Treinta y tres [II]

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Horas y horas, dando vueltas de un lado para otro, sentándome a veces, saliendo a la puerta y fumándome un cigarrillo, a veces solo y otras con algún familiar de Abby.

Estaba acabando el paquete que había comprado esta mañana. Abigail se sentó a mi lado en las escaleras y me quitó el cigarrillo de la mano para darle una calada.

— Has fumado mucho.

Negué con la cabeza y Abigail pasó una mano por mi pelo.

— Lo tienes muy largo.

— Me lo cortaré cuando vuelva a Los Ángeles.

Abby puso su mano en mi barbilla y giró mi rostro. Dejó un pequeño beso en mis labios y apoyó su cabeza en mi hombro.

Ya era de noche, y con ello la hora de cenar. Miguel ya estaba dentro junto con Daniel.

— Llevo tantas horas aquí que he perdido la noción del tiempo —susurró.

— Yo también.

— Daniel quiere quedarse toda la noche.

La miré. — Mi madre no quería que lo hiciéramos, así que no sé qué hacer.

Pasé mi brazo alrededor de sus hombros y la estreché. Apenas quedaba ya gente. Habían venido amigos de Luisa, de Abby y de Daniel, los familiares por parte de su padre y vecinos.

— Abby.

Levanté mi vista para ver a Marta junto a un chico alto. Mi chica no tardó en levantarse para ir a abrazar a su amiga. Me levanté y observé el abrazo.

Ellas empezaron a hablar en español y abracé a Marta cuando Abby abrazó al chico. — Cuanto tiempo sin verte —le dije—. Estás más alta.

— No te burles —sonrió y me pegó en el hombro—. Este es Álvaro, mi novio.

Le di la mano.

//

Al final, todos dormimos en casa. Los hermanos apenas comieron y no tardamos en irnos a la cama, donde estreché a Abigail entre mis brazos sintiendo su tristeza.

//

La primera en llegar esa mañana a casa fue mi madre con mis abuelos y la familia Beadles, que me traían un traje de chaqueta. Ella abrazó con fuerza a Abigail y le dijo que estaría siempre para ella y su hermano.

Cuando llegamos al tanatorio, había allí más gente de la cuenta esperando, y no de amigos y familia, si no de gente que no conocíamos y medios de comunicación de cotilleos.

La Policía estaba allí controlando. Habían puesto vallas para que pudiésemos entrar al parking sin que se tirasen al coche.

Todos mis amigos y familiares cercanos estaban allí. Mi padre con Chelsey; mis abuelos; Ryan y Ashley; Scooter y Yahel; Johny; John; Nick; Carl y Laura Lentz; Judah; Patrick...

Los abracé a todos y presenté a Abigail a los que no conocía. Después, Abigail fue a abrazar a sus amigos, como Diego y compañía y me presentó a gente que yo no conocía, aunque sabía que no estaba de humor para saludar ni presentar a nadie.

En la misa —que no entendí mucho—, Abigail se aferraba a mi mano y cerraba sus ojos de vez en cuando, derrotada. Apenas cabía la gente en esa habitación para la misa, así que había mucha gente en la puerta.

Cuando la misa terminó, salimos. El cementerio estaba al lado. Un coche llevó el ataúd hasta el cementerio y fuimos caminando detrás de él. Abigail se aferró a la mano de su abuela y su prima mientras seguíamos al coche.

— Es una pena —dijo Carl poniéndose a mi lado.

— Sí.

— ¿Qué van a hacer ahora?

— No lo sé —admití.

No tardé en ponerme detrás de Abigail mientras sacaban el ataúd del coche. Su hermano estaba al lado de su tío y podía ver sus lágrimas cayendo por sus mejillas, ya que llevaba unas gafas de sol oscuras, como la mayoría. No era un día soleado y el tiempo acompañaba a la tristeza que en ese momento se estaba viviendo.

Cuando el ataúd estuvo metido en su correspondiente hueco, la gente empezó a irse. La abuela de Abby besó su mejilla y limpió sus lágrimas mientras iba con su hijo y marido.

Abigail seguía mirando donde habían enterrado a su madre, agarrada con fuerza de la mano de su prima. Diego y Víctor aún estaban allí, un poco alejados, al igual que Carl y Laura. Daniel apretó el hombro de su hermana y pasó por mi lado, sorbiendo su nariz y llorando.

Me acerqué a Abby y puse una mano en su cintura. Sus lágrimas bajaban sin cesar por sus mejillas mientras lloraba en silencio. Su prima las secó por encima y cogí una de sus manos.

— Yo la quería —sollozó.

— Lo sabía —su prima también estaba llorando—. Ella lo sabía, Abby.

Mi chica negó con la cabeza y la sujeté cuando sentí su cuerpo descender. No tardé en tener a Diego a mi lado y a los demás alrededor. Prácticamente, la arrastramos hacia la salida del cementerio. Y cuando digo que la arrastramos, me refiero a que un brazo lo tenía alrededor de mi cuello y otro alrededor del cuerpo de Diego. Nuestros brazos estaban rodeando su cintura y cuando llegamos a la puerta la cogí en peso.

Me apresuré a los escalones del tanatorio y la senté allí. Laura no tardó en llegar con una botella de agua y su tía empezó a abanicarla. Su prima sostenía su mano y su abuela sollozaba viendo la escena.

— Se le habrá bajado la tensión —escuché a John.

Abigail llevaba sin comer un día.

Mi chica se puso un poco mejor y se quitó sus gafas de sol, dejándolas a un lado. Limpió las lágrimas y pude observar sus ojos rojos hinchados. Volvió a ponerse las gafas y la vi mirando a un punto fijo mientras que su abuelo sujetaba su mano y le hablaba.

De un momento a otro, se levantó, en tensión. Bajó los escalones y empezó a correr. Todos nos quedamos mirándola sin entender qué estaba haciendo. Corrí detrás de ella, ya que iba hacia la salida donde estaban todos. La gente empezó a gritar y la cogí antes de que ella pudiera hacer una estúpidez.

— ¡Se va, se va! —gritó—. ¡Estaba aquí! ¡Es él!

//

¿A quién habrá visto Abby?

Todo ha pasado, ahora llegará el momento de superar y de empezar a pensar qué va a ser de sus vidas.

Gracias por los votos y los comentarios!

Sois amor.

¿200 para el próximo?

PD: Estoy editando la novela, añadiendo fotos y eso. Apenas voy por el capitulo dos.

PD2: ¿Vieron los nuevos tatuajes de Bieber? *.*

PD3: Canción- Tom Odell — Sense

PD4: Pueden pasarse por «ÉL» mi nueva historia y apoyar u.u

Undercover // Justin Bieber Where stories live. Discover now