— ¡No me da igual! —gritó y pasó sus manos por el pelo—. Es solo que no puedo imaginar el hecho de que sea él. ¡Es como un padre para mí! —me quedé callada sin saber que decirle— Además, él no sabe español, no podría haberse comunicado con Carlos. Él jamás te haría daño, Abigail —lo vi sentarse en el sofá y decidí no decir nada más—. Mierda, Abigail, joder —se levantó y le dio una patada a la mesa—, ¡él me ayudó cuando nadie más lo hizo, cuándo tú ni siquiera estabas ahí!

— ¿¡Por qué no estaba ahí!? ¿¡Por qué no pude ayudarte!

— ¡Tú te fuiste de mi vida! Me dejaste cuando más te necesitaba.

Junté mis labios en una fina línea y dejé que todo lo que tenía dentro saliera. — ¡Tú me echaste de tu vida porque querías tener a diferentes tías en tu cama! —Alcé la voz—. ¡Estabas podrido y vacío por dentro y te encargaste que yo estuviera igual! Incluso invitaste a Chantel cuando yo estaba allí —mi voz tembló—. ¿Crees que sé que no te acostaste con ella mientras yo estaba en una de las habitaciones? ¿Y me estás echando en cara que no estuve ahí para tí? ¡Te he dado todo de mí! ¿Qué más quieres? —Moví mis brazos—. ¡Dime! ¿Qué más quieres de mí? Me dejaste en Praga porque no me amabas...

Respiré pesadamente, con lágrimas de rabia en mis ojos. Su semblante estaba serio, su mandíbula apretada y sus ojos me miraban con dolor y odio. Me giré, apresurándome hacia el baño y cerré el pestillo cuando estuve dentro.

Un golpe en la puerta hizo que me sobresaltara. — ¡Si tan podrida y vacía estabas no sé qué mierda hacías conmigo! —puse las manos en mis ojos y dejé que las lágrimas salieran, silenciosas—. ¡Dímelo! ¿¡Qué hacías aguantando a un infiel!? ¿¡Es porque soy famoso!? ¿¡O porque estoy podrido de dinero!? —Dio otro golpe—. ¡No tienes a nadie! ¡No tienes nada! ¿¡Por eso estás aferrada a mí!? —dejé que mi cuerpo cayera al suelo para poder abrazarme a mí misma.

Era como si no importara lo que sintiera por él, como si el amor no fuera suficiente para estar con él. Como si me interesara la fama o el dinero. Por eso no quería hacer nada extravagante, no quería ser modelo, no quería ser nada que no estuviera al alcance de mi mano.

Intenté reprimir un sollozo y lo que salió fue un suspiro tembloroso. Dolía, dolía mucho que el pensara que estaba con él por el dinero o la fama. Aunque también sabía que enfadado se decía muchas cosas.

Cuando tú ni siquiera estabas ahí.

Él había creado una barrera alrededor de él y no me había dejado entrar en su corazón en ese tiempo, pero yo si lo había dejado entrar en el mío y había hecho lo que había querido con él. Había jugado con él como si mi corazón fuese de piedra y nunca se rompiera.

No me había dejado ayudarlo porque él no quería. Él no había querido nada más de mí que lo que había tomado.

Me levanté y me miré al espejo. Mis ojos rojos y mis mejillas y nariz del mismo color. Me desvestí y me observé desnuda frente al espejo. Pasé mis manos por él y cerré los ojos, imaginando como él se habría acostado con ella mientras yo estaba en silla de ruedas.

Algo se removió en mi estómago y no tardé en ir al w.c para echar todo lo que tenía en mi estómago.

Cuando terminé, tiré de la cisterna y me apoyé en la tapa. Jadeé y cerré los ojos un momento. Cuando me sentí mejor, me metí en la ducha y dejé que el agua se llevara mis lágrimas, intentando sentirme mejor, pero sin éxito. Había recorrido mucho camino y no podía caer ahora por lo que él me había dicho. Ambos estábamos jodidos porque no podíamos imaginar que una persona de nuestro entorno pudiera hacernos algo así, pero antes estaba mi vida y mi seguridad, y daba igual si era Carl o alguno de mis amigos, si tenía que ponerlos bajo sospecha, lo haría sin pensarlo dos veces.

Undercover // Justin Bieber Donde viven las historias. Descúbrelo ahora