La vida de Horacio

Día 291

Diario de Marco

Lo primero que vi cuando abrí los ojos fue a María llorando. Me abrazó y me dijo que le costaba procesar las cosas que había decidido para mi vida. Porque soy parte de la familia y que el próximo año... Estoy muy cansado, pero sé que no es por mi nueva edad. Apenas me desperté de la cámara de congelación, me sentí débil. Me llevaron a mi habitación, dormí por varias horas. Me preguntaron qué recordaba, y yo dije que todos los niños X entramos en la cámara de congelación para vivir muchas vidas humanas. Me mostraron videos donde hablaba inglés antiguo con una personalidad que no era la mía. Me explicaron que de la lista de "vidas pasadas" creadas para mí, la última fue la de Ricardo III... Al final, la Dra. Ruth dijo que era vital que yo regresara a mi casa con pequeño Horacio cuanto antes, y aquí estoy, con mucho sueño, acariciándome el rostro frente al espejo para irme acostumbrando a mi nueva cara.

Pequeño Horacio me acaba de entregar el reloj de arena antiguo que le regalé alguna vez.

—¿Es una broma, X-7? —le digo—. ¿Te parece gracioso este tipo de mensajes simbólicos?

—Mi cama es una puerta —responde él, como el niño que siempre fue.

Tuve que regresar el reloj a la sala. No podía dormir cerca de él. Luego me reí a carcajadas, maldiciendo a Horacio en tono de broma. En el fondo estaba nervioso, tenía miedo y hasta meditaba en la decisión que había tomado, dentro de un estado en el que no era yo, sino un espíritu viajero. ¿Hice lo correcto?

Pero algo sí puedo comprobar. El ADN Sasha produce una valentía extraña que viene de a ratos. No soy un Marco viejo sino un Marco que ha viajado demasiado lejos de su propio cuerpo. De a pocos, mi mente está procesando la realidad de forma diferente.

Sé que si cierro los ojos y me pongo a meditar, podré tener experiencias más fuertes que los sueños lúcidos. Quizás algo parecido a una pequeña muerte que se convertirá en un pequeño nacimiento.

Estoy listo para viajar de nuevo.