Treinta y tres [II]

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Daniel empezó a hablar en español y pude coger alguna que otra palabra. Su voz estaba quebrada y Abby se sentó en el borde del sofá para estar más cerca de él. Él se levantó limpiando sus lágrimas y lo vi salir.

— ¿Qué ha dicho?

— Dice que no se ha podido despedir.

Su cabeza se apoyó en mi hombro. - Estoy cansada.

— ¿Por qué no te acuestas un rato?

— No puedo soportar la idea de despertarme y darme cuenta que no está.

Cogí su mano y entrelacé nuestros dedos.

— Siento que no he aprovechado el tiempo a su lado, que debería de haberla ayudado a todo lo que me pedía. Me arrepiento de haberme peleado con ella y haberle faltado el respeto alguna vez. Pensaba que siempre iba a estar ahí para cuando la necesitara... —su voz que quebró—. No sé por qué me pasa esto —sollozó.

Solté su mano para estrecharla entre mis brazos.

— ¿He hecho algo malo? ¿Por qué la vida me ha quitado a mis padres? —lloró con dolor—. ¿Por qué pasa todo esto?

Ni siquiera sabía que decirle. No tenía respuesta y sabía que mencionar algo sobre Dios la haría indignarse. Mi chica había perdido la poca fe que le quedaba cuando se enteró del cáncer de su madre.

Le prometí a Luisa que cuidaría de sus hijos y lo haría. Si algún día lo dejaba con Abby, nunca les faltaría de nada a ninguno.

Acaricié su pelo y besé su frente.

Cuando la conocí, jamás pensé que estaría sentado en un sofá, estrechándola mientras lloraba la muerte de su madre.

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Las siguientes horas no fueron las mejores. Podíamos ver a Luisa metida en su ataúd tras un cristal y había un sillón en frente, donde los abuelos de Abigail estaban sentados agarrados de las manos. Daniel también se encontraba allí, al lado de su abuelo, mirando el cristal. Abigail se había negado a mirar. Estaba hablando con su tío mientras lloraba y este tenía una mano puesta en su hombro.

Había avisado a mis padres de lo ocurrido, a Scooter y a toda la gente importante para mí, aunque muchos lo habían visto por internet. Sabía que mañana con tanta gente aquí sería una locura, incluso ahora los medios y las fans estaban fuera del recinto. La Policía daba vueltas por fuera para ver que todo estuviese en orden. Mañana tendrían que estar aquí.

La mano de Abby cogió la mía. — ¿Vamos a la cafetería? —me preguntó.

Asentí.

Su prima se nos unió y ambos nos sentamos en una de las pequeñas mesas.

Bebí de mi coca-cola mientras los tres estábamos en silencio.

— ¿Cómo fue? —preguntó su prima.

Abigail lamió sus labios. — Sabía que no le quedaba mucho, esa mañana se despertó más débil que de costumbre. Había pasado una buena noche, pensé que todo iba bien, sin embargo, ella estaba ya apagándose. Estaba doblando la manta que había utilizado para taparme cuando vi su mano boca arriba. Se la cogí y escuché como daba su último aliento.

Su prima limpió sus lágrimas y mi móvil sonó. Me levanté y lo cogí.

— ¿Si?

— Envía la dirección cabeza de melón —escuché a Patrick al otro lado de la línea.

— ¿Qué dirección?

— La del cementerio, vamos todos.

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Undercover // Justin Bieber Where stories live. Discover now