Treinta y ocho [I]

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Llegamos a São Paulo y me bañé en la piscina que había donde nos hospedabamos. Teníamos nuestra propia piscina privada y podía nadar en ropa interior, como lo estaba haciendo ahora. Tenía tanta calor que había dejado las cosas en la entrada y me había quitado la ropa en el borde de la piscina, entrando sin ni siquiera tocar el agua antes.

Me apoyé en el borde, donde se veía toda la ciudad. Me encargaría de capturar las vistas más tarde.

Miré hacia mi izquierda y vi a Justin allí, con las manos metidas en los bolsillos de sus pantalones cortos.

— Vaya, has engordado un poco, ¿No? —lo miré.

Justin alzó una ceja a través de sus gafas de ver. — Y tú pareces una bola de discoteca con tu blanco nuclear.

Le tiré agua, aguantando la risa y él retrocedió. Giré mi rostro para que no me viera sonriendo. — Bueno, no he tenido oportunidad de disfrutar del sol. Te recuerdo que en España no es verano.

— ¿Vendrás al concierto esta noche?

— Me quedaré aquí.

— De acuerdo. Y yo no estoy gordo, es músculo.

Reí en voz baja y escondí mi rostro en mis brazos apoyados en el bordillo. No pude quitar mi sonrisa mientras escuchaba a Justin alejarse. Estuve allí un rato más, moviéndome por el agua y sintiéndome bastante bien. Salí y Rich estaba allí, con una toalla.

— Gracias.

La lie alrededor de mi cuerpo y me quedé a su lado, sabia que el quería decirme algo.

— Intenté que no lo hiciera, pero el dolor lo tenía cegado.

Lamí mis labios. Rich también era pastor y tenía novia. No me imaginaba a Rich arriesgando una relación como lo hacía Justin.

— Bueno, las gente comete errores, no seríamos personas si no los cometieramos.

Rich me sonrió. — Tienes razón.

Verdaderamente Justin estaba en el borde conmigo. Otra cosa más y no volvería a verme el pelo.

— Es un buen chico.

— Lo sé. Todo el mundo me dice lo mismo pero sus actos hablan por si solos.

Rich suspiró. — No puedo excusar sus actos porque no han sido los indicados, pero te quiere. No estarías aquí si no lo hiciera.

— Hace unos años no me quería y también estaba con él, Rich.

— No con el Justin de ahora.

— No dudo que él me quiera. Solo... no entiendo sus acciones. Ya no hablo de lo que pasó ayer. Me refiero a... —moví mi cabeza de un lado a otro— Nada.

Rich puso su mano en mi hombro. — Espero que lo solucioneis. Él está intentando ser mejor persona.

Y me dejó allí sola.

Me seco y voy a la habitación donde me quedo con Justin, aunque tengo que llamar antes a varias puertas. Mi novio está tirado en la cama viendo una película en la televisión. Me quito la toalla y la dejo caer. Hago lo mismo con mi ropa interior y abro mi maleta para sacar mi bikini.

— ¿Qué estás viendo? —le pregunté atandome las cuerdas en la espalda.

— ¿Ahora mismo? A ti —respondió con voz ronca. Me giré y lo vi mirandome.

— Me refiero a la película.

— King Kong. ¿Quieres verla conmigo?

— Pensaba tomar el sol —señalé la puerta—. Además, tengo el pelo mojado.

Undercover // Justin Bieber Donde viven las historias. Descúbrelo ahora