Dieciseis y Diecisiete

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Abby

Justin sacó una pequeña bolsa negra de terciopelo y me la dio. - No tenías por qué haberme comprado nada - dije.

- Ábrela - sonrió y la abrí. Saqué una pulsera de oro. Sonreí, pero mi sonrisa se borró al recordar que había visto la misma en la muñeca de Chantel - frunció el ceño.

- No es eso, es bonita si fuera a la primera que le has regalado una pulsera así. - Justin alzó una ceja. - Es la misma pulsera que tiene Chantel en su muñeca.

- Se las regalo a mis amigas, Abby.

- Es como si marcaras territorio, Justin.

- ¿Por qué simplemente no aceptas la pulsera?

- Porque no quiero ser como las demás.

- ¿Qué quieres Abby? – Estaba jugando con la paciencia de Justin.

- Quiero que estemos bien, odio discutir contigo - el rostro de Justin se suavizó. - Y es lo único que hacemos estos días.

-Es cierto - suspiró - Si no quieres la pulsera no te la pongas - se levantó.

-Justin, me haces sentir mal.

-Es solo un regalo de cumpleaños.

-Lo sé, pero yo me hubiera conformado con que me compraras un libro, o con traerme aquí. Lo sabes.

-Sí, lo sé, pero no entiendo que tiene de malo la pulsera.

-Solo soy yo, no tiene nada de malo, olvida lo que te dije antes.

-Sabes que no lo haré.

-Lo sé - suspiré - Estar aquí sentada me aburre - él dejó de mirar sus manos y me miró. - Es la primera vez en mucho tiempo que tengo ganas de correr. - Justin sonrió. - Si yo solo le hubiera echado cuenta a Adrián y hubiera dejado que él me llevara - negué con la cabeza - Quizás esto no habría pasado, yo dije que no porque él tenía que hacer una parada antes, quizás si hubiera hecho esa parada...

- Nadie sabía que iba a pasar eso.

-Pero si solo hubiera hecho la parada - suspiré.

- Abby, ni intentes hacer parecer que eres la culpable, porque no, el único culpable fue el del otro coche.

- Venga, otro - dijo Justin poniéndose cómodo sobre la cama - Va un pez, y frena en seco.

Me quedé callada y lo miré - ¿En serio? - reí. - Justin, ¿Solo te sabes chistes malos?

- No soy muy bueno para estas cosas.

- Ya me he dado cuenta.

- ¿Te parece si mañana vamos al Zoo?

- Vale - bostecé y me tapé mi boca.

- ¿Sabes? Me alegra haberte hecho reír - lo miré y sonreí de lado. Mi cabeza estaba apoyada en varios cojines, y Justin estaba sentado apoyado en el respaldar de la cama.

Se acercó a mí y bajó su rostro hasta estar a centímetros. Él tocó mi mejilla y sus labios rozaron los míos. Se separó un poco rozando su nariz con la mía y volvió a unir nuestros labios.

Movimos nuestros labios lentamente. Puse una de mis manos en su mejilla y la otra en su brazo.

- Aunque no puedas andar ahora, eres perfecta para mí - acarició mi mejilla - Sé que no dejo de cometer errores, pero déjame de decirte que a pesar de todo lo que diga o haga, te amo. - dijo esto último en español.

Undercover // Justin Bieber Donde viven las historias. Descúbrelo ahora