3. Extra navidad.

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Justin no me habló durante todo el camino a Praga. Llegamos al hotel y almorzamos en silencio. Le había preguntado un par de veces que pasaba... no me contestó.

Comí un poco de arroz mirando al plato. No tenía ganas de mirarlo. Me sentía realmente mal por todo eso, ni siquiera me había dado una explicación a su actitud. Repasaba en mi cabeza una y otra vez lo que habíamos vivido estos días. No había dicho ni hecho nada malo.

En realidad, Justin había estado extraño desde que el día después de mi graduación. Dejé el tenedor en el plato, apenas había comido.

Me levanté y cogí mi bolso. Me lo colgué - Voy a salir - le informé a Hugo.

- Voy contigo - se levantó dejando su vaso en la mesa.

- No, quiero ir sola. Termina de comer, gracias de todos modos. - empecé a caminar.

- Pero--

- Déjala - escuché decir a Justin. Apreté mi mandíbula mientras cruzaba el hall del hotel para salir. Saqué las gafas de sol y me las puse.

Bajé las escaleras del hotel y miré a ambos lados. Decidí coger por la derecha.

Respiré profundamente. Estaba temiendo las paranoias de Justin. No sabía qué hacer con nosotros. Lo sabía cada vez que hablábamos del futuro. Antes estaba muy seguro de lo que haríamos. No dejaba de hablar de pequeños "Biebers" corriendo de un lado a otro, e incluso quería que nos casáramos en las Vegas.

Estos últimos años habían sido horribles, apenas nos veíamos. Había rechazado todas las entrevistas y algunas campañas publicitarias. Había tenido bastante con intimissimi. No quería estar en ese mundo. Lo había hablado con Justin y él había apoyado mi decisión. Yo no era modelo, no era famosa. Solo era una chica de veintidós años que acababa de terminar la carrera y estaba viviendo su propio sueño adolescente.

No era perfecta. Era inmadura, celosa, sensible, lloraba por todo, miedosa, insegura, torpe... había aprendido de los errores que había cometido estos años. Había aceptado la ayuda de un psicólogo para afrontar las vueltas que había dado mi vida, y estaba bien.

Le había dado libertad a Justin de que subiera lo que quisiera y viera a quien quisiera. No iba a meterme en su vida, siempre y cuando me respetara. Estaba más relajada en ese sentido.

Puede que no fuese la mejor, pero era yo. Después de mucho, había vuelto a encontrarme a mi misma, a la que solía ser. Había admitido que me había equivocado en muchas cosas, y había pedido perdón.

Esperé que el mundo se portara mejor ahora conmigo. No era así. Aquí estaba de nuevo, en una ciudad desconocida no sabiendo cual iba a ser mi próximo movimiento.

Llegué a una plaza y me senté en un banco. Vi a los niños jugar y extrañé ser uno de ellos. Tener responsabilidades y tener que preocuparme por más cosas que no fueran el colegio e ir a jugar después de hacer los deberes.

Miré el anillo que me había regalado Justin. Para mi eso fue un gran paso en nuestra relación. Sonreí como una estúpida al recordar lo nervioso que estaba Justin cuando me lo dio. Estaba inseguro porque no sabía si iba a reaccionar mal.

Es más, estaba esperando eso. Algo que me hiciera suya de una manera especial. Suspiré y me levanté. Volví por donde había venido. Apenas había callejeado. A medida que me acercaba al hotel veía a mucha gente en la entrada. El bullicio se hizo presente y me quité mis auriculares.

¿Ya se habían enterado donde estábamos? Qué rapidez. ¿Cómo lo habían hecho?

No sabía por dónde pasar. No sabía si había vallas o algo. Habían dejado el paso a la puerta de entrada libre. Pero antes de que pudiera moverme estaba rodeada de chicas que me gritaban. Me asusté ante su agresividad e intenté abrirme paso entre ellas.

Undercover // Justin Bieber Donde viven las historias. Descúbrelo ahora