105.- MOSCÚ

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*Varias semanas después*

—Necesito que literalmente desparezcan de la faz de la tierra—nos decía tío Michael a Alec y a mí. No estábamos del todo recuperados, pero por lo menos yo ya podía caminar por mi propia cuenta, mis dedos habían sanado y ya no necesitaba llevarlos enyesados y mi cara prácticamente había sanado, solamente quedaban unas manchas verdes amarillentas a causa de los moratones que empezaban a desaparecer. Y Alec, seguía recibiendo atención en las quemaduras de la espalda, tenía una línea café en el pómulo otra en el labio donde había tenido heridas abiertas y que ahora estaban cubiertas por una costra, no era nuestro mejor momento, pero estábamos vivos, juntos y sobrellevando la situación lo mejor que podíamos. Alec aún seguía custodiado por la policía, porque su recuperación había llevado más tiempo, en caso contrario ya estaría encarcelado.
—Pero... ¿Cómo? —le pregunte a tío Michael confusa.
—Necesito que desaparezcan del mapa por unas semanas, quizá un par de meses. Estoy intentando limpiar sus nombres, y los quiero fuera de la lupa para hacerme las cosas más fáciles.
— ¿De qué servirá que nos alejemos? —cuestione de nuevo, recargando los codos en mis rodillas. —sentí la mano de Alec acariciar mi espalda, y no sé si era por el largo tiempo de abstinencia que había tenido, pero su toque me electrizo la piel de manera demasiado sugerente, Alec pareció notarlo, sonrió de medio lado de manera muy coqueta y detuvo la suave tortura por el simple hecho de que estábamos frente a tío Michael.
—No eliminare sus nombres, el legado Anderson debe mantenerse en pie. Y explicarle a Isabella que debe cambiar de apellido será una tarea demasiado exhaustiva, no porque no entienda, es una niña demasiado inteligente. Sus padres murieron y no quiero que se deshagan de prácticamente lo único que les queda de ellos terrenalmente. —en momentos como este era en los que entendía porque mi familia siempre había sido la cabeza en la mafia norteamericana. Tío Michael era sorprendentemente inteligente y siempre pensaba en todas las posibles consecuencias, daba pasos acertados y rara vez fallaba. —Solo necesito que desaparezcan por un tiempo, para poder hacer lo que tengo que hacer sin tener a la policía siguiéndoles los pasos, será una preocupación menos para mí. —dijo tío Michael mirándonos esperando por una aprobación, observe a Alec que estaba pensativo.
Yo podía irme sin ninguna preocupación que me retuviera aquí, pero él tenía dos hermanos a los que darle explicaciones del porqué de su ausencia lo cual no sería fácil. Y aunque Isabella se creería cualquier cosa que saliera de la boca de Alec, con Iker no sería tan fácil, cuestionaría y cuestionaría hasta que Alec le dijera la verdad.
— ¿Qué hay de Isabella y de Iker? —cuestiono Alec observando a tío Michael y después a mí.
—Sabía que preguntarías eso, y no quiero que te preocupes por ellos, estarán bien aquí, Leila, Grecia, Evan, todos en la mansión y yo personalmente me hare cargo de ellos, y los cuidare con mi vida si eso te hace sentir más tranquilo. Pero los necesito fuera del país.
—Yo...no lo sé. Soy lo único que les queda Michael—argumento Alec mortificado, pasándose las manos por el cabello, desordenándoselo.
—Y precisamente por eso, debo impedir que vayas a prisión. Y para eso necesito que sacrifiques unos meses de estadía con tus hermanos, a que pierdas 25 años de su vida. —dijo tío Michael de manera convincente. Alec seguía en silencio, estaba pensando la propuesta de tío Michael. Ante el silencio de Alec mi tío intervino de nuevo.
