Cuarenta y siete

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El guerrero de la luz sabe perder.

Él no trata a la derrota como algo indiferente, usando frases tales como "bien, esto no era tan importante" o "A decir verdad, yo no quería realmente esto". Acepta la derrota como una derrota, sin intentar transformarla en victoria.

Amarga el dolor de las heridas, la indiferencia de los amigos, la soledad de la pérdida. En estos momentos se dice a sí mismo: "Luché por algo y no lo conseguí. Perdí mi primera batalla".

Esta frase le da nuevas fuerzas. Él sabe que nadie gana siempre, y sabe distinguir sus aciertos de sus errores.

Me senté al lado de Niall, Scooter y Allison. Justin llegaba tarde, cómo siempre. Estaba viendo a gente que no conocía actuar y Niall me entretenía contándome algo, haciéndome reír. Había salido de rehabilitación hacía una semana. Una semana en la que él había tenido conciertos y yo había reorganizado mi vida. Había luchado con mis demonios y mis tristezas allí dentro. Había aceptado las pérdidas y había aprendido a abrir mis sentimientos. Había llorado, gritado y me había arañado los brazos innumerables veces, haciéndome sangre y dejándome pequeñas y delgadas cicatrices. Había echado de menos y había soñado con otra vida mejor, porque sabía que la había, solo tenía que volver a superar esta etapa. Y lo hice. Aprendí, acepté y perdoné y ahora, todo había acabado, con ayuda de medicación. Las pesadillas habían desaparecido, las alucinaciones viendo a Carlos también y podía respirar tranquila porque él no había vuelto a aparecer.

Reí a lo que Niall me estaba diciendo y miré hacia atrás para ver a Justin allí. Él estaba mirándome, junto a Josh. Puse mi mano en la pierna de Niall y me levanté, sonriéndole, para ir donde estaba mi novio. Porque seguía siéndolo. Mordí mi labio mientras él pasaba su vista por el vestido floreado que llevaba. Se ajustaba a mis pechos y después caía, dándole vuelo. En mis pies, llevaba unos zapatos de tacones que me hacían llegar a la nariz de mi novio. Él abrió sus brazos y me refugié en ellos, abrazándolo y aspirando su aroma. Cuanto lo había echado de menos, qué sola me había sentido y cuánto había necesitado que alguien me abrazara en mis peores momentos. Sin embargo, los únicos abrazos reconfortantes que encontré allí eran los míos, acurrucada en esa esquina de mi habitación diciéndome a mí misma que Carlos no iba a venir a por mí, que estaba a salvo allí. Cerré los ojos y apreté mi el agarre que tenía sobre él haciendo que él también apretara el suyo.

— Te he echado muchos de menos —susurró, besando mi coronilla y moviéndonos en el abrazo.

— Yo también.

Nos separamos un poco y mis ojos miraron los suyos, tan diferentes a los que había mirado años atrás donde solo había interés propio. Ahora había preocupación y alivio a la vez. Su rostro se acercó lentamente al mío y dejé que sus labios se posaran en los míos, haciéndome suspirar y las mariposas revolotear en mi estómago. Nos separamos y lamí mis labios cuando Niall saludó a Justin. Le sonreí abiertamente a Josh y le di un pequeño abrazo preguntándole cómo estaba. Mordí mi labio cuando tuve de nuevo su mirada sobre mí. Él se acercó y cogió mi mano, tirando de ella suavemente y guiándome por las escaleras. Bajé con mucho cuidado hasta estar en el rellano, alejados de la gente. Lo sentía incómodo a mi lado y yo también lo estaba. Nuestro último encuentro no había sido de los mejores y sabía que eso le atormentaba al igual que me atormentaba a mí.

— ¿Cómo estás? —preguntó, tocándose el cuello.

— Estoy aquí, así que bien.

Manchester cantaba que ellos eran fuertes mientras yo miraba los ojos que me habían engañado y amado. — Te he echado mucho de menos —susurró.

— Ya lo has dicho —sonreí un poco.

— He rezado cada día por ti y no puedo creer que Dios te haya puesto en mi camino de nuevo —su voz tembló mientras sujetaba mi mano.

Undercover // Justin Bieber Donde viven las historias. Descúbrelo ahora