Capítulo 95. Alana celosa.

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Cuando Laila terminó su discurso, todos sus alumnos quisieron darle la enhorabuena por la increíble obra que estaba exponiendo en la galería. Sabían que su profesora tenía mucho potencial, pero no podían imaginarse que tuviera tantísimo. Estuvo un rato hablando con unos y con otros, hasta que decidió acercarse a doña Pilar, Isabel, Alana y Raquel.

Laila no pudo dejar de mirar a la doctora. La tenía encandilada, y aún se quedó en el sitio cuando la vio echarle una mirada coqueta y una pícara sonrisa. Menos mal que no estaban a solas, pensó la profesora, sino se hubiera derretido en el sitio.

-Laila, enhorabuena, me ha encantado tu obra. Ya me dijo Alana que era increíble, y tengo que darle la razón. Tienes un don para la pintura, eso está claro. Con qué facilidad plasmas lo que llevas dentro…Nos has hecho partícipes a todos los que estamos aquí de todo el proceso de tu enfermedad. Eres genial - le dijo Raquel cuando la artista se acercó a ellas - y por supuesto, me interesa uno de los cuadros. Ya he hablado con Laura y lo he reservado.

-Muchas gracias, Raquel. No esperaba que viniera tanta gente, ni siquiera mis alumnos. Estoy como en una nube, esta noche está siendo mágica. Gracias por haber venido- Laila intentó no mirar tanto a Alana, porque era muy obvia la necesidad que tenía de ella y no quería que las demás se dieran cuenta de ello. No veía el momento de quedarse a solas con ella y le daba pavor que dijera que se quería marchar ya. Tenía que disculparse y para ello necesitaba quedarse a solas con ella. Isabel le allanó el terreno, dejando a Laila traspuesta.

-Bueno, ha sido un placer compartir esta maravillosa noche con todas vosotras. Laila, ha sido un exitazo, que lo sepas. Mañana me cuentas cuántos cuadros has vendido. Yo me voy a llevar ya a casa a doña Pilar, es tarde para ella y necesita descansar - dijo Isabel con la intención de que fuera Alana la que llevara a casa a su amiga.

-Claro, cogeré un taxi cuando acabe la exposición.

Alana estuvo rápida y se ofreció para llevarla, puesto que viendo que no tenía cómo volver a su casa, debía ser rápida y ser la primera en ofrecerse. Ella, al igual que Laila, quería fervientemente estar a solas con la joven.

-Laila, si no tienes quién te lleve, si te parece bien, lo haré yo - dijo de carrerilla y tímidamente Alana. No quería parecer desesperada por llevarla, pero la realidad era que sí lo estaba.

-Si no te importa…Si no me iré en taxi - contestó Laila con una medio sonrisa que traspasó el corazón de la oncóloga.

-Lo haré encantada, tranquila.

Mientras no podían dejar de mirarse una a la otra, apareció Laura por detrás de Laila, le puso su mano en la cintura y se dispuso a hablar con ella, delante de Raquel y de Alana.

-Laila, todas tus obras están ya casi vendidas…Ha sido todo un éxito. Nunca antes me había pasado nada igual.

-¿Qué? ¿En serio? No me lo puedo creer…

-Prepárate porque ha venido también la prensa. Nos va a tocar hablar con ellos, ¿Te parece? Y por cierto, tú y yo tenemos mucho que celebrar…- dijo Laura mirando directamente a la oncóloga. A ésta, un escalofrío le recorrió toda su espalda. No le gustó nada que la galerista dijera eso mientras la miraba a ella.

-Claro que sí - Laila no se lo podía creer. No le había dado tiempo en toda la noche a pensar ni un ápice en la enfermedad, o en si tenía dolor o se sentía muy fatigada. Todo eso había pasado a un segundo plano, porque se sentía muy feliz, primero, por haber visto a Alana allí, y segundo, porque casi toda su obra estaba ya vendida. Esa noche no podía pedir nada más. Finalmente se despidió de su amiga y de doña Pilar y luego se dirigió a Alana para pedirle que la esperara.

-Alana, si te parece, hablo con la prensa y en un rato nos vamos ¿Vale? Imagino que estarás cansada.

-Tranquila, Laila, yo espero lo que necesites. No tengo prisa.

-Gracias. Ahora vuelvo.

Raquel y Alana se quedaron a solas. La oncóloga necesitaba compartir con su amiga varios puntos de la noche. 

-Raquel, la voy a llevar a casa…Estoy atacada de los nervios. Y ha vendido en el mismísimo estreno casi todos sus cuadros…Es increíble.

-Alana, por favor, relájate. Tenéis que hablar, ha llegado el momento de hacerlo, ¿no crees? Vas a tener para ti sola a una artista de la talla de Laila, siéntete afortunada.

-Sí, todo lo que quieras, pero voy a parecer tonta cuando estemos a solas en el coche…Y claro que me siento muy afortunada. Laila es una mujer impresionante.

-Suerte que tienes que la vas a llevar tú. ¿Te has fijado en la cara que ha puesto Laura cuándo Laila te ha dicho que la esperes? Era todo un poema. Y cuando ella le ha dicho a Laila que lo tenían que celebrar juntas…Te ha mirado a ti. Esa mujer sabe que a Laila le gustas tú. Se me ocurre que a ella le gusta Laila y te tiene envidia o celos.

-Puede ser, sí me di cuenta de eso. Sólo espero que deje tranquila a Laila y la respete. Y por supuesto, también espero que Laila tenga claro lo que quiere y desea.

-Sabes que te quiere y te desea a ti, no a ella. Así que por eso quédate tranquila. 

-Estoy tranquila, Raquel, pero eso no quita para que no me guste la cercanía que tiene Laura con Laila. No me gustan las intenciones de esa mujer.

-Laila sabe lo que quiere, y no se va a dejar engatusar por ella. Además, ya tiene suficiente con la enfermedad, con su faceta como artista y encima como profesora, como para liarse la manta a la cabeza con Laura.

-Eso espero - contestó Alana con cierto temor porque Laila pudiera llegar a sentir algo por la galerista. No quería admitirlo delante de su amiga, pero la realidad era que estaba un poco celosa por la cercanía que tenían ambas mujeres.

Las dos mujeres estuvieron hablando de cómo había ido la noche, hasta que por fin Laila terminó con la prensa y decidió que ya era hora de marcharse de allí, por lo que buscó a las dos doctoras y cuando las encontró, se acercó a ellas de forma decidida. Sabiendo que en unos minutos se iba a encontrar con Alana en su coche, y a solas, se puso más nerviosa si cabía.

Matices y colores (8° Historia)Where stories live. Discover now