Día 24

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Es de noche. Marco ha traído vino. Vamos a celebrar los seis años de Horacio. Tenemos bizcocho. El gato maúlla detrás de la puerta. Le abrimos. Cuando pasa, el pequeño Horacio le sirve leche. Se acerca gateando a la refrigeradora y la abre. Deseo verlo caminar. María y yo tratamos de ejercitarlo en eso, pero se resiste. Con las palabras es igual. Hoy no ha dicho ni siquiera sonidos raros. Estuvo callado desde la mañana, pero no lo vemos triste. Se divierte con lo de siempre, dibujando sus figuras, viendo las noticias. No ha pintado en el lienzo vacío. Quizás porque ve que solo hay uno para usar y está esperando que una buena imagen le venga a la cabeza. Mañana compraré un par de lienzos más.  

—Deberíamos ponerle nombre al gato —dice Marco.

—¿Alguna sugerencia? —pregunta María.

—Hagamos una lista. Pero que sean nombres relacionados a los gustos de Horacio —digo yo.

Después de que Horacio sopla su vela y aplaude, se pone a dibujar figuras en una hoja, encima de la mesa del comedor. Le alcanzo más hojas para que se explaye a su gusto.

Hemos tomado varias copas. Marco ya tiene una lista de nombres sugeridos por los tres, los lee en voz alta, como esperando que el pequeño Horacio vote por alguno.

—Hasta ahora tenemos... Triangu, por los triángulos; Ruso, por su país favorito; Basilio, por la catedral que pintó; Figuretti, por las figuras que le gusta dibujar; Geométrico, la razón es obvia; Eneas, porque vino en enero igual que Horacio; Perestroika... ese no vale, porque es macho. Por cierto, ¿se enteraron de la noticia? Un gato en Moscú salvó de morir a un niño abandonado, le dio calor hasta que lo encontraron.

—¿Y eso cuando pasó? —María pone gesto de asombro.

—Déjame revisar —dice Marco, revisando su móvil—. La noticia apareció en redes el 15 de enero.

—¿Y cuándo hizo la pintura, Horacio? —pregunto.

—El día 21 —responde María.

—Sencillo. Vio la noticia en la televisión y la pintó a su manera —concluyo.

—Sí, pero no deja de ser curioso, mi querido Horacio Papá —replica Marco—. Empiezas el año con un niño abandonado y luego aparece un gato como su mascota. Un par de semanas después, aparece un niño abandonado en otro lugar y un gato lo rescata.

—Sí, es una coincidencia curiosa, pero solo eso, una coincidencia —digo—. Sobre el nombre del gato, debería escogerlo Horacio mismo, cuando aprenda a hablar —observo a mi hijo, esperando que diga algo, cualquier cosa, pero sigue concentrado en sus trazos. Me acerco a su hoja para ver lo que ha dibujado. Es un mapa de Rusia hecho con contornos geométricos.

La vida de HoracioWhere stories live. Discover now