Treinta y siete

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30 de Marzo del 2017 - Rio de Janeiro, Brasil


Sabía que Abigail llegaba dentro de un rato, y la estaba esperando, impaciente. La rabia y la decepción estaban comiéndome por dentro y ni siquiera Rich era capaz de calmarme. Apreté mis puños cuando la puerta sonó y me levanté a la velocidad del rayo para abrir. Miré hacia abajo para encontrarme con su delgado cuerpo, su rostro cansado y su mirada dura. Sabía que había visto las fotos, al igual que yo había visto las suyas. Observé que tenía un peluche entre sus brazos. Se lo habría dado alguna fans.

Estaba tan dolido y decepcionado que había dejado a las chicas bañándose en la piscina para que ella las viera. Ricardo entró detrás de ella y lo dejé pasar. La observé pasar su mirada por toda la estancia, fijando sus ojos en las chicas que se encontraban allí, ni siquiera saludó a Rich. Podía cortar la tensión con las yemas de mis dedos. Cogí su brazo y la arrastré —sin preocuparme si le hacía daño o no— a mi habitación. Ella se zafó de mi agarre cuando estuvimos dentro y me tiró el peluche a la cara. Lo envié fuera de mi camino con el pie.

— ¿¡Qué se supone que estás haciendo, Justin!? —gritó.

— ¿¡Yo!? ¿¡Qué se supone que estás haciendo tú, Abigail!? ¡Confiaba en ti!

— ¡Yo también!

— ¡Se suponía que íbamos a intentarlo! ¡Maldita sea! ¿¡Acaso estás vengándote!?

— ¿Qué?

— ¡Te vi, con ellos! ¿¡Quieres que sienta lo mismo que tú sentiste durante esos años!? ¿Es eso? —puse mis manos en sus hombros y la moví de delante hacia atrás—. ¡Porque si es eso lo has conseguido! ¡Estoy completamente destrozado! —sin poder evitarlo, lágrimas escaparon de mis ojos y rodaron por mis mejillas—. ¡Tengo un puto anillo de compromiso en mi maleta desde el año pasado porque estaba dispuesto a pasar mi vida contigo!

Ella me empujó. — ¿¡Así es cómo quieres pasar tu vida conmigo!? ¿¡Acostándote con cada chica que se cruza en tu camino!? —gritó, dolida. Vi sus ojos aguarse y su labio inferior temblar.

Limpié mis lágrimas con rabia. — Se acabó, Abigail. Vete, no quiero volver a verte ni a saber nada de tí —dije con un nudo en la garganta. Sentí una presión en mi pecho, justo donde estaba el corazón. Dolía.

Ella se quedó callada, mirándome dolida mientras lágrimas caían por su rostro. — ¿Tú me estás dejando a mí —se señaló— después de pasar la noche con una chica?

— No, Abigail. Te estoy dejando porque al final resultaste ser una zorra, como todas.

Un dolor presionó mi pecho al ver su rostro de dolor ante mis palabras. — No sé qué te han dicho o que has visto para que decidas dejarme, pero es la última vez —me señaló—. La última que vuelves.

Ella me esquivó y la sujeté de su brazo con fuerza. — Hay fotos, Abigail.

— Claro que hay fotos, Justin. Ya las he visto.

Se soltó de mi agarre, la vi caminar hacia la puerta y cuando salió cerró, dando un portazo. Salí, lleno de rabia.

— ¡Ni se te ocurra volver a dar un portazo, Abigail! —le grité.

— ¡Doy los portazos que me da la gana! ¡Vete al infierno! —la vi salir y dio otro portazo.

ABIGAIL

Undercover // Justin Bieber Donde viven las historias. Descúbrelo ahora