Siete.

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No contacté con Justin desde eso. Volver a la realidad después de esos días fue duro. No porque aún no pudiera creer que me hubiera pasado a mí —que también— sino porque sabía que todo había acabado y me daba pena, demasiada. El sueño había sido corto pero lo había disfrutado.

— ¿Has sabido algo de Justin? —susurró Marta.

Negué con la cabeza mientras tomaba apuntes de la pizarra.

Bufó. — Quiero conocerlo —la miré e hizo un puchero.

— Intentaré hablar con él —mordí el bolígrafo mientras fruncía el ceño al intentar descifrar lo que la profesora acababa de escribir.

— Gracias —dijo emocionada—, te quiero —me abrazó.

— Marta, ¿Puedo saber por qué tan cariñosa con su compañera?

Toda la clase nos miró y yo la miré, esperando su respuesta, intentando no reírme.

— Hoy es su cumpleaños —mintió—, y acabo de acordarme —se encogió de hombros y quise matarla.

— ¡Vamos a cantarles el cumpleaños feliz! —saltó uno.

Le eché una mirada asesina a Marta mientras que todos empezaban a cantar para perder clase y la profesora intentaba poner orden.

//

El timbre sonó haciendo que toda la clase se levantara y recogiera sus cosas. Salí con Marta al pasillo lleno de estudiantes deseosos de llegar a casa, como nosotras.

— He pensado que podríamos salir hoy —Marta se agarró a mí para bajar las escaleras por miedo a caerse.

— ¿Dónde? —miré hacia abajo para no tropezarme con nadie.

— No lo sé... podemos ir a la ciudad, odio este pueblo —hizo una mueca—. No hay nada, esto está muerto.

— Podemos ir a tomar un helado a McDonald's.

— Vaya plan —bufó.

— Te invito —salimos del instituto.

— ¿A un Mcflurry con filipinos y chocolate blanco?

— Si —miramos a ambos lados y cruzamos la carretera.

— Mmm... No me convences, quiero ir a ver las tiendas de ropa.

— Podemos ir mañana sábado, y pasar el día allí —me paré en la esquina y la miré.

— Está bien —suspiró— ¡Ay Dios! ahí va Alberto- dijo nerviosa mirando al chico que le gustaba—. Voy a ver si le saco un poco de conversación. ¡Adiós! —me abrazó efusivamente y corrió dando pequeños saltos hasta llegar a Alberto.

Sonreí y busqué el coche de mi madre. Mi hermano apareció a mi lado.

— Que calor, no me puedo creer que solo estemos en Mayo —dijo.

— Ahí está el coche —lo señalé.

Ambos cruzamos la carretera. Me monté en el asiento del copiloto y puse la maleta en mis pies.

— ¿Cómo ha ido el día, chicos? —preguntó mi madre arrancando.

— Podría haber ido mejor —murmuré.

— Ha ido bien —dijo mi hermano—. Sobre todo porque el lunes y martes no tenemos instituto.

— ¿Ah no?

— No, el lunes es fiesta, y el martes huelga de profesores.

— Que bien vivís.

Puso la radio en la emisora que sonaban canciones de los 80. Mi hermano se quejó por la música que le había puesto y yo escuché la canción de Bryan Adams que sonaba. Cuando sonaba me bajé del coche colgándome la maleta en mis hombros. Esperé a que mi madre abriese la puerta.

Undercover // Justin Bieber Donde viven las historias. Descúbrelo ahora