Día 171

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Hoy Román convocó a una nueva reunión de los niños X. Como siempre, nos instalamos en una sala con televisores y nos dieron audífonos para escuchar las traducciones.

—Por lo que veo, ya no tenemos ninguna interferencia —dijo Eva, viendo que a ningún niño X le dolía la cabeza—. ¿Alguien tiene algo que decir?

—Ábaco, tabla, ábaco, tabla —dijo Horacio—. Ábaco, tabla, ábaco, tabla, ábaco...

—El mensaje es claro, necesitamos un ábaco —dijo Gunter.

—Pues bien, ya lo escuchaste, Román —dijo Eva, mirando a la cámara. Cronos se puso de pie acercando su rostro a la cámara que estaba justo detrás de él.

—Román, ¿cuánto tiempo va a demorar el pedido? Sabes que cada minuto que pasa nos hacemos más viejos —dijo Cronos, exasperándose con cada palabra—. Debe haber un equipo pendiente de lo que necesitamos. Espero que ya hayan salido a buscar un ábaco en alguna tienda. Y si no encuentran una tienda, ¡deberían construir un ábaco ahora mismo! Es el día 171, Román. Tenemos mucho trabajo que hacer y...

—Creo que ya entendieron el mensaje —replicó Eva, que también se había puesto de pie, poniendo una mano en el hombro de Cronos.

De inmediato, María cogió el teléfono de la sala y apretó un botón rojo. Al otro lado de la línea nos contestó Román.

—Tenemos un ábaco en nuestra habitación —dijo María.

En cuestión de segundos, Ivo llegó a la sala y nos condujo a una camioneta rumbo al hotel. Regresamos con el ábaco y volvimos a la sala. A través de la pantalla, vimos cómo Ivo le entregaba el ábaco a Eva, que a su vez se lo entregaba a Horacio, y este lo fue pasando a los otros niños X.

El que más tiempo revisó el objeto fue Toshiro, que sacó de su mochila un cuaderno y un lapicero, empezando a calcular cosas.

—Voy a practicar un poco los cálculos con el ábaco, aunque no entiendo bien cómo nos podría ayudar eso con los espíritus atrapados del parque —dijo Toshiro.

María abrió la laptop y buscó en su archivo de Excel el día en que Horacio repitió las palabras "ábaco" y "tabla" varias veces.

—¿Recuerdas ese sueño que tuviste, del profesor japonés en un auditorio, enseñando a usar el ábaco? —preguntó María—. Aquí tengo anotado que alguien en el auditorio dijo la frase "i91, el número base es 91!".

Cogí el teléfono y le hablé a Román del sueño y de la frase. Poco después, el traductor daba el mismo mensaje a los niños X, a través de los audífonos. Ellos escuchaban con atención y hablaban entre sí. Teseo sacó una laptop de su mochila.

—El ábaco de los mayas tiene 91 cuentas. El que tenemos en la mesa es un ábaco chino —dijo Teseo después de unos minutos buscando en internet.
—Román, necesitamos con urgencia un ábaco maya —dijo Cronos, que otra vez se había puesto de pie, mirando fijamente la cámara—. ¿Cuántas personas están trabajando contigo? Espero que el millonario haya invertido en un grupo calificado. ¿Has visto la película Apolo 13? Somos como los astronautas en el espacio y nuestra nave está averiada. ¡Houston, tenemos un problema! Eso es lo que está pasando...

—¡Cronos! —exclamó Eva y X-8 volvió a su asiento, impaciente—. Nos reuniremos de nuevo apenas tengamos el ábaco maya —concluyó después, dirigiéndose a la cámara y haciendo un gesto de despedida con la mano.

La vida de HoracioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora