24. Orden de cateo.

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Miranda


—Pasa por favor—vi girar la perilla y cuando por fin entro lo mire boquiabierta, estaba más guapo que hace años, cuando me miro sonrió ampliamente, me puse de pie y me dirigí hacia él, el hizo lo mismo abriendo los brazos, nos abrazamos cálidamente y sentí la mirada asesina de Alec en mi espalda.

—Evan Hamilton...no lo puedo creer—dije aun abrazada a él, me separe, me tomo de las manos y me inspecciono sin ser descarado.

—Miranda Anderson, pensé que no me recordarías.

—Imposible Evan.

—Pero mírate, estas incluso más hermosa que antes—Alec se aclaró la garganta ruidosamente y fue así que nos volvimos para mirarlo.

—Mira Evan, él es Alec...mi novio—Alec estaba molesto por la cariñosa escena de hace un momento, transpiraba ira que disfrazaba muy bien, pero no pude evitar reaccionar así, de verdad me daba gusto volver a verlo. Se saludaron de mano pero en la expresión de Evan pude distinguir algo de desilusión.

—Y él es, Evan...amigo de hace varios años.

—Tienes suerte, Alec—dijo Evan dirigiendo su mirada hacia Alec que se acomodó en su asiento y lo miro desafiante.

—Sí, la tengo, supongo que tú no tienes tanta suerte—Evan suspiro ruidosamente captando perfectamente el sentido del comentario de Alec.

—Si me hubiese quedado en su vida, no hubieses tenido tanta suerte.

—¿Y que se supone que debo hacer? ¿Agradecerte por dejar a esta preciosa mujer libre?

—No, darme las gracias por no hacer algo para recuperarla ahora mismo, saldrías perdiendo si así fuera—Alec se levantó de su asiento seguido de Evan, y yo tan solo estaba sentada en silencio estupefacta, si quería evitar que se mataran a golpes tenía que intervenir ya, aunque la parte malvada y desconsiderada de mi mente me exigía dejarlos golpearse para admirar a estos dos dioses griegos en acción agresiva; pero ciertamente no dejaría que mancharan de sangre la costosa alfombra que estaban pisando.

—Quisiera que lo intentaras Evan, claro, solamente si quieres terminar en el hospital.

—No si antes te envió yo al hospital—me levante de mi asiento y me dirigí hacia ellos, puse una de mis manos en el pecho de Alec y la otra en el de Evan, los separe como pude y me pose en medio de ellos.

—No me obliguen a llamar a seguridad. Aunque sería bastante atractivo verlos pelear, no quiero que lo hagan—dije intercalando mis miradas en los ojos de uno y otro.

—Vamos caballeros acaban de conocerse, traten por lo menos de llevarse bien.

—Si un completo desconocido me dice que quiere quitarme a mi novia es normal que quiera romperle la cara—dijo Alec con enfado mirando a Evan que le sostenía la mirada.

—Y es normal que yo no quiera permitirte que me rompas la cara y dejarte ir limpio, Alec—mirarlos discutir a tan corta distancia de mi llenaba el ambiente de euforia.

—Suficiente, si de verdad van a pelear salgan del edificio y háganlo afuera, no quiero que manchen mi piso—ambos me miraron sorprendidos y relajaron sus posturas para tomar asiento de nuevo, me dirigí a mi asiento satisfecha por haber tranquilizado un poco sus ganas de asesinarse.

—Y como de cualquier forma creo que no podrán convivir uno con el otro en el mismo espacio les pediré que se retiren de mi oficina para poder seguir trabajando—Alec me miro confundido con el ceño fruncido y Evan esbozo lo que pareció una sonrisa triunfal, se levantó de su asiento, se despidió de mi acercándose y me beso la mejilla.

PREFIERO MORIR ©Where stories live. Discover now