrá mayor supervivencia, Laila - la doctora siguió hablándole de una segunda cirugía después de aplicarle la quimioterapia para valorar la respuesta del tumor al tratamiento, pero también le dijo que lo normal era hacer un seguimiento de dicha respuesta con un TAC o una analítica. La doctora simplemente le estaba hablando de las posibilidades que había cuando operaran y vieran lo que había en realidad. Debían tener respuesta a cada una de ellas, y la doctora quería compartirlo con su paciente.

Laila se encontraba completamente perdida. Parecía que la oncóloga le estaba hablando en otro idioma y ella no estaba entendiendo nada. Aún queriendo prestar atención, le costaba mucho hacerlo. 

-Entonces doctora…¿Tengo que operarme sí o sí?

-Sí, Laila. Sólo así podremos ver cómo de avanzado está, y luego ver cómo debemos proceder. No queda otra.

-Bueno, pues haga lo que vea conveniente. Si me tiene que extirpar el ovario, no pasa nada. Lo de ser madre, ahora mismo no tengo ni pareja, y además, no tengo claro que quiera traer un hijo a este mundo tan hostil.

-Pues serías una madre maravillosa, Laila. Es una pena que no tengas claro el serlo - le soltó Isabel de sopetón. Se notaba que esa mujer tenía un concepto increíble de Laila, y Alana las miraba a las dos mientras seguían conversando, pero con Laila se perdía mirándola. 

Laila estaba muy desubicada. No creía ser consciente de lo que estaba por llegar. Parecía que la cosa no iba con ella. Pero sabía perfectamente que debía hacerse cargo de sí misma si quería ganarle la partida a la maldita enfermedad. 

-Laila, si te parece, agilizaré lo de la operación. Te llamaré cuando tengamos el quirófano libre. Te avisaré con tiempo, ¿Vale?

-Gracias doctora. 

-De nada. Por cierto, te voy a recetar algo para el dolor. 

Cuando Laila e Isabel iban a salir de la consulta, Alana llamó a su paciente.

-Perdona, Laila, me gustaría hablar contigo, pero en privado…

Laila tragó saliva. ¿De qué quería hablar esa mujer con ella? No sabía por dónde iban los tiros, y se puso muy nerviosa de sólo pensar que iba a estar a solas con la doctora entre esas cuatro paredes. Isabel se quedó perpleja. Le pasó lo mismo que a su amiga, no entendió por qué quería hablar a solas con Laila, pero educadamente salió de la consulta y cerró la puerta para darles privacidad a las dos mujeres.

-Laila…Yo…Me gustaría disculparme contigo por lo que pasó en la cafetería del hospital. 

Laila se quedó atónita. Entonces sí se acordaba de ella, además acababa de reconocer con la disculpa que había sido culpa de ella el empujón que Laila había recibido por su parte. 

-Vaya…Doctora, no pensé que se fuera a acordar ni de mi cara, si le soy sincera. Pero acepto sus disculpas, de todas formas, creo recordar que a usted también la empujaron, así que no tuvo la culpa. Gracias igualmente - le contestó Laila con una sonrisa que dejó helada a Alana. Se encontraban muy cerca una de la otra, y ambas notaron la respiración errática de la otra a consecuencia de los nervios provocados por tanta proximidad entre ellas. 

Alana estuvo a punto de decirle a Laila que era imposible olvidar un rostro y una mirada como los de ella, pero si le decía eso, la joven pensaría que estaba coqueteando con ella, y le debía un respeto a su paciente, por lo que terminó diciéndole otra cosa no muy diferente a lo que le rondaba en su cabeza.

-Veo que mi rostro tampoco lo has olvidado…

-Ni su rostro ni su perfume se olvidan tan rápidamente - le contestó Laila dejándola en el sitio. ¿Qué había sido eso?¿Laila había coqueteado con ella? Las mejillas de Alana se tornaron rojas al instante. No sabía dónde meterse. No se esperaba esa contestación por parte de su paciente. Esa joven no pasaba desapercibida para nadie y además tenía facilidad de palabra - Bueno doctora, espero su llamada. Gracias de nuevo. 

Laila por fin salió de la consulta de Alana. Ésta cerró despacio la puerta y suspiró agitadamente. Lo que le producía esa joven nunca antes se lo había hecho sentir nadie, ni siquiera María. Laila se estaba ganando su corazón a pasos agigantados, sin quererlo además. Nunca pensó que otra mujer la pusiera tan nerviosa como hacía la sola presencia de Laila. Era tenerla cerca y las palabras se le trababan. Y ya cuando los espectaculares ojos de Laila se  clavaban en los suyos, era capaz de derretirse. Por fin su corazón comenzó a latir con normalidad. Laila se acababa de marchar, y ya tenía unas ganas desmedidas de volver a verla. Y para colmo le había dicho que su rostro y su perfume no se olvidaban fácilmente, ¿Acaso le gustaba a su paciente? 


Mientras, Isabel se dirigió a Laila nada más la vio salir de la consulta de la oncóloga. 

-Señorita, vamos al coche rápidamente que tenemos que hablar de lo que te ha dicho la doctora delante mío, y lo que te ha dicho cuando os habéis quedado a solas. Y luego no reconoces que a esa mujer le gustas…

Laila no se lo podía creer. Le acababan de hablar de cirugía y de quimioterapia, y aún con todo, si pensaba en la doctora Del Olmo, era capaz de sonreír como una chiquilla, y además seguía sin saber su nombre, pero la profesora sabía que tarde o temprano lo iba a conseguir, y también sabía que la mujer tendría un nombre acorde a su belleza. 

Matices y colores (8° Historia)On viuen les histories. Descobreix ara