Cuatro.

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Miré a Justin salir del coche y se acercó con paso decidido hacia mí. Me fije en la mancha de su camisa. - ¿Estás bien?

Junté mis labios en una fina línea. - ¿Tú que crees? Era alcohol, no ácido. No hacía falta ese empujón.

Justin sonrió de lado. - Veo que tu carácter sigue siendo el mismo. Siento lo de antes. No deberían de haber reaccionado así, pero ya sabes como son. Tienes unos buenos guardaespaldas. - alzó las cejas y miré a los chicos.

— Sí, son los mejores.

— Es la primera vez que te veo tan borracha, me cuesta entenderte. Hacía mucho que no te veía. Estás más... mayor.

— Qué halago. - dije en español.

Nos quedamos mirándonos. - ¿Has estado bien? - me preguntó pasando sus dedos por mi antebrazo.

— Sí, ¿Y tú?

Justin asintió. - Tengo que irme, Abby. - dijo en voz baja. Asentí y se aceró a mí para darme un pequeño abrazo, que recibí. Se separó un poco de mí y puso una mano en mi mejilla y besó la otra. Cuando me miró de nuevo, nuestros rostros estaban a centímetros. Podría besarlo si quisiera.

— ¡Abby! - Llamaron mi atención y miré a los chicos. Ya había dos taxis allí. - Vamos.

Me separé de Justin. -.Adiós - le sonreí antes de dirigirme, sin caerme, al taxi. Víctor tenía la puerta del taxi abierta para mí. Me monté y él entró luego, cerrando la puerta. Fernando iba en la parte de delante y suspiré. No hablamos nada durante el camino, hasta que llegamos al piso.

— ¿Ibas a besarlo? - me preguntó Víctor.

Junté mis labios en una fina línea. - No.

— No parecía eso. - dijo Guille.

— ¿Sabéis qué chicos? - me quité los tacones mientras Diego intentaba abrir la puerta. - Es que necesito follar, y él estaba tan tan cerca.

Carcajadas sonaron por todo el pasillo y yo sonreí no sabiendo muy bien lo que estaba diciendo. - No os riais. No tiene gracia. - entré en casa y tiré los zapatos al suelo.

— ¿Necesitas que te ayude con la necesidad, Abby? - escuché la voz de Diego.

— Creo que puedo apañármelas, gracias. - abrí despacio la puerta de la habitación de las chicas y entré sin hacer ruido.

Me desnudé y me quedé en ropa interior. Me acosté y me tapé, sintiendo como todo daba vueltas.

Me tendí en el sofá sintiendo como el dolor de cabeza acababa conmigo. - Buenos días dormilona - dijo Fernando. - ¿Necesitas una pastilla? -.asentí.

— Hola Abby. - apareció Diego por el pasillo. - ¿Aún necesitas ser follada? - se sentó al lado de mis pies.

— ¿Qué?

— Ayer dijiste que necesitabas follar.

— Ah, ¿Sí? Señor, que vergüenza. - puse una mano en mi rostro. - ¿Dije algo más por lo que deba de estar avergonzada?

— Creo que no. - Víctor se sentó en el otro sofá y me incorporé cuando Fernando me trajo la pastilla.

Miré a Fernando y vi que tenía un pequeño moratón en su pómulo. Víctor tenía una tirita en la ceja y Diego su labio un poco hinchado, y a mí me dolía bastante el trasero. Recuerdos de la pasada noche se empezaron a agolpar en mi mente mientras intentaba ponerlos en orden.

Undercover // Justin Bieber Donde viven las historias. Descúbrelo ahora