Treinta y nueve [II]

6.7K 380 61
                                    

ABIGAIL

Lamí mis labios, nerviosa. Mi corazón golpeaba fuerte contra mi pecho y las manos de Justin en mis hombros no me tranquilizaban, pero me hacía saber que no estaba sola. Observé al hombre que estaba sentado en la silla, con sus brazos apoyados en la mesa y su cabeza gacha. Parpadeé varias veces mientras uno de los policías me recordaba que él no podía vernos ni escucharnos.

La cabeza del hombre se levantó y lo vi. Vi su mirada dura y oscura. Su pelo estaba más largo y desordenado. Miraba al cristal como si pudiera ver a través de él y me estuviese mirando.

Retrocedí, con miedo, chocando con el pecho de Justin.

¿Es él? —escuché.

—susurré.

Él se levantó y quise salir corriendo y meterme bajo mi cama, aunque ni siquiera allí estaba a salvo. Su cuerpo se movió con tranquilidad hacia el cristal que nos separaba. Se puso frente a él, con su rostro a centimetros.

Hola, Abigail —sonrió y me eché más hacia atrás. El aire se quedó atrapado en mi garganta y dejé de respirar—. ¿Crees que se ha acabado? —su voz era ronca, oscura.

Volví a echarme hacia atrás y Justin sujetó mis brazos. Estaba empezando a marearme, quizás porque había olvidado lo que era respirar.

Esto es solo el principio —canturreó—. ¿Piensas que voy a dejar que seas feliz con él?  —rió y me estremecí.

Él cogió mi pelo para que lo mirara, su mirada llena de odio me daba pavor. Estaba en graves problemas.

— ¿Crees que voy a dejar irte? ¿Eso es lo que crees?

— Por favor —susurré.

— ¿Por favor? No mereces nada, Abigail —su nariz rozó la mía y sollocé—. A pesar de todo esto, te quiero, pero necesitas aprender.

Sentí un golpe en mi mejilla y jadeé.

Oh, Abby, Abby —pasó su lengua por el cristal y volví a echarme hacia atrás.

Es suficiente, sentadlo y esposadlo —dijo el policía que llevaba el caso.

Volveré a encontrarte, y estaremos juntos, Abigail. Ya no te queda nada, no tienes a nadie. Y ese chico que tienes a tu lado, volverá a apuñalarte por la espalda.

Varios salieron de la habitación y encendieron la luz, haciendo que viera mi rostro en el cristal y dejara de ver a Rafael.

¿Te encuentras bien? Traedle algo con azúcar. Sientate.

Me agarré al brazo de Justin y me senté en una silla. ¿Que esto era el principio? No, esto tenía que ser el final. Tenía la sensación de que él podía verme, que él me sentía. Volvería a por mí y lo sabía.

Abrí los ojos y vi que estaban abanicandome. Ricardo sujetaba un refresco y Justin sostenía mi mano. Me miraba con preocupación y con su ceño levemente fruncido. — Sigue pálida —dijo.

Undercover // Justin Bieber Donde viven las historias. Descúbrelo ahora