Día 27

8.5K 728 15
                                    

Un cliente particular me encargó diseñar una base de datos para su empresa. Tomé el trabajo porque es mejor prevenir cualquier situación económica, especialmente en los últimos meses del año. Tuve una reunión con él en la ciudad. Aproveché para comprarle más ropa a Horacio, porque hasta ahora solo podemos vestir a un niño de cinco, seis, siete y ocho años, pero nos falta ropa para un niño de nueve para arriba.

Horacio ya se baña solo. Creemos que le falta poco para que también aprenda a vestirse sin ayuda. Tiene más control de sus brazos que de sus piernas, pero hoy día se apoyó en el sofá para estar parado unos segundos. Cuando nos acercamos en plan de ayudarlo a caminar, se niega a recibir ayuda. A ratos parece que esto fuera orgullo, pero otras veces da la impresión de que necesita aprender cosas por su cuenta. Es como cuando pinta un cuadro. Nadie se lo ha enseñado pero lo hace bien.

Cuando llegué a casa, María estaba viendo una película en su laptop sobre un niño que vendía dulces en la calle. En una de las escenas otros niños le roban todo el dinero ganado a lo largo del día, golpeándolo. El niño termina con moretones en la cabeza, una de sus manos sangra porque lo habían cortado con un cuchillo. Una señora que trabaja en una farmacia cercana lo ayuda con unos vendajes y curitas. El niño no regresa a su casa porque tiene miedo de que su padrastro también lo golpee. Este drama puso a María demasiado triste. Sé que tiene un tema del que nunca me habla, relacionado a su padrastro. Entró en la habitación y llegó a la cama exhausta. Ayer casi no había dormido por entregar una traducción a tiempo. Horacio se acercó a ella y cogió su mano entre las suyas. Esto alegró a María de tal forma que sonreía con los ojos húmedos.

Estas escenas son las que me hacen pensar que toda nuestra vida con Horacio es una especie de viaje a un lugar lejos del mundo. Los días en este lugar duran 24 horas, pero a la vez tienen otra duración que se contrae y se expande. Las horas se vuelven esenciales. Pudimos haber decidido llevarlo a un orfanato. Seguiríamos en el mundo de siempre, las horas serían todas iguales. Pero abrimos la puerta y aceptamos las nuevas reglas, sin conocerlas.

Fue la mejor decisión que pudimos tomar en nuestras vidas.

La vida de HoracioWhere stories live. Discover now