Día 140

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María estuvo con Horacio mañana y tarde, celebrando su cumpleaños 35, en Moscú. Yo me la pasé programando porque un cliente me pidió un trabajo urgente.

Acaban de llegar, sonríen. Han comprado un atril y lienzos. Estoy muerto de cansancio. Me dan ganas de conversar con mi hijo. Pongo mi silla en frente de la suya. "Ahora tienes la misma edad que yo" le digo. Él no responde, me mira a los ojos con la misma inocencia con la que me miraba cuando era un bebé. No tengo fuerzas ni siquiera para intentar una conversación, solo lo observo, esperando que ocurra algún diálogo telepático, que nunca se produce.

Las cosas van a cambiar ahora que Horacio tiene mi edad. Tengo la impresión de que ya no lo miro como un hijo, sino como un hermano mellizo, que en cuatro días se convertirá en mi hermano mayor.

Cierro los ojos, es muy probable que me quede dormido en la silla, pero me resisto. Hoy mi hijo cumple la misma edad que yo y eso sucede solo una vez en toda la vida de Horacio. Por eso, aun con los ojos cerrados, estoy intentando comunicarme con él. Le hago preguntas en mis pensamientos, esperando que lea mi mente. ¿Tu misión es traer la figura multidimensional con los otros niños X, eso es todo? pienso. Me quedo en silencio y no tengo respuesta. ¿Para qué nacemos en el planeta Tierra? Espero varios minutos y solo tengo vacío mental. Se me ocurre que no es posible preguntarle a Horacio cosas con lenguaje humano y que tengo que usar un lenguaje sin palabras. Quizás Horacio viene de un planeta donde los seres hablan entre sí utilizando sonidos básicos que completan con ondas mentales. Si les preguntas cuál es el significado de la vida te mirarían como si fueras una hormiga y tratarían de llevarte a la cuarta o quinta dimensión para poder explicártelo. Estar sentado frente a Horacio, con los ojos cerrados, es la perfecta metáfora de lo que soy ante él: un ciego.

Abro los ojos. María está tomando la foto para su álbum: Horacio y yo mirándonos cara a cara, en silencio, cada uno en su silla, relajados.

— ¿Cuántos días faltan para que te vea como un padre, hijo mío? —le pregunto.

La vida de HoracioWhere stories live. Discover now