Treinta [III]

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Abigail

Justin no estaba a mi lado cuando desperté, pero me trajeron el desayuno a la habitación y comí un poco allí, tomándome una pastilla para el increíble dolor de cabeza que tenía. Recordaba todo lo que había pasado la noche anterior, o parte de ella. Recordaba decirle a Justin que me dejara sola, y así lo hizo.

Aunque no recuerdo como llegué a la cama.

Alguien no tardó en llamar a la puerta mientras intentaba volver a dormir. Me incorporé un poco y vi a mi madre pasar. - ¿Hoy no vas a salir de la habitación? - me preguntó.

— Resaca. - contesté volviendo a poner la cabeza sobre la almohada.

Escuché un largo suspiro de su parte. - Necesito que entiendas y aceptes mi decisión.

— ¿Tú decisión es morir sin luchar?

— El cáncer se extiende rápidamente.

Me incorporé. - Ni siquiera lo has intentado, mamá. No lo entiendo.

— Voy a morir, Abigail. Si no es hoy, será mañana. No quiero llevarme meses y meses en un hospital, sabiendo que por mucho que intenten hacer, voy a morir. ¿Para qué estar allí? No tiene sentido.

— ¿Y si funciona, mamá?

— Hay muy pocas probabilidades.

— ¿Y si funciona?

— Nunca lo sabremos. Estás en Barbados, con tu familia. Disfruta y deja de lamentar mi decisión. - dijo dura. - Tampoco es fácil para mí, pero es lo mejor, no hay marcha atrás. ¿Qué harás cuando no esté? ¿Justin y tú seguiréis jugando a ver quién se hace más daño?

Fruncí el ceño. - Nosotros no—

Me interrumpió. - Vosotros sí, Abigail. No has tenido en todos estos años una relación seria con él y dudo que la tengáis ahora. He estado hablando con su padre y tampoco os ve mucho futuro.

— No sabéis nada.

— ¡Abigail, despierta! Deja de querer vivir tu sueño adolescente. Consigue un trabajo y un novio de verdad. Todo esto - señaló a mi alrededor. - No es nuestro mundo. ¿Qué pasa si Justin te deja? ¿Dónde vas a aferrarte? - me quedé mirándola, dolida y sorprendida ante sus palabras. - Ese chico, Diego. Tiene un trabajo, una vida normal. ¡Le gustas! Cuando te des cuenta, él ya habrá encontrado a alguien. Al final vas a quedarte sola. Agradezco que Justin haya hecho todo esto por nosotros, de corazón. Pero es suficiente, Abby.

Se giró sobre sus talones y se marchó de la habitación. Volví a recostar mi cabeza sobre la almohada y miré el cielo azul desde mi posición sintiendo a mi corazón golpear con dolor mi pecho. Escuché un piano y supe que Justin estaba tocando. Cuando empezó a tocar la melodía que tanto me gustaba, me levanté y salí a la terraza, haciendo que el poco viento que hacía diera en mi rostro y en mis piernas desnudas.

Estuve pensando por un largo tiempo, fumándome varios cigarrillos e imaginándome cómo sería mi vida cuando mamá no estuviera. Sus palabras habían sido tan duras, claras y ciertas que me dolía.

Deja de vivir tu sueño adolescente.

Cerré los ojos con fuerza, sintiéndome derrotada. Ella quería que lo dejara.

Justin apareció poniéndose a mi lado. Apoyando sus antebrazos en el balcón, igual que yo, y mirando al mar. - ¿Cómo te encuentras?

— Bien. Siento lo de anoche. - di una calada al cigarrillo y Justin me lo quito para poder fumar él.

— Bueno, son cosas que pasan.

La verdad es que estaba avergonzada porque no sabía si alguien me vio llegar en ese estado. - ¿Me vio mucha gente?

Undercover // Justin Bieber Donde viven las historias. Descúbrelo ahora