Día 12

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En la mañana preparamos la torta de chocolate para Horacio. Él nos observaba con curiosidad. “Es para ti” le decía María. “Es tu cumpleaños” le repetía una y otra vez, alargando las sílabas. En el suelo pusimos un tazón para batir las claras del huevo. María le enseñó a mover la espátula y el trató de imitarla. Se divertía mucho. Le gustaba romper los huevos y echar las yemas en el tazón. Cogió todos los del envase para hacer esto.  Se lo permitimos, era su cumpleaños. Pusimos el molde con la masa en el horno. A la hora del almuerzo vino Marco. Comimos pasta y mucho puré de papa, para acompañar a Horacio. Luego sacamos la torta del horno. María le repitió: “Es para ti”. “Es tu cumpleaños”, señalando con su dedo índice el pecho de Horacio. Luego Horacio señalaba con sus dedos su propio pecho. “Sí, es correcto, es para ti” decía María con énfasis. Entonces pusimos el número 3 en la torta. Marco nos tomó varias fotos. Mil fotos, en verdad, porque no para hasta encontrar la toma perfecta cuando se trata de eventos importantes. Y le cantamos Feliz Cumpleaños, aplaudiendo. María sopló la vela, la prendió de nuevo. Yo soplé la vela, la prendí de nuevo. Marco hizo lo mismo. Cuando le tocó el turno a Horacio, nos imitó y logró apagar su vela. Lo aplaudimos como quien felicita al que hizo una gran hazaña. Y sentí una especie de piedad, porque pensé en otras hazañas inimaginables que le esperaban en el futuro.

La vida de HoracioWhere stories live. Discover now