Día 116

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Diario de Marco

Una señora tocó la puerta.

—Buenos días. Mi nombre es Dora. ¿Se encuentra María? —dijo con voz cordial. 

—Ella está de viaje —respondí—. Me comunico con ella cada cierto tiempo. ¿Quiere que le deje un mensaje? 

—Oh, en verdad solo quiero dejarle esto —dijo entregándome una caja—. Es para su hijo, eso es todo. Bueno, me tengo que ir. Con su permiso.

Después de cerrar la puerta, recordé que en un cumpleaños de Horacio hijo, María había recibido una carta firmada por una tal Dora.

Dentro de la caja encontré otra caja, pero de madera. Era rectangular. Tenía un tablero tallado en la parte superior y a los costados, símbolos egipcios. Sé reconocer la antigüedad de los objetos y este, sin duda, pertenecía al Antiguo Egipto. En toda mi vida, nunca había podido tocar un objeto así de lejano en el tiempo. El tablero tiene tres filas paralelas de diez casillas cada una. Dentro del objeto se abría un cajón y aparecían diez piezas, junto a unos huesecillos parecidos a dados y unos palitos. Recordé haber visto algo parecido en el catálogo de un museo de Nueva York, pero había olvidado el nombre.

Treinta casillas... ¿Acaso Horacio hijo debe recibir esto como regalo, cuando cumpla treinta años?, pensé.


La vida de HoracioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora