37. Yo no soy el problema.

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Miranda


—Eres un idiota incompetente Hamilton, pero que puedo esperar de ti, jamás debí confiarte algo tan valioso como ella.


— ¿Yo soy el incompetente, Hoffmann? ¿Dónde demonios estabas tú cuando comenzó la emboscada a la que ninguno de los dos pudo llegar?


—Te recuerdo que la única razón por la que sigo cruzando palabras contigo cabrón es porque el mismo Michael Anderson lo pidió.


—Para mí tampoco es un gusto tener que codearme contigo, Hoffmann.


—Bueno pues el sentimiento es reciproco, imbécil—se pararon frente a mí, Alec me abrazo besando mi mejilla, tomo mi cara entre su manos observándome como si me fuera a esfumar en cualquier momento.


—Preciosa, ¿estás bien?


—Si, estoy bien, Alec—dije asintiendo, Evan aparto a Alec de manera brusca, para abrazarme a el.


—Juro que si te tocaron, yo mismo los asesinare—dijo Evan mientras depositaba un beso en mi cabello, Alec lo aparto y yo los mire divertida cruzando los brazos a la altura del pecho.


— ¿Enserio van a discutir cada vez que se vean? —ambos se miraron frunciendo el ceño para luego mirarme de nuevo.


—Bueno... ¿les gustaría quedarse a cenar? De cualquier forma ya están aquí...

—Será un placer preciosa—dijo Alec esbozando una amplia sonrisa, Evan negó con la cabeza desanimado, mientras pasaba una mano por su cabello.


—Yo lamento no poder acompañarte linda, tengo que regresar a casa papá tiene una cena muy importante y quiere que este ahí, ¿podrás disculparme? —dijo tomando mi mano cariñoso mientras observaba de reojo como Alec sonreía triunfal.


—Claro que si, Evan no te preocupes—tomo mi barbilla para besarme delicadamente la mejilla.


—Saluda a tu padre y a tu madre de mi parte, Evan.


—Claro que si, bonita, les dará gusto recibir tus saludos—Evan camino hacia su auto, arranco el coche y lo perdí de vista, camine con Alec hacia el comedor ya lo había invitado a cenar y seria de muy mal gusto retractarme de la invitación, nos sentamos totalmente en silencio mientras nos servían la cena.


— ¿Por qué tanto silencio entre nosotros de repente, nena?


—Supongo que ahora ya no tenemos nada de qué hablar, Alec—dije desanimada, sin mirarlo tomando un trozo de carne de mi plato.


—No puedes decir eso linda, claro que tenemos mucho de qué hablar, es solo que no quieres hacerlo—tenía razón no quería hablar con él, no quería que me endulzara el oído obligándome a perdonarlo y a demostrarle que yo también lo necesitaba, me había abstenido de hablar de manera personal con él para evitar que me doblegara como solo él sabía hacerlo, el negocio, el cuidarme mientras estuve en cama por la herida de bala no entraba para nada en el itinerario para perdonarlo, tenía muchas dudas sobre Isabella, sobre Iker y creí que ahora que tocaba el tema era el momento indicado.

PREFIERO MORIR ©Where stories live. Discover now