25.- Hubiese preferido no hacerlo.

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Miranda


Relaje mi expresión y tranquilice mis ganas de regresar por un arma para demostrarles que no estaba a su merced ni aun con su ejército de hombres en mi estancia, que empezaban a husmear en la sala, la cocina y el bar. Levante las manos y comencé a bajar coqueta las escaleras, solo había dos hombres que no se habían movido de su lugar, el que había gritado lo suficientemente alto como para despertar a todo un pelotón por la mañana después de una gran borrachera, y el otro que se mantenía en guardia, Pat venia tras de mi caminando sigiloso.

—Oficial, ¿qué es todo este alboroto? casi parte en dos mi puerta, tengo un timbre ¿sabe? asusto a mi gente de servicio y ahora me grita como si estuviera sorda—dije sarcástica y amable lo que desconcertó al caballero.

—Señorita Miranda Anderson, tenemos una orden de cateo y aprehensión en su contra.

—Escuche eso oficial, lo grito lo suficientemente fuerte como para que lo escuchara toda la cuadra a la perfección, la pregunta aquí es ¿porque razón? —dije mientras llegaba a situarme a un metro de distancia del oficial y del acompañante que hasta el momento estaba en silencio bastante tenso, note que no me sostenía la mirada incluso intente buscarla pero me evadió todo el tiempo.— ¿Puedo bajar las manos? ya casi no me circula la sangre—pregunte sarcástica lo que pareció notar el oficial y puedo jurar que lo enfureció.

— ¿Esta armada?

—¡Ah! por supuesto permítame sacar mi arma de bolsillo que llevo a todos lados conmigo—dije aún más fría y sarcástica que antes, el oficial bufo de ira y yo sonreí triunfal.

—No estoy bromeando, señorita Anderson.

—Yo tampoco oficial, es solo que es absurdo que lleguen de esta manera a mi casa como si fuera una delincuente en potencia, supongo que después de que hagan lo que su protocolo les marca y no puedan incriminarme puedo demandar al estado de Nueva York por allanamiento de morada y daños a la misma—se quedó en silencio sopesando lo que acaba de decirle y me miro aún más molesto, observe como los demás hombres subían a la segunda planta de la mansión y supuse que revisarían las habitaciones de pies a cabeza.

No me preocupaba, no encontrarían nada que me incriminara, si pensaron que seriamos tan idiotas como para tener evidencia incriminatoria en nuestras casas, cometieron un error una vez más. La revisión llevo bastante tiempo considerando que la casa era enorme y que incluso abrieron y verificaron cada automóvil y camioneta que había en la casa.

—Oficial, tenemos una reservación para cenar y su "operativo" sin duda hará que la perdamos.

—Ya tendrá tiempo para cenar en restaurantes exclusivos en alguna otra ocasión si es que sale bien librada de esto.

—Le aseguro que así será. —afirme con suficiencia.

—Oficial, quien sea que haya dicho que esta mujer se encuentra involucrada en algún delito debería estar mal de la cabeza, tan solo mírela—dijo Pat, yo le sonreí de manera hipócrita al oficial inclinando la cabeza.

—Joven, será mejor que se mantenga en silencio, lo puedo acusar del mismo cargo que a la señorita.

— ¿Lo está amenazando oficial? De ser así me veré en la penosa necesidad de encargarme de que le levanten un acta administrativa—el oficial camino un paso hacia mi mirándome furioso, pero el que se había quedado en silencio, lo tomo del brazo para impedir que se me acercara más, lo cual me pareció aún más extraño.

— ¿Se está haciendo la valiente, señorita Anderson? si yo fuera usted no lo haría, mucho menos en su situación.

—Y si yo fuera usted oficial, sería mucho más inteligente y no habría molestado a una ciudadana del estado de Nueva York de esta manera—dije mirándolo desafiante a los ojos, un hombre alzando la voz no me daba miedo, a lo largo de mi vida había tenido que lidiar con hombres como este, no por nada era mucho mejor que muchos de ellos.

PREFIERO MORIR ©Όπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα