Día 97

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Diario de María

Iván llamó al teléfono de nuestra habitación. Me contó que estaba en Moscú como intérprete de Román y nos dijo que entráramos en la página web con la contraseña que conocíamos, que mañana acordarían una nueva reunión con nosotros. Se despidió pidiendo disculpas por el incidente de ayer, aduciendo que desde hace varias semanas duerme muy poco por la traducción de un libro de medicina, y que sus defensas debían estar bajas. Le dije que no se preocupara, que yo entendía lo demandante que puede ser una traducción. Después de colgar pensé que su excusa era muy débil.

Pusimos la laptop en la pequeña mesa del cuarto. Horacio escribió la dirección web y usó la contraseña. Aparecieron links a dos vídeos cuyos nombres eran "Nacimiento" y "Mensaje". Hicimos click en el primero. Un texto anunciaba "Nacimiento de Horacio. 01/01/2015". Con esas palabras pegué un grito y casi me caí de la silla. Horacio Papá me tomó de la mano. El video se quedó con el texto allí congelado durante unos cinco segundos que me parecieron interminables, hasta que al fin se mostró la imagen inicial: el doctor cortando el cordón umbilical, rodeado de dos enfermeras. Luego la cámara enfocaba el rostro de Horacio Bebé, que no lloraba, pero respiraba con dificultad, empapado por el líquido amniótico. Abría y cerraba los ojos, en un momento parecía que miraba a la cámara, funciendo el ceño, luego miró al doctor del mismo modo. Me preocupaba que respirara tan rápido, aunque no tenía lógica preocuparse porque Horacio Hijo estaba durmiendo cerca de mí, sano y salvo; pero igual, el video me ponía nerviosa. Mejor dicho, era como si el video me transportara a ese momento del pasado y lo viera como el presente actual. El doctor le frotaba a la criatura los pies con suavidad y, poco a poco, Horacio iba respirando más tranquilo. Tenía miedo que en cualquier momento le pegaran una nalgada. Menos mal que el doctor parecía un experto.

La cámara siempre enfocaba la cara de Horacio. Esa mirada transmitía algo que no era normal en los ojos de un bebé. Me recuerda la mirada que pone Horacio cuando está en su silla de ruedas deportiva y se echa a correr para alcanzar la pelota de baloncesto. Como si estuviera listo para cualquier reto. Horacio bebé se iba adaptando al oxígeno y movía el rostro como reconociendo el terreno de su misión. Eso me recordó lo que había dicho Marco alguna vez. Que más que haber nacido, Horacio daba la impresión de haber venido de algún lugar. Pero ¿de dónde? El video pasaba a otra escena donde la madre de Horacio tenía al niño entre sus brazos y se ponía a llorar. Y claro, me puse a llorar con ella porque todo esto era muy fuerte. Se notaba que la madre sabía que se iba a separar de su bebé. El cabello de la madre era castaño igual que el de Horacio, otro rasgo en común eran los ojos grandes, que siempre pensé le daban a Horacio un aspecto de seguridad. También se parecen en el color pálido de la piel. En el rostro de la madre, que era pura alegría y pura tristeza al mismo tiempo, quise ver mi rostro, pero no pude. Quise imaginarme teniendo esa misma expresión al abrazar a mi hijo. Pero no podía lograrlo. Su conexión era otra cosa. Tenía que asimilar que Horacio también era su hijo y que me dolía ver a la madre así. Impactada como estaba con el video, no me había percatado de que todo el tiempo Horacio Papá me tomaba de la mano. Lo abracé porque sentí que todo estaba yendo demasiado rápido y necesitaba apoyarme en él con mas fuerza que antes. Tenía que procesar la existencia de la madre de Horacio, y también el significado de haber decidido quedarnos con él.

Cuando Horacio Papá hizo click en el segundo video, apareció una nota: "el video Mensaje estará disponible el día de mañana, en 24 horas".

La vida de HoracioWhere stories live. Discover now