67.- Entonces no me dejes.

1.3K 102 1
                                    

Miranda


Isabella no dejo de llorar hasta quedarse dormida en el regazo de Alec, Iker se había sentado en el sillón, pero de apoco el sueño lo venció y termino acostado en el durmiendo plácidamente o por lo menos eso parecía, Alec pestañeaba y bostezaba constantemente, de repente lo veía cerrar los ojos intentando dormir recargándose en la cabecera de la cama, yo también estaba agotada, pero tenía que arreglar todo el asunto del servicio funerario, esta noche sería muy larga. Me sumergí en un breve sueño que no duro más de media hora y me levante de la cama intentado no despertar a nadie, me tome un momento para observar la tierna escena de Isabella durmiendo en el regazo de Alec mientras él la sostenía con sus brazos con la cabeza echada hacia atrás y salí de la habitación intentando no hacer ruido, me quite los tacones y los puse a un costado de la puerta para bajar a la cocina por un café, observe el reloj del pasillo eran las 2:30 de la madrugada. Necesitaba saber si Pat estaba en la casa y había solucionado lo que le pedí, si no era así tendría que llamarlo aunque lo despertara, a tío Michael tampoco lo había visto desde que habíamos vuelto a la mansión, así que desconocía si estaba aquí, entre en la cocina y el frio mármol del piso me estremeció, iba descalza era lo menos que podía sentir, encendí la cafetera y espere recargada en la barra del desayunador que estuviera listo, saque una taza de uno de los muebles y cuando me gire observe a Alec parado en el umbral de la puerta de la cocina, casi suelto la taza a causa del sobresalto pero conseguí mantenerla en la mano.

—Creí que estabas dormida a mi lado...—dijo mientras bostezaba y caminaba hacia uno de los taburetes que había alrededor del desayunador, la camisa se le había desfajado y se veía desaliñado y despeinado después de habernos expuesto a la lluvia.

— ¿Quieres café? —pregunte señalando mi taza.

—Sí, gracias—saque otra taza y galletas de nuez de la alacena, serví café en ambas tazas, le acerque el azúcar y una cuchara y me senté en el taburete frente a él.

—Si estaba dormida a tu lado, pero hay varios pendientes que tengo que solucionar antes de que llegue la mañana—dije mientras ponía un par de cubos de azúcar en mi café, Alec imito mi gesto y comenzó a removerlo con la cuchara—Alec...yo...lo siento tanto...por mi culpa...

—Shhh...no digas más...—me interrumpió mientras me observaba con expresión condescendiente.

—No, por favor déjame hacerlo...tengo que disculparme, la venganza de Samanta alcanzo a tus padres y te los arranco de tajo...no merecían morir así...no por mi culpa...—dije aminorando el tono de voz con el que estaba hablando, estaba a punto de decir una de las cosas más dolorosas para mí y no sabía cómo hacerlo sin ponerme a llorar—Creo que todos...están en riesgo...estando cerca de mi...Samanta intentara hacerles daño para dañarme a mi...ya no solo se trata de ti y de mi...ahora también están de por medio Iker e Isabella...no tolerare que les hagan daño...no tolerare verte destrozado una vez más con el remordimiento sobre mis hombros, con la culpa devorándome viva...—los ojos comenzaron a picarme y di un sorbo a mi taza, retirándola de inmediato de mis labios, el café estaba muy caliente. Alec seguía en silencio observándome sin demostrarme nada, una punzada de dolor se situó en mi corazón creyendo que ni siquiera iba a reprochar que me alejara de él. De cierto modo no esperaba que lo hiciera y lo entendía si era así, tenía que proteger a sus hermanos como a su propia vida, y si eso incluía renunciar a esto que tenemos lo consideraría valiente, muy valiente—No los dejare solos, siempre podrán contar conmigo...lo juro...pero no quiero que les hagan daño y si eso implica cortar la relación contigo...para que puedas enamorarte de alguien que no ponga en peligro tu vida y la de tus hermanos tendré que aceptarlo aunque me duela en el alma...—dije tratando de evitar un sollozo que se me escapo involuntario, sentí como tomo mi mano, que tenía extendida a lo largo de la barra y acaricio mis nudillos.

PREFIERO MORIR ©Where stories live. Discover now