Día 147

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Diario de Marco

Hoy por fin encontré a Ernesto en el taller. Tenía un aspecto descuidado. El rostro con grandes ojeras. Se notaba que llevaba buen tiempo sin afeitarse. Cuando le tocó el turno de leer su texto, dijo:

Nadie puede salvar al niño encerrado en la casa abandonada. Yo intenté salvarlo, corno si fuera mi deber. Fracasé rotundamente. Hay otros escritores que tienen más información que yo. Deben buscarlos antes que sea demasiado tarde. Por más que intente encontrar las nuevas piezas del rompecabezas, si no tengo la llave de la caja nunca las podré encontrar. Solo tengo la llave para las primeras piezas. Son muchas las llaves repartidas.

Tienen que combinarse para abrir la caja. Por ejemplo, hay una figura que solo se puede armar en el aire. Un triángulo que flota. Quizás pueda ayudar con el triángulo que flota, pero esa es apenas una figura de muchas.

Después de leer el texto, pidió disculpas y se retiró.

Cuando regresé a mi casa, encontré dos huevos en el nido del picaflor. Y pude ver con claridad una imagen donde tres picaflores forman un triángulo en el aire y entre ellos pasa una paloma blanca que lleva un mensaje en un pequeño tubo atado a una de sus patas.

No tengo forma de saber qué tipo de mensaje es el que lleva, ni tampoco hacia dónde lo lleva. 


La vida de HoracioDove le storie prendono vita. Scoprilo ora