Cuarenta y dos.

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Entré en la acogedora casa de Selena y observé todo a mi alrededor. Era muy rústica y hogareña, nada comparado con lo que siempre alquilaba Justin. Frío y muy grande. Seguí a Selena por su casa hasta llegar a la cocina.

— ¿Quieres algo de beber?

— Por favor.

Me apoyé en la barra y la vi abrir el frigorífico. — Tengo zumo de mango, ¿Te gusta?

— Sí.

— Es uno de mis favoritos.

Cogió dos vasos y los puso en la barra. Los llenó de zumo y me lo dio. Le agradecí y lo probé. — Vaya, sí que está rico.

— ¿Verdad? —sonrió.

— Tienes una casa muy bonita, muy acogedora.

— Acabo de adquirirla. He tenido que cambiarme varias veces porque entraban. Esta es perfecta para mí, intento hacer el lugar mio —la seguí mientras caminaba al jardín—, un sitio donde pueda sentirme cómoda y segura.

— Es lo mejor —salí al jardín y me senté en una de las sillas, dejando el zumo en la mesa de cristal.

— No hemos tenido mucho tiempo de conocernos. Quiero disculparme por el pasado, algunas cosas que hice no fueron las correctas.

Negué con la cabeza. — No tienes por qué disculparte.

— Claro que sí. Las fotos y.... —negó con la cabeza—. No sabía que estabas con él en ese entonces. Cuando te vi con él en Estocolmo después de irme... Fui una estúpida.

— Yo también.

Ella sonrió de lado. — Siento mucho todo lo que te ha pasado.

Me encogí de hombros restándole importancia.

— ¿Estás sola aquí? —asentí—. ¿Por qué te ha dejado sola?

— Está ocupado con el tour —arrugué la nariz—. La verdad es que no, el muy gilipollas ha estado en Miami y ha pasado de mí.

Selena soltó una carcajada. — Lo siento, no me esperaba que lo insultaras.

— No sé cómo manejarlo —admití—, a veces siento que él quiere recorrer el mundo conmigo y otras veces no.

— Él es muy complicado —Selena bebió del zumo y se acomodó en la silla—. Me alegro que el haya cambiado. Estás ahí a pesar de todo, supongo que como siempre, no se habrá dado cuenta lo que las personas hacen por él.

Suspiré pesadamente. — No sé qué hacer.

— ¿Seguís juntos?

— Se supone. He dejado de cogerle las llamadas, no quiero hablar con él por ahora.

— ¿Por qué?

— He estado mal con el juicio y eso —mordí mi labio—. Él estaba con el tour pero ni siquiera me ha llamado o enviado un mensaje —me quedé callada y bebí un poco de zumo—. A veces me siento muy sola. Siento que todo esto me viene muy grande.

— ¿Te confieso algo? —se acercó más a mí—. Yo también. Estoy acostumbrada a las cámaras y a tener atención, pero solo quiero llegar a casa y estar tranquila. Yo también me siento sola, es inevitable no sentirse sola. Tengo amigos y familia pero... —se encogió de hombros—, no lo sé. Aunque ahora Abel está ayudándome y eso. Cada día es un nuevo comienzo, no dejes que nada te hunda.

— Lo intento, es duro.

— Sí que lo es —se acomodó en el asiento—. Sinceramente esta es la situación más rara a la que me he enfrentado en mi vida.

Undercover // Justin Bieber Donde viven las historias. Descúbrelo ahora