Sesenta y seis (extra)

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Feliz Navidad


Frunzo mi ceño y arrugo la nariz cuando observo el cuarto de juego de las niñas. Han sacado todo lo que tenían y lo han dejado tirado. Pongo los dedos en el puente de mi nariz y suspiro pesadamente porque apenas hacía dos horas que lo había recogido todo.

— ¡Jia! ¡Jade! —alzo mi voz para que se enteren.

Había veces que te escuchaban y simplemente te ignoraban porque no les apetecía ir donde estabas.

Otras muchas veces aparecían las dos corriendo, y cuando Justin las llamaba con esa voz autoritaria que imponía, se escondían.

Miro de nuevo la habitación y decido que no voy a recoger nada hasta que se vayan a la cama, por lo que cierro la puerta y dejo todo desordenado dentro.

Bajo las escaleras y sonrío al ver a Justin dejando el pino en la sala, donde lo hemos puesto desde que vivimos aquí. Las niñas están a su alrededor preguntándole por los adornos.

Sus cabellos rubios están recogidos en dos coletas y no puedo evitar sonreír cada vez que las veo porque aunque se ven muy tiernas, son muy traviesas.

Pensábamos que era solo Jia, que arrastraba a su hermana a hacer travesuras, hasta que nos dimos cuenta que eran las dos.

Habían empezado a caminar pronto, e incluso a hablar. Ahora, con cuatro años, no callaban ni un segundo. Hablaban con todo el mundo, los paparazzis las adoraban. Ellas los saludaban moviendo sus manitas de lado a lado.

Voy a por los adornos y Jia se acerca a mí cuando dejo las cajas en el suelo.

— ¡Yo quiero las bolas rojas!

— ¡No! ¡Yo las rojas! —grita Jade acercándose.

— Podéis colocar las dos todas las bolas, hay de sobra —digo.

Justin pone su móvil a grabar, como todos los años. — ¿No te cansas? —le pregunto.

— Jamás —sonríe abiertamente.

Me acerco a él y rodeo su cuello con mis brazos. Sus manos se ponen en mi cintura y sus labios no tardan en estar sobre los míos.

— Te quiero —digo sobre sus labios.

— Yo también —responde para después besarme otra vez.

— ¡Ay! —escuchamos.

Nos giramos y vemos a Jade con su cara en el árbol. Me acerco a ella para separarla y pasa sus pequeñas manos por su rostro.

— Estoy bien —dice.

— ¡Vamos muy atrasados, chicas! —Justin empieza a coger adornos y a ponerlos por la parte de arriba donde no llegan las niñas.

Me pongo también a colocar adornos mientras una música de Navidad sonaba. Una música que Justin se había encargado de poner.

Yo no había vivido la Navidad bien desde que mis padres faltaban. Después de morir mi padre, ninguno había tenido ganas de poner el árbol ni decorar la casa hasta que Justin lo hizo, meses antes de morir mamá.

Después de eso, él se había encargado de hacerlo todos los años y a veces lo ayudaba. Cuando nacieron las pequeñas, decidí que tenía que poner más ilusión por ellas, porque se merecían una Navidad especial.

Ayudo a las chicas a decorar la parte de abajo del árbol y me doy cuenta que Jia se ha entretendo mirando su reflejo en una bola.

Sonrío, porque es igual de presumida que su padre y sigo poniendo bolas al lado de Jia.

Undercover // Justin Bieber Donde viven las historias. Descúbrelo ahora