58.- ¿Titanic?

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Miranda


Pase los brazos por detrás de su cuello aferrándome con delicadeza a su cabello, me acerco a él rodeando mi cintura con sus brazos, en esta ocasión el beso fue más intenso, mi lengua se abrió paso en su boca que el recibió encantado, nuestras lenguas parecían estar en medio de una lucha sin tregua, me encantaba el sabor de Alec, me encantaba la sensación de su lengua contra la mía. Alec empezó a juguetear con sus manos en mi espalda, entre tanto, casi olvido que Carter estaba por ahí esperando a que nos fuéramos, así que mordí el labio de Alec a modo de regaño, un sonido de dolor salió de su garganta pero pareció entender y volvió a subir la mano a mi cintura, abandone su boca deseando más, pero antes de comenzar a besarnos de esa manera de nuevo, teníamos que salir del alcance de la vista de cualquier humano posible.

— ¿Y si lo hacemos en el auto? —pregunto Alec divertido, con la respiración entrecortada.

—Me encanta la idea, pero no aquí—dije seductora mientras le hacia una señal a Carter para que se aproximara a nosotros—Carter, quiero que envíes el Marbella y el Audi a la mansión, nos llevaremos el Corvette.

—Por supuesto, señorita Anderson, ¿algo más?

—No nada más por ahora, gracias por todo, nos vemos luego Carter.

—Hasta luego señorita, un placer conocerlo señor Hoffmann.

—El placer es mío Carter, gracias—luego de despedirnos de Carter Alec me extendió las llaves.

—Conduce tu—dije guiñándole el ojo, caminando hacia la puerta del copiloto, Alec se apresuró a abrírmela, dejándome subir para luego subir él. El sol comenzaba a ocultarse en el horizonte, así que sería perfecto para lo que tenía en mente, afortunadamente habría que recorrer una larga carretera poco transitada para incorporarnos a la ajetreada ciudad de Nueva York y sonreí para mis adentros. Salimos por la gran puerta metálica. Alec se incorporó a la carretera de manera muy elegante, mientras él estaba concentrado en no estrellarnos yo me deleitaba con su hermoso perfil, a una distancia considerable de la pista de donde habíamos salido, pero también mucho antes de llegar a la ciudad, considere que era el lugar correcto, aprovechando que contados eran los automóviles que transitaban por ahí—Alec detente creo que voy a vomitar—dije casi gritando, mire su cara de pánico, mi actuación funciono a la perfección, de a poco detuvo el Corvette saliendo de la carretera aparcando en la terracería de a un lado del camino, me observo esperando a que bajara del auto, pero no lo hice.

— ¿Estás bien, nena? —pregunto tierno, mientras acariciaba mi hombro.

—Estaré mejor si lo hacemos aquí, y ahora, Alec—mi voz seductora lo desconcertó, pero al mismo tiempo sus ojos brillaron con la excitación impregnada en ellos, se relamió los labios y sonrió.

—Ahora entiendo porque quisiste venir en el Corvette...el Marbella es más pequeño por dentro.

—Inteligente deducción, agente Hoffmann, me ha descubierto...ahora pasemos a cosas más interesantes—dije mientras me inclinaba, pasando las manos por encima de sus piernas hasta el otro extremo de su asiento , encontré la palanca del asiento, la accione y su asiento retrocedió, no me quitaba la vista de encima y cuando su asiento se recorrió sonrió divertido.

—Me queda claro que no quieres vomitar ¿verdad?

—No, específicamente quiero otra cosa, que sé que tú puedes darme—me coloque con destreza a horcajadas en Alec, sonrió malicioso y acaricio mis piernas desnudas, me adueñe de su boca de manera casi salvaje, nunca había sentido una necesidad tan grande de estar con nadie hasta hoy, su lengua arremetió contra la mía en una sensual danza, Alec tomo mi nuca obligándome a echar la cabeza hacia atrás, eso le dio acceso total a mi cuello que lamio, beso y mordió a su antojo, estaba jadeando deseosa, me quito la chaqueta y la lanzo al asiento del copiloto, metió las manos por debajo de la blusa y acaricio mi piel desnuda, las descargas eléctricas que me producían sus caricias me estaba llevando al cielo y me encantaba, me deshice de su chaqueta, e instintivamente levanto los brazos para que le sacara la remera. Así lo hice, seguido de él que también se deshizo de mi blusa, que le estaba impidiendo tocarme con total libertad, estábamos jadeando, bañados de una pequeña capa de sudor y los vidrios del Corvette comenzaban a empañarse. Me eche hacia atrás para poder desabrochar sus vaqueros, mientras el me acariciaba ansioso, mi espalda toco el claxon del auto y reímos traviesos un instante cuando este sonó. Lo de más fueron gemidos por lo alto, ropa estorbando, palabras sin mucho sentido, el claxon sonando, tocado por mi espalda y más sudor que brillaba en nuestros cuerpos juntos. Una vez que nuestros cuerpos pidieron tregua uno de otro, me desplome sobre él, poniendo mi cabeza en su hombro, normalizando nuestras respiraciones, su cuerpo estaba cubierto con unas pequeñas gotas de sudor, se veía exquisitamente sexy. El Corvette tenía los vidrios empañados, era como una sensual escena de película, y sonreí recordando la escena del Titanic, donde Rose y Jack lo hacían dentro del auto clásico. Me incorpore y comencé a escribir con el dedo índice sobre el vidrio empañado


‹‹ No te pertenezco, Alec. Te complemento, hoy y siempre...››
-Miranda Anderson

Alec me miraba atento y cuando leyó la frase completa me miro interrogante, pero sonrió satisfecho, se incorporó también y con el pulso aun alterado, también escribió justo debajo de donde yo lo había hecho

‹‹ No quiero que me pertenezcas, quiero ser la pieza exacta que te faltaba ››
-Alec Hoffmann

Sonreí como adolescente enamorada y estampe mis labios en los suyos, reímos por mi repentina reacción. Me pase al asiento del copiloto, acomode mis bragas, me puse el pantalón y la chaqueta y observe a Alec que también estaba acomodando sus vaqueros y poniéndose la remera, bajo los vidrios para que las hormonas y la testosterona se disiparan del interior y se desempañaran los vidrios, también acciono el aire acondicionado.

— ¿Nos vamos, nena?

—Vámonos—dije coqueta mientras le guiñaba el ojo, nos pusimos el cinturón y puso el auto en marcha incorporándose a la carretera, veía el parabrisas pero sonreía, sonreí también mientras desenredaba con los dedos mi cabello acomodándolo para que no luciera despeinado.

—Debí de hacer algo muy bueno como para merecer lo de hace un momento—dijo Alec rompiendo el silencio mientras sonreía travieso.

—Solamente quería recordarte que te amo—dije suavizando el tono de voz.

—En cuerpo y alma. Te deseo y te amo ¿entendido? —resumió deseo y amor en una sola frase que me desarmo y entonces entendí que esa era una de las razones por las que le quería tanto. -&



PREFIERO MORIR ©Where stories live. Discover now