8.- Sospecha.

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Alec

Llevaba casi dos meses en el caso Anderson, lo que para mi gusto era bastante tiempo para no tener aun pruebas convincentes para llevar a Michael Anderson a un juzgado, y eso me enojaba conmigo mismo, en el caso anterior tarde dos meses y al cabo de ese tiempo estaba esposando al culpable llevándome el crédito de la resolución del caso, pero este caso era diferente, estaban bastante protegidos, había muchas puertas falsas y sobre todo tenían a Miranda. Estaba estrictamente prohibido entablar relaciones sentimentales con las personas involucradas en cualquier caso policial, pero esta mujer había despertado sensaciones en mí que ni siquiera podía explicarlo, para empezar era realmente hermosa, tanto que me costaba trabajo creer que estuviera metida en ese sombrío mundo, algo dentro de mí me obligaba a protegerla de cualquier daño y por eso la opción de usarla como carnada me parecía repulsiva, por otra parte estaba el prestigio y el respeto que me había ganado en el buro de investigación, la CIA, la DEA, INTERPOL y el FBI y renunciar al caso por intentar estar a su lado, dejaría mi reputación en un nivel deplorable que obviamente me sacaría de las grandes ligas de la justicia americana y de verdad amaba mi trabajo. Considerando también que me encarcelarían y me quitarían mi placa, incluso seria prófugo de la justicia. Estaba a punto de viajar con ella a Dubái a la inauguración de un hotel más de su ya grande cadena hotelera, este viaje serviría para dos cosas: reafirmar mis sospechas sobre lo que creo que siento por ella o descartar por completo esa posibilidad y usarla para mi propio beneficio.

Jackson el mayordomo de Miranda estaba sirviéndome un martini que con anticipación le había pedido cuando sentí que el celular que usaba para comunicarme con mi equipo de investigación vibro, el hecho me sorprendió y me molesto, sabían de sobra que no podían llamarme cuando estuviera de encubierto, así que salí de la mansión Anderson para poder contestar sin ser escuchado, cuando salí me cerciore de que no hubiera una cámara cercana que pudiera captar el audio, y obviamente había cámaras pero por experiencia sabía a qué distancia no me escucharían.

— ¿Qué demonios les ocurre? ¿Acaso intentan hacer que muera por su indiscreción? —vocifere al teléfono que permanecía en silencio.

—Lo lamento Alec, no pensé que te molestaría tanto mi llamada­—reconocí la femenina voz de Tania Benson, desde que llegue intentaba pasar tiempo conmigo y casi podría jurar que tenía sentimientos por mí, pero Miranda Anderson inconscientemente me tenía inmerso en una burbuja de atracción furtiva hacia ella y eso no era bueno, así que me negaba a mirar de otra  manera a Tania que no fuera como compañera de trabajo.

—Llamarme sin ningún motivo es razón suficiente de molestia Benson, estoy trabajando y llamadas como esta en territorio Anderson podría significar un pase directo a la muerte.

—Dije que lo sentía Alec.

—Y te escuche, pero perdonarte esto es como perdonarte que casi haces que me asesinen—estaba siendo agresivo y duro con ella pero en cuestiones de trabajo pongo en juego mi vida y la valoraba bastante como para morir por tonterías.

—Así que hazme un favor Benson, no me llames a menos de que sea estrictamente necesario, caso de vida o muerte, yo me comunicare con ustedes si los necesitase—alcance a escuchar cómo se aclaraba la garganta antes de colgar la llamada mas no espere a que dijera una palabra más, regrese adentro para no levantar sospechas, me encontré con Jackson cuando yo iba entrando en la mansión y me miro con desconfianza, maldije para mis adentros pero me tranquilice cuando vi a Miranda mirándome al pie de las escaleras sonriendo pero distraída, tan distraída que pensé en la posibilidad de que sospechara algo, y si era así mi responsabilidad era hacerla desistir sobre la sospecha.

— ¿Estas lista para irnos Miranda? —al notar la ausencia de respuesta insistí con la pregunta.

—Miranda ¿me escuchaste? ¿Estás bien?

PREFIERO MORIR ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora