12. Lo merecía.

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Reprimí las enormes ganas que sentía de jalar a Alec a mi habitación y besarlo desenfrenadamente, de terminar lo que habíamos comenzado en la piscina y lo único que conseguía mi acercamiento con él, las distancias cortas entre su cuerpo y el mío y sus besos era la necesidad de querer más de él, podría pasarme todo el día pensando y suspirando por él, pero gracias al cielo alguien toco mi puerta, no me levante de la cama, donde me encontraba tumbada desde que le cerré la puerta en la nariz a Alec.

— ¿Quién?

—Soy yo, cariño, ¿puedo pasar? — de inmediato reconocí la voz de mi mejor amigo, me levante de la cama sentándome en el borde de esta.

—Claro que si Pat, pasa.

—Discúlpame por llegar después, princesa, olvide el estúpido traje y tuve que regresar por el.

—No te preocupes querido, lo que importa es que ya estás aquí.

—Bueno y hablando del estúpido traje, las chicas de la tienda me contaron que estuviste ayer por allá y que ibas muy bien acompañada—dijo pícaro mientras dejaba la funda de su traje en uno de los sillones que estaban en mi habitación.

—Sí, fuimos a conseguirle un traje a Alec.

— ¿A Alec? ¿Para qué cariño?

—Oh, me parece que tío Michael no te comento nada al respecto. Bueno no me quiso enviar sola y mando a Alec a que me hiciera compañía y por consecuente que nos acompañara también a la inauguración del hotel y antes de irnos al aeropuerto pasamos por un traje.

—Eso quiere decir que… ¿Alec está aquí? —dijo mientras me miraba totalmente sonriente, mientras tomaba mis manos de manera efusiva.

—Si se quedó aquí, me pareció desconsiderado enviarlo a un hotel teniendo esta mansión donde hay suficientes habitaciones para hospedar a un cuartel militar entero.

—¿Y en que habitación se está quedando?

—En la de aquí al lado—dije despreocupada mientras caminaba a mi armario para sacar mi atuendo de esta tarde-noche.

— ¿Querías tenerlo lo bastante cerca cariño? —dijo Pat pícaro mientras me sorprendía entrando por la puerta del armario cuando trataba de alcanzar la caja de los zapatos que las chicas habían puesto en una de las repisas más altas, me tenía que parar de puntillas para intentar alcanzarlo pero mi intento era inútil hasta que Pat interfirió y el mismo los bajo.

—Claro que no, fue la primera que se me ocurrió no hay nada detrás de eso.

—Sí, claro Anderson, te conozco lo suficiente como para darme cuenta de que ese hombre causa un efecto diferente en ti.

—Por favor Pat, hace falta más que una cara atractiva par…—mi frase termino inconclusa cuando me tomo por los hombros delicadamente y me miro a los ojos, con esa mirada que interrogaba, que acusaba, que presionaba, pero que al mismo tiempo reconfortaba  con ese toque de dulzura con el que solo me miraba a mí. No podía, definitivamente no podía mentirle, ocultarle o hacer algo sin que él se diera cuenta antes. Por eso y muchas otras razones lo consideraba mi mejor amigo y sería bastante estúpido ocultarle lo que sentía a la única persona con la que podía hablar abiertamente de todos los temas que se me ocurrieran, tome su mano y lo guie al borde de mi cama sentándome, di unos golpecitos al colchón justo al lado mío en señal de que también se sentara.

—Pat…no sé cómo fue, no se desde que momento, tampoco sé si esto sea bueno, y mucho menos sé si el sienta lo mismo, pero Alec me hace sentir cosas que no sé si quiera sentir…—le conté con lujo de detalle nuestra estancia en Dubái desde que bajamos del avión hasta este momento, aunque fui muy general con la escena de la piscina sabia por la sonrisa pícara y divertida que se le había formado que se estaba imaginando el mismo los detalles lo que hizo que un ligero sonrojo subiera a mis mejillas.

PREFIERO MORIR ©Where stories live. Discover now