Capítulo 35. Una buena noche con la mejor compañía.

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A Alana le costó retirar sus dedos de la cintura de Laila, y ésta ni corta ni perezosa todavía se pegó más a la oncóloga. Ahora fue ella la que se acercó al oído de Alana, haciendo que al sentir su simple aliento se estremeciera. Laila le preguntó a la mujer si creía en las casualidades, a modo de susurro, y Alana se excitó al sentir el cuerpo de la joven pegarse al suyo. Justo cuando la doctora le iba a contestar de la misma manera en la que Laila le había hablado, una mujer llamó a la profesora por su nombre. Debía ser la amiga con la que estaba, e hizo que ambas mujeres se separaran.

-Eh, Laila, perdona, había cola para entrar en los servicios.

-Laura, ven, te voy a presentar a mi oncóloga, la doctora Del Olmo y a su amiga Raquel.

-Hola, encantada, soy Laura - la mujer saludó a las dos doctoras, pero Alana no se presentó por su nombre, sino como la doctora Del Olmo. Aún no quería decirle a Laila cómo se llamaba. Ya encontraría el momento idóneo para decírselo. A la mujer, la galerista le resultó una mujer muy atractiva, y no pudo evitar pensar en Laila y ella juntas. Desde luego hacían una pareja muy bonita.

Laura se percató de las miradas que la doctora y Laila se estaban echando, y supuso que esas dos mujeres se gustaban. Sería cuestión de tiempo que entre ellas pasara algo. Estaba bien jodida si a Laila le gustaba su oncóloga, porque para colmo debía ser recíproco ese sentimiento. Tenía que reconocer que la doctora era una mujer muy guapa y demasiado interesante para su gusto, quedándole claro que a Laila esa mujer le llamaba la atención de alguna manera.

Estuvieron tomando una copa mientras charlaban de unas cosas y de otras las cuatro mujeres. Hasta que Laila comenzó a sentirse muy cansada y fatigada, por lo que le comunicó a Laura que ella se iba a marchar, y que si se lo estaba pasando bien, podía cogerse un taxi sin problema. Pero Laura quería llevarla a casa y despedirse a solas de ella, así que le dijo que se irían juntas.

Cuando Raquel y Laura estaban despidiéndose, la dermatóloga aprovechó para hablar más de la cuenta con Laura y así Alana podría hablar algo más con Laila. Ésta aprovechó para acercar de nuevo sus labios al oído de Alana, y volvió a insistirle para que le dijera su nombre.

-Doctora…¿Todavía no ha llegado el momento de saber cómo se llama? ¿Por qué se hace de rogar tanto conmigo?

-Laila…Todo llega, ten un poco de paciencia - dijo Alana a la joven, lo que hizo que ésta se removiera intranquila en su sitio, porque no sabía si lo que había dicho la doctora había ido con segundas. ¿A qué se refería cuando dijo que tuviera paciencia porque todo terminaba por llegar? La joven quería seguir hablando con la mujer, pero ni era el momento ni era el lugar. Laura estaba esperando por ella, por lo que finalmente se acercó a la mejilla de la doctora y le plantó un beso húmedo que hizo que a ésta un escalofrío recorriera todo su cuerpo de golpe. Desde luego que Laila era capaz de excitarla como nadie antes lo había hecho, y simplemente por tener sus labios muy cerca de los suyos y sin poder rozar unos con los otros, o incluso sin poder jugar lengua con lengua, porque de llegar a pasar eso, Alana podría llegar a perder la razón.

Las cuatro mujeres se despidieron, y Laura y Laila salieron del local. A Alana le hubiera gustado ser ella la que hubiera acompañado a Laila a casa, pero quizás lo mejor era que la acompañara Laura, porque si la profesora la volvía a intentar besar como hizo en su casa la otra noche, no respondería a sus actos y se dejaría llevar, por fin, con su paciente.

Cuando Raquel y Alana se quedaron a solas, la primera en hablar fue la dermatóloga.

-Alana, ¿Cuándo vas a dejar a María? Joder, como no aligeres con Laila, Laura va a terminar saliendo con ella.

-¿Qué?¿Laura? La verdad es que he notado cómo la mira, no le quitaba el ojo de encima, pero claro, a mí me ha pasado igual. Estaba guapísima, joder, es que es guapísima. Y ese vestido le quedaba…Impresionante. Creo que he debido de hacer el ridículo babeando por Laila…

-Alana, tienes toda la razón. Esa mujer no deja indiferente a nadie. Y sus ojos…¿Qué clase de ojos son esos en una mujer? Si yo fuera lesbiana, también me hubiera enamorado de ella, porque además no sólo es un físico, esa chica es la sencillez personificada.

-Raquel, su amiga dijo que los alumnos la aman por cómo los trata. Los adolescentes ya sabemos lo difíciles que son, y ella se los ha ganado a todos. Tiene unos valores únicos.

-Igual que María…Sabes, Alana, he visto bien cómo te mira Laila, y nunca vi que María te mirara igual. Joder, esta chica te miraba como si fueras la única mujer que hubiera en el local, y mira que está lleno de mujeres.

-¿En serio piensas eso?

-No es que lo piense, es que lo he visto con mis ojos, Alana. Y por cierto, ¿qué te ha dicho al oído cuando se ha acercado tanto a ti?

-Que le dijera mi nombre…

-Es verdad, aún se dirige a ti como su doctora o como la doctora Del Olmo. Pues tiene razón, ya va siendo hora de que sepa tu nombre y así no te trate de usted. Tenéis que coger confianza la una con la otra.

-Raquel, pronto lo va a saber, tranquila. Sólo quiero comprobar algo.

-Espero que así sea, por su bien. Bueno, podríamos ir pensando en irnos…A no vaya ser que quieras ligar con alguna mujer, por ahí veo a una morena que no te quita el ojo…

-Vámonos ya, Raquel, yo ya he ligado todo lo que tenía que ligar. Además, estoy cansada. Lo que daría por ser yo la que hubiera llevado a casa a Laila…

-Alana, al paso que vais, tranquila que pronto serás tú la que la lleve todos los días.

Raquel estaba muy confiada en lo que había entre su amiga y la paciente de ésta. Tenía clarísimo que la mujer de la vida de Alana no era María, sino Laila. Estaba muy segura que la joven sería la encargada de devolver a su amiga la sonrisa que hacía tiempo que había perdido al lado de la abogada. Nunca antes había visto tan alegre y feliz a Alana como la había visto esa noche al lado de Laila. Lo que estaba claro que esa chica era como una luz capaz de sacar a su amiga de una oscuridad con nombre de mujer, que llevaba tiempo opacando y cegando a Alana.

Matices y colores (8° Historia)Where stories live. Discover now