Encuentrame en las sombras, estaré protegida, hasta mañana. Está seguro de que no te sigan.
No necesitas otra amante, podemos mantenernos en secreto.
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Siempre había soñado con encontrarselo, pero nunca imagino que sucedería de esa forma. Su...
- Hemos estado separado mucho tiempo, quería que fuera lo mismo pero no lo es.
- No me quieres - susurré.
- Si, joder, te quiero - se acercó a mí y puso su mano en mi mejilla - Pero no de la misma forma en la que tú a mí.
- ¿Y por qué me regalaste el anillo? - susurré con dolor. Lo sabía, sabía que esto algún día llegaría.
- Pensé que era lo mejor. - me separé de él y me senté en un sofá - Pensé que cuando te viera todo sería como antes. Hemos luchado mucho por esto. - se sentó a mi lado.
- Si - suspiré y pasé mi mano por mi rostro sin importarme el maquillaje. – No deberías de haberme regalado el viaje si estabas dudoso. No quería obligarte a nada.
- No me has obligado a nada, lo he hecho porque quería. Me gustas, me encantas, lo sabes. Pero no es lo mismo.
No era lo mismo, y él se había ido días despues a pasar unas vacaciones a Hawaii mientras yo estaba en mi casa llorando, aguantando que mi madre me dijera que me lo dijo, que una relación con él no iba a llegar a ningún lado.
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Suspiré y me tendí en la cama, llorando en silencio.
- ¿Tenías planeado el viaje?
- Sí.
Sí. Planeaba dejarme y sin embargo me regaló un anillo y vino a mi graduación. Viajó conmigo. Por eso estaba raro, pero claro, todo el mundo creyó que fue debido a mi infidelidad hacia él por esas estúpidas fotos que ni siquiera se sabe quien es quién.
Miré mi mano, el cerco blanco que había dejado mi anillo alrededor del dedo, esperaba que no lo perdiera. El anillo representaba mi corazón. Él lo tenía. Podía romperlo o guardarlo.
Cerré los ojos y mi puerta no tardó en abrirse. - No me gusta lo que hay de comer. - escuché la voz de mi hermano.
- Hazte otra cosa.
- Hazmelo tú.
Me levanté, enfadada. - No.
- ¿Que pasa? ¿No te folló como debería ayer?
Cogí la botella de agua que tenía en el escritorio y se la tiré, dandole en su brazo al intentar esquivarla. - ¡Eres idiota! - me gritó.
- ¡Basta! - mi madre apareció. - Tú - señaló a Daniel - No le hables así a tu hermana. Y tú - me señaló. - No le tires cosas a tu hermano. Parece mentira, con lo grande que sois ya. Si no quieres lo que hay de comer, hazte otra cosa.
Me dejaron sola en mi habitación. Y me quedé mirando la puerta cerrada.
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Vi de nuevo la foto de Justin en un club en Croacia.
