Treinta y nueve [II]

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— Quiero ir al hotel —susurré.

Quería poner distancia entre él y yo. Quería olvidarlo, encerrarlo en un cajón de mi memoria y que no volviera a salir. Sin embargo, allí estaba, mareada y temblando porque creía en sus palabras.

¿Solo lo han cogido a él? —pregunté.

Sí. Solo estaba él.

Creemos que hay alguien que le filtraba información de donde estábamos.

El hombre que llevaba mi caso, Luis Rodriguez, frunció levemente el ceño. — Los investigaremos a todos. Pasaré los papeles a España y seguramente también a él para que lo juzguen allí por lo que hizo. No dejaremos que pase de nuevo.

Vale, gracias.

Podéis iros cuanto te sientas mejor.

Asentí y Luis salió, dejándonos solos. Justin no tardó en hablar. — ¿Qué es lo que te ha dicho? —me preguntó.

No abrí mi boca para contestar porque no podía mencionar las mismas palabras que él había dicho.

— Él sabía que estaba observándolo. Le ha dicho que esto no es el final. Que volverán a estar juntos.

Justin frunció el ceño y negó con la cabeza. — Está loco. Estas a salvo, Abby —acarició el dorso de mi mano—. Lo van a meter en la cárcel.

Y yo tendría que ir al juicio a declarar.

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Cuando llegué a la habitación del hotel, solté todo en el suelo y me tendí en la cómoda cama sintiéndome cansada. Cansada y triste. Por lo que no tardé en empezar a llorar cuando agarré la almohada. No podía dejar de recordar su cara de maniático, sus palabras y su lengua recorriendo el cristal. Él estaba muy seguro que volvería a estar con él y estaba asustada porque iba a conseguirlo.

No sabía cómo, pero si me había perseguido por todo el mundo, haría lo que fuera. ¿Quién era él de todos modos? Estaba tan mal cuando salí de la comisaría que no había preguntado. Había fotógrafos y fans fuera y tuvimos que meternos en el coche corriendo mientras eramos protegidos por los policías. Una auténtica locura.

— Eh, nena —escuché a Justin a través de mis pequeños sollozos—. Ya ha pasado todo —sentí la cama hundirse a mi lado—, no volverá a tocarte.

Negué con la cabeza y el acarició mi pelo. — Cariño, ¿Qué ocurre? Deberíamos celebrarlo — besó mi hombro.

¿Cómo le decía que aún así tenía miedo? ¿Que quizás esto no había acabado? ¿Cómo le decía que sus palabras habían tocado todas mis fibras sensibles y necesitaba llorar?

No tienes nada ni a nadie.

Sentí el cuerpo de Justin a mi lado y tocó mi pelo de nuevo soltando un gran suspiro. — Sé que has pasado por mucho, que intentas pasar de todo y que has estado escondiendo tu pésimo humor para que no me preocupara. Pero lo estoy, Abby.

Levanté un poco mi rostro y lo miré. El lucía tan bien, tan tranquilo. Sus ojos me daban confianza y no tardé en estar entre sus brazos. Cerré los ojos escuchando el latido de su corazón y sintiendo el calor de su cuerpo junto al mío. — ¿Que más dijo? —susurró.

Undercover // Justin Bieber Donde viven las historias. Descúbrelo ahora