Me separé de él. — Gracias por estos días, me lo he pasado muy bien.

— No tienes que darlas —sonrió.

— Quería decirte algo - mordí mi labio nerviosa.

— Adelante - me animó.

— He pasado poco tiempo contigo, y por lo que he podido ver, eres una persona increíble y humilde. No dejes que te hundan, y por favor, nunca te olvides de dónde vienes y gracias a quien estás aquí.

— Nunca lo haré —sonreí satisfecha—, pero... ¿Por qué esto me suena a despedida?

— Mmmm... Porque lo es. Vine a por mí móvil

— Claro, tú móvil —se tocó la nuca—. ¿No piensas volver a visitarme más?

— Bueno, a no ser que me toque la lotería y pueda perseguirte por todos los países, lo dudo —respondí con humor.

— Pero yo pue....

Lo interrumpí. — No quiero que me pagues billetes de avión para verte, es... realmente incómodo que gastes tu dinero en mí.

— ¿Me tomas el pelo? Abby créeme, un billete de avión y una estancia en un hotel no es nada, ni siquiera es el 5% de mi dinero, puedo hacerlo, y verdaderamente, aunque te suene raro oírlo, quiero hacerlo. No sé por qué, pero quiero seguir viéndote. Quiero seguir conociéndote, y algo me dice que tengo que intentar hacer todos tus deseos realidad.

— No eres mi hada madrina, Justin. Solo eres mi ídolo.

— No solo quiero ser tu ídolo, quiero ser tu amigo. Os quejáis de que nunca tengo relación con ninguna de ustedes, y cuando verdaderamente quiero hacerlo, te niegas —movió la cabeza de un lado a otro—. Chicas, ¿Quién las entiende?

— Nosotras no somos el problema —reí y le tiré un cojín—. ¡Espera! —dije haciendo que él se quedara a punto de tirar el cojín—, esa canción, la del club, ¿Es nueva? —él asintió sonriente.

— ¿Cuándo vas a subirla? 

Se encogió de hombros.

— ¿¡Que no lo sabes!? —Hice drama—. Estarás bromeando.

— No —me tiró el cojín.

— Déjame escuchar de nuevo la canción.

— No, esperarás como las demás.

— Oh venga, por favor, ¿Qué más te da? Solo seré yo... —mordí mi labio.

— Mmmmm... No —sonrió divertido.

— Maldita sea Bieber —le pegué con el cojín—. Enséñame —golpe— la jodida —golpe— canción —volví a golpearlo con él cojín.

— Te dije que no —rió y me quitó el cojín para empezar a darme.

— ¿Vas a dejar que muera de la impaciencia? —intenté parar los golpes con mis manos.

— Algo así —se encogió de hombros.

Abrí la boca. —Quieres matarme —susurré alucinada.

— No quiero matarte —dejó de darme con el cojín.

— Mi propio ídolo quiere matarme de la espera —cubrí mi boca con mis manos.

— No seas dramática —me dio una vez más con el cojín, lo tiró a un lado de la habitación y se tumbó a mi lado.

— Entonces... ¿No me la vas a poner de nuevo? —lo miré.

— No

— ¿Estás haciendo nueva música y no me la vas a enseñar? Te odio —me giré y me puse de espaldas a él.

— No, no me odias —dijo divertido.

— Si, te odio ahora.

— No —rozó con sus dedos mi cadera, ya que mi camiseta estaba subida un poco. La piel se me erizó ante su tacto y mordí mi labio inferior intentando controlar mis pulsaciones. — No, lo haces.

Me quedé en silencio mientras sentía sus dedos acariciar mi cintura. Justin dejó mi cintura y suspiró. Sentí moverse la cama y miré hacia atrás viendo como Justin se levantaba.

— No podré verte mañana —se quitó la gorra. Me senté en la cama—. Salgo temprano de aquí. Espero volverte a ver pronto—. Me levanté, esta era la despedida—. Me ha gustado pasar este día contigo, y que sepas que la próxima vez, te ganaré al ping-pong —sonreí.

— Claro, siempre puedes seguir intentándolo —Justin se acercó a mí y posó sus labios sobre mi mejilla.

— Hasta pronto —se giró y lo vi salir de la habitación.

— Adiós —susurré.

Undercover // Justin Bieber Where stories live. Discover now