11. Resaca.

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A la mañana siguiente desperté con una horrible jaqueca y muy deshidratada tanto que sentía que mi lengua se partiría en cualquier momento. Sin duda estaba experimentando la famosa resaca, en este momento agradecía que el sol no me diera directamente en la cara por la posición de mi cama, había unos cuantos rayos de sol que se infiltraban por las cortinas que cubrían la gran puerta de cristal de mi terraza, frote mis ojos mirando hacia el techo para después dirigir mi vista a mi mesita de noche, vi mi reloj despertador que obviamente no había sonado y era tarde, había muchas cosas que tenía que hacer antes de la inauguración y por la maldita borrachera había dormido de más.

— ¡RAYOS! Me quede dormida—grite exasperada mientras saltaba de la cama, vistiéndome con mi ropa de deporte y recogiendo mi cabello en una coleta alta, lave mi cara y salí de mi habitación completamente al natural, solía estar acostumbrada a hacer un poco de ejercicio físico por las mañanas y esta no sería la excepción a pesar de que era tarde y que estuviese atravesando la peor resaca de mi existencia. Pase frente a la habitación de Alec pero no me moleste en hablar con él, así que pase de largo titubeando un poco cuando pase justo frente a su puerta, baje las escaleras casi corriendo deseando beber agua, la deshidratación me estaba matando.

—Buen día Mike, no sabes cuánto te agradecería que me trajeras un enorme vaso de agua y una bebida energética, por favor.

—Buen día señorita, claro que si, de inmediato—un minuto después regreso Mike de la cocina con las bebidas que le había pedido, yo lo espere en mi lugar mientras calentaba mis músculos, bebí el agua como si de eso dependiera mi vida y tome la botella de la bebida energética.

—Gracias Mike, estaré en el gimnasio si llega tío Michael házmelo saber de inmediato.

—Si señorita—le di la espalda para dirigirme al gimnasio de la casa, pero recordé a Alec y que seguramente despertaría con una resaca igual a la mía.

—Mike una cosa más. Llévenle el desayuno a Alec, que tome mucha agua y denle electrolitos, no debe de tardar en despertar.

—Como ordene señorita—me dirigí al gimnasio y comencé a hacer mis correspondientes ejercicios, me gustaba sentir esa sensación de mis músculos quemándose. Al cabo de media hora decidí dar por terminada mi rutina, para poder tener tiempo de hacer las cosas que me faltaban. Subí a mi habitación y pensé en pasar a ver a Alec, pero recordé que estaba sudada por el ejercicio y decidí ducharme primero, me di un buen baño, me tome unos analgésicos para el leve dolor de cabeza que aun sentía y decidí ponerme una bata que cubriera mi ropa interior y unas pantuflas.

Me dirigí a la habitación de Alec agitando mi cabello con las manos para que terminara de secarse, justo cuando estaba al frente apunto de tocar la puerta lo escuche hablar o mejor dicho gritar y para bien o para mal preferí escuchar a hurtadillas.

— ¡En Dubái! ¡Carajo! ¡Estoy en Dubái! ¿Qué es lo que quieres? ¡NO! ¿Sabes qué? No me importa, Tania, todo se ira a la mierda si sigues con tus llamadas inoportunas, en que idioma quieres que te lo diga ¡NO ME LLAMES MAS! —hubo un largo silencio e imagine que había terminado su eufórica llamada así que por fin decidí tocar la puerta con muchas preguntas en mi cabeza ¿Quién era Tania? ¿Y porque estaba tan molesto con ella? Obviamente no se lo preguntaría porque de inmediato se daría cuenta de que lo estaba espiando.

— ¿Quién?

—Soy yo, Miranda… ¿puedo pasar?

—­­Claro pasa—entre a su temporal habitación y pude notar la bandeja vacía donde le habían llevado el desayuno en una de las mesitas de noche que yacían a los costados de la gran cama, aun bebía la sustancia con electrolitos.

PREFIERO MORIR ©Where stories live. Discover now