Cincuenta y cinco.

En başından başla
                                    

Me apresuré a seguir a los paramédicos pero no me dejaron entrar en la ambulancia. Entré de nuevo en casa, y miré a Carl, que veía corriendo, poniéndose sus gafas de nuevo.

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No saber nada de ella era peor que me clavaran agujas en los ojos. Sabía que estaba viva, pero no sabía nada más. Laura había llegado y me había dado un fuerte abrazo diciéndome que Dios no iba a dejar que nos pasase nada malo a ambos. En ese momento me di cuenta que Dios estaba conmigo, no dejaría que me cayese de nuevo

y estaba agradecido. Había estado rezando todo este tiempo, rogando que ella estuviese bien. Había estado hablando con Jeff, explicándole lo que había pasado. Habían pedido el video de las cámaras de seguridad a la empresa y pronto lo podríamos ver para ver quién había sido. Apreté mis puños sintiendo el odio crecer en mi interior, por primera vez en mi vida, quería acabar con la vida de una persona, y sabía que tenía que relajarme si no quería empezar a dar puñetazos a diestro y siniestro.

— ¿Familiares de Abigail Cruz?

Me levanté junto a Carl y Laura y nos acercamos al médico. — ¿Está bien?

— Sí, la están trasladando a la habitación. Tiene conmoción cerebral, una costilla y dos dedos de la mano rotos, contusiones en todo el cuerpo y varios cortes —Carl puso una mano en mi hombro, en modo de apoyo—, también ha tenido un aborto. Tardará en despertarse, así que hay que tener paciencia.

Parpadeé varias veces. — ¿Un aborto? —miré a Carl sin entender nada.

— Sí, estaba embazada, dos meses. Veo que no lo sabía.

— No —susurré—¸ no...

— Lo siento. La habitación es la 120 del cuarto piso, ella no tardará en llegar.

Vi al médico alejarse y me quedé allí parado mientras la palabra aborto resonaba fuerte en mi cabeza una y otra vez.

— Justin —susurró Laura.

Miré a esa pequeña mujer que había sido como mi madre y me abrazó. La abracé de vuelta y cerré los ojos, sollozando. Carl se unió al abrazo y me di cuenta que solo el abrazo de mi prometida conseguiría hacerme sentir bien.

Subimos a la habitación y no tardaron en llevar su camilla. Tenía una vía puesta, donde colgaba un suero. Una venda estaba en su cabeza, su mano. Estaba desnuda debajo de la sábana y la observé desde los pies de la cama. Su rostro seguía pálido y quise golpearme una y otra vez por no haberla parado y haberla metido a la fuerza de nuevo en la suite.

— Ha sido mi culpa —susurré.

— Oh, no cariño, no lo ha sido —Laura puso sus manos en mi brazo—¸ nadie sabía que iba a pasar esto.

— Pero podría haberlo evitado.

— Nadie podía evitar esto, Justin, tú no podías haberlo evitado.

Negué con la cabeza. — ¿Podéis dejarme solo un momento?

— Claro —dijo Laura. Ella besó mi mejilla y los vi irse. Tragué saliva fuerte y me acerqué a la camilla para poder coger su mano, que estaba con una venda, ya que era la mano que tenía el corte.

Toqué sus dedos y apoyé mi frente en la camilla para volver a llorar en silencio. Mis hombros se sacudían y dejé que saliera todo lo que tenía guardado.

— Lo siento —susurro—, lo siento.

Levanto mi cabeza y la miro. Me levanto y la observo de cerca. — Te quiero, te quiero como no te puedes imaginar —me acerco y beso castamente sus ásperos labios—. Sé que no me estás escuchando y que aunque te pida perdón mil veces vas a seguir odiándome porque yo me odio a mí mismo. Sé que no quieres mi dinero, ni mi fama, y si tienes a alguien, nena. Me tienes a mí, tienes a tu familia, a tus amigos, mis amigos. Y... no me puedo creer que estuvieses embarazada —puse mi mano en su abdomen—, ¿cómo no te has dado cuenta? Mierda, nena —susurré—, tenías a un pequeño o pequeña Bieber en tu interior y lo hemos perdido, cariño.

Undercover // Justin Bieber Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin