Capítulo 62. Sentimientos hacia Alana.

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A la mañana siguiente, a Laila le costó levantarse. Seguía con dolores, pero el haberse dormido con la imagen de Alana en su cabeza, la había hecho relajarse sobremanera. Si sólo con pensar en su oncóloga había dormido así, como sería si la mujer de sus sueños compartiera con ella su cama. Laila reconoció que el tener esos sentimientos tan reales y bonitos por la doctora le estaban ayudando a llevar mejor los estragos de la enfermedad. Quién le iba a decir que la llegada de la enfermedad a su vida, le iba a traer, a la contra, algo tan bonito como era el amor tan puro y único que sentía por su oncóloga. Por esa mujer arrogante y estirada, que luego resultó ser todo lo contrario a la primera impresión que se había llevado de ella. Pero se le sumaba que Alana tenía pareja, por lo que debía quitársela de la cabeza. Si fuera tan fácil engañar a su corazón…

Cuando comenzó a desperezarse, escuchó la puerta principal abrirse. Debía ser Isabel, que como todas las mañanas después de la operación, bien temprano se pasaba a verla antes de ir al instituto a trabajar.

Isabel fue directamente hasta la habitación de Laila, y la encontró desperezándose cuidadosamente.

-Eh, Laila, buenos días. Oye, ten cuidado con los puntos, no te estires tanto…

-Tranquila, me estiro hasta donde puedo.

-Vale. ¿Cómo dormiste hoy? ¿Tuviste mucho dolor?

-Tengo, Isa, pero…Mi oncóloga me ayuda a sobrellevar las noches.

-¿Qué?¿Sueñas con ella o qué?

-Eso mismo. Ayer vino a verme…Bueno, vino Laura primero, y cuando se fue, luego vino Alana. No me lo esperaba, de hecho la llamé Laura cuando le abrí la puerta, pensando que ésta se había dejado algo en casa.

-Joder, ¿En serio?¿Y qué hacía ella en tu casa? Madre mía…Si tu médica viene a casa a verte, eso significa algo, Laila, no creo que vaya a ver a todos sus pacientes a sus casas.

-Lo sé, Isa, lo sé. Pero ella tiene su pareja y es mi médica, por lo que poco puedo hacer yo…

-Vamos, esa mujer tendrá su pareja, pero si viene a verte es porque las cosas con ella no están bien. De estar todo perfecto, te aseguro que esa mujer no perdería el tiempo viniendo a verte.

-Sí…Eso pienso yo. Sabes, ayer le dije que le vi las marcas en su muñeca…Y creo que la cagué. Ella no se esperaba que le preguntara por eso. Así que no tardó en marcharse.

-Laila…Tía, lo de sus marcas a ti no te importa. Es problema de ella. La debiste de violentar.

-Isa, no es sólo problema de ella. Esa mujer me importa, me gusta y me estoy enamorando de ella. Así que…Me gustaría saber por qué lleva esas marcas en su muñeca. Sólo espero que no sean de su pareja.

-Bueno, no le vuelvas a preguntar. Ella ya te lo dirá si en algún momento lo ve oportuno. Porque ya te vale…

-Calla, que no la cagué sólo en eso…Le dije que me gustaría pintar sobre su cuerpo.

-¿Qué?Joder Laila, estás loca…Eso a tu oncóloga…¿Qué respeto es ese?- le dijo Isabel sin parar de reírse. Laila era una mujer genuina, como pocas, y conociéndola como la conocía, se imaginaba cómo se lo habría dicho a la médica - ¿Y qué te contestó ella?

-Poco más y me soltó que estaba loca…Es verdad que Alana y yo somos dos mujeres muy diferentes. Yo no tendría ningún problema en desnudarme, pero ella se ve que sí. Debe ser una mujer puritana, pero si ella me dejara, yo la liberaría de ese puritanismo tan rígido que tiene.

-Eres lo que no hay, en serio. Eres una joya de mujer. Sabes, estaba pensando, que nunca antes te había visto así de pillada por alguien, y es raro que tengas que tener una enfermedad como la que tienes, para conocer a la posible mujer de tu vida. Al final todo pasa por algo, ¿no crees?

-Eso mismo he pensado yo, Isa. Entonces me da que pensar que venceré a esta enfermedad, lo que ya no sé si me llevaré el premio.

-Bueno, el premio claro que te lo vas a llevar si la vences, Laila. Eres una mujer con una fuerza interior brutal, como tú dices, estás llena de vida y aún tienes muchas cosas por hacer. Pero si te soy sincera, el que puedas conocer más íntimamente a esa mujer ya no depende de ti.

-Lo sé. Quién me iba a decir a mí que iba a terminar pillada por mi oncóloga. Si al principio yo misma te hablé mal de ella. Pero ha sido conocerla, y no tiene nada que ver con lo que aparentaba ser. Nunca había sentido nada parecido por otra mujer, Isa, y al final lo de tener la enfermedad creo que me va hasta bien, porque así no me centro sólo en Alana. Estar enamorada y no ser correspondida es una sensación muy fea. Por lo menos así tengo la cabeza en dos sitios, no sólo en ella.

-Ahora vienen tiempos difíciles. La recuperación no creo que sea nada sencilla. Pero pasaremos por ella juntas y al final verás la luz cuando salgas del túnel, de eso estoy segura. Además, tienes que exponer tu preciosa obra. Te vas a comer el mundo, Laila. Vas a triunfar.

-Laura va a empezar a dar publicidad por la ciudad. Ojalá venda algún cuadro…Por cierto, ¿Qué tal los chicos?

-Te echan de menos Laila, mucho. Las clases no son lo mismo para ellos. No paran de preguntarme cuándo vas a volver, y ya no sé ni qué decirles.

-Espero que no piensen que los he abandonado. Esos chicos significan mucho para mí.

-Laila, ellos te tienen en un pedestal. Y seguirán así. Bueno, vamos a tomar café juntas, que me tengo que ir en breve.

Isabel ayudó a su amiga a levantarse de la cama, y después se dirigieron las dos a la cocina. Mientras Laila se sentaba a mirar, su amiga preparó algo ligero para desayunar las dos. Luego, mientras Isa estaba ocupada limpiando lo que había manchado, Laila se ocupó pensando en la cita que iba a tener con Alana en unos días, y se tensó irremediablemente en su asiento.

Matices y colores (8° Historia)Where stories live. Discover now