Cuarenta y tres.

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De pequeñas, llegamos a pensar que cualquier día llegará nuestro principe azul y nos llevará a un hermoso castillo dónde viviremos felices para siempre.

A medida que vamos creciendo, las expectativas de encontrar a un principe azul van disminuyendo, hasta que te das cuenta que no existen, que todo lo que habías creído en tu infancia era una dura y cruel mentira.

Cuando pasan los años, dejas de creerte una princesa para convertirte en una guerrera. Empiezas a crear barreras alrededor de tu corazón para que nadie te haga daño, hasta que él llega con esa bonita sonrisa y mirada sincera.

Las barreras de tu corazón empiezan a caer para dejar paso al amor. Caen, haciéndote débil y vulnerable ante los nuevos sentimientos.

Y crees.

Crees en el amor y confías, entregando todo lo que tienes incluso a veces, sin recibir nada a cambio.

Vives en un cuento de hadas hasta que tu corazón empieza a quebrarse y te das cuenta que él no es tu principe azul, no va a llevarte a ningún castillo. Todas las ilusiones se fueron y tus esperanzas se rompieron.

Tu corazón llora en silencio mientras vuelves a construir las barreras a su alrededor, pero ahora, más fuertes que antes.

Me quedé callada, asimilando lo que me había dicho mientras le aguantaba la mirada. Mi corazón latió con dolor mientras sus ojos avellanas me miraban profundamente. ¡Será cabrón! Me quite un zapato y se lo tiré. Él lo cogió al vuelo y lo tiró a un lado, se levantó y me saqué el otro zapato del pié para tirarselo.

— ¡Para! —gritó.

Se lo tiré y volvió a cogerlo, tirandolo a un lado. — ¡Eres un imbécil! ¿Cómo he podido confiar en ti? —me puse las manos en la cabeza—. ¿Era por la promesa que le hiciste a mi madre? ¡Era por eso!

— ¿Cómo sabes eso?

— ¡Tu padre me odia, Bieber! —exasperé.

— ¡Nunca ha sido por la promesa, Abigail! Eres importante para mí.

— ¡Mientes! Señor... en qué estaba pensado. ¿Quién mierda te crees que eres para hacerme esto? —me acerqué a él y lo empujé.

— ¡Relájate! ¡Estás sacando todo fuera de contexto!

— ¡¿Fuera de contexto?! ¡Eres un capullo!

Me separé de él para ir a la habitación para coger la maleta. Escuché los pasos de Justin siguiéndome y sus manos agarraron mis brazos.

¡No me toques, suéltame! Confiaba en tí.

Justin me empujó a la pared y sujetó mis manos detrás de mi espalda, dejándome inmóvil.

— Escucha Abigail —dijo con voz ronca—, ¿Sabes lo culpable que me siento por todo lo que te está pasando? Ese chico te acosa desde la primera vez que saliste conmigo en una foto. No quiero que te haga daño y quizás la única solución sea dejarte ir.

Me quedé quieta. — Justin, sueltame.

— No sé por qué no me crees cuando te digo que te amo. Te amo, maldita sea. Te amo con cada parte de mi ser. No te he hablado pero estaba pendiente de ti. No quiero observarte dormir y que te despiertes gritando y llorando, no quiero verte llorar, no quiero volver a verte con un clavel en la mano. Él te dijo que no dejaría que fueses feliz conmigo, quiero que seas feliz. Quiero verte sonreír y reírte por cualquier tontería, necesito que vuelvas a ser tú y si para eso tengo que alejarme de ti, lo haré. Todo es mi culpa, quizás la persona que nos está haciendo esto sea de mi círculo. En España estás a salvo, sin mí.

Undercover // Justin Bieber Donde viven las historias. Descúbrelo ahora