—Alec, no quiero sonar autoritario ante una decisión que te corresponde solo a ti. Pero esto ya está decidido, solo les estoy avisando que se van esta misma tarde. Déjame agradecerte que no nos hayas delatado para conseguir acortar tu condena, conmigo y Miranda en prisión habría sido casi imposible que saliéramos bien librados de esto y habríamos pasado una larga temporada tras las rejas y eso es algo que jamás podrá terminar de pagarte. No por mí, sino por Miranda. De ningún modo habría permitido que pasara toda su juventud en una prisión de Nueva York. —se hizo el silencio en la habitación de nuevo, tome la mano de Alec acariciándola con mi pulgar. Se volvió para mirarme indeciso.
—Vámonos Alec, comencemos de nuevo. —musite mirando sus ojos y sus labios alternadamente.
—Cuando les pida que regresen estarán sus expedientes limpios. No podrás volver al buro de investigación Alec, pero no serás perseguido más. En cuanto a ti—dijo ahora dirigiéndose a mí expresamente. —Te sacare de tajo de los negocios ilícitos cariño, no más armas, no más drogas, no más fuegos cruzados, no más narcotráfico. Pero obviamente te dejare bien parada con las empresas legales. ¿Recuerdas lo que te dije sobre las empresas legales? —pregunto. Pero yo estaba aún digiriendo la idea de no ser más una líder de la mafia, la idea no me molestaba simplemente me descolocaba. Era mi estilo de vida a abandonarlo aunque me agradara la idea no sería fácil.
—Sí, que eran para mantener una calidad de vida igual a la que la mafia nos ofrecía en caso de que el negocio familiar se viniera abajo—recite en automático.
—Bien, pues es hora de ponerlo en marcha cariño. A partir de ahora sus vidas serán lo más normales y pacificas posibles si quieren formar una familia juntos. —dijo tío Michael sin dejar de mirarnos.
— ¿Y bien Alec? —pregunto tío Michael mirando con insistencia a Alec. El resoplo y por fin hablo.
— ¿A dónde nos iremos? —pregunto.
—Moscú—respondió casi de inmediato tío Michael.
— ¿Por qué Moscú?—cuestione esta vez yo. Por supuesto que teníamos una propiedad en Moscú, pero no sabía porque de todo el mundo, tío Michael había elegido Moscú.
—Porque no hay extradición— dijeron a coro tío Michael y Alec, este último se había quedado pensando, desde que tío Michael le había dicho cuál era el destino.
—Efectivamente. —dijo tío Michael sonriendo orgulloso. —No se diga más, saldrán en unas horas—sentencio tío Michael, mirándonos y levantándose de su asiento. Me levante casi de inmediato y en cuanto pasó a mi lado, extendió su brazo y me abrazo, de la manera más paternal que jamás lo había hecho.
—Gracias por todo—susurre pegada a su pecho.
—Silencio, esto suena a despedida y no lo es. Volverán, yo me encargare de eso—dijo autoritario, pero podía notar que se estaba poniendo sentimental.
—Te quiero—musite levantando el rostro para observarlo, consiguiendo un beso en la frente de tío Michael.
—Y yo a ti, cariño—dijo antes de soltarme y dirigirse a Alec. Lo abrazo y dio unas muy leves palmadas en su espalda. Tío Michael estaba siendo cuidadoso porque Alec aún estaba recuperándose de las quemaduras. Su recuperación había llevado más tiempo y sus cicatrices eran mucho más notorias, ya que por explicaciones de Andrew, sus quemaduras habían sido casi de tercer grado.
—Nunca Alec, escúchame bien, nunca tendré como pagarte todo lo que has hecho por nosotros, no hay moneda de cambio para darte las gracias por mantener con vida a Miranda y por evitar que fuese a prisión. Los Anderson no olvidamos. —escuche a tío Michael que le decía a Alec, se giraron a mirarme.
—Andrew acaba de darte de alta y conseguí que la corte te diera libertad condicional hasta que te recuperaras. Accedieron. Pero no pueden utilizar el aeropuerto internacional para ir a Moscú. El jet los espera en el aeródromo. Váyanse y déjenmelo todo a mí. —nos dijo mientras salíamos todos juntos por la puerta de la habitación, en la que habían tenido a Alec por un largo tiempo. Nos iríamos lejos, sanaríamos nuestras heridas físicas, psicológicas, mentales y las del corazón. Reforzaríamos nuestra relación y regresaríamos a reunirnos con las personas que nos amaban y dieron todo por mantenernos con vida.

PREFIERO MORIR ©Where stories live. Discover now