62.- Remitente desconocido.

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Miranda


Camine cruzando la calle hasta quedar de lado del BMW, todos me siguieron con gestos de sorpresa en el rostro.

—Espero que sea de su agrado—dije tratando de evitar, la mirada de Alec que seguía serio e impasible mientras sostenía a Isabella de la mano, trate de sonreírle pero su expresión no cambio, creo que de verdad estaba molesto y trate de ignorarlo. Elizabeth tomo mi mano, me miro tierna y me hablo con mucha mesura.

—Miranda, esto es demasiado...—entonces Iker interrumpió solo para afirmar lo que su madre había dicho y aumentar el enojo de Alec.

—Por supuesto que es demasiado, mamá, es un BMW edición de lujo, debió de haberte costado una fortuna, Miranda—espeto Iker mientras admiraba el coche, le sonreí para que dejara de hablar sobre el dinero que posiblemente habría gastado en el obsequio de sus padres y le lance las llaves para que lo inspeccionara más a fondo.

—Si, por supuesto que es demasiado, Miranda—reitero Alec, frio y demasiado cortante para mí gusto. Isabella soltó la mano de Alec y corrió hacia Iker que estaba abriendo la puerta del piloto, el señor Hoffmann se mantenía demasiado en silencio, pareciese que estaba buscando las palabras correctas y pensando en cómo reaccionar ante la situación.

—Miranda, querida, no sabes cuánto es que te lo agradecemos, de verdad...pero es demasiado, no podemos aceptarlo, es suficiente con que estés dispuesta a recibir a nuestra pequeña Isabella en tu casa en lo que dura el crucero—justamente esto había previsto Pat así que eche mano de la mirada más tierna y de la voz más dulce para hacer amenizar las palabras que diría.

—No, por favor...tener a Isabella en la casa será encantador y no es para nada una molestia al contrario me encantaría tenerla brincando por toda la casa—Elizabeth me miro enternecida—No hice ningún gasto innecesario, esto es algo que me puedo permitir...de que serviría tanto dinero, si no puedo compartírselo a la familia del hombre que amo, por favor no piensen en lo que posiblemente gaste en él, piensen en que mi intención es la más sincera al obsequiárselos—mi subconsciente estaba brincando de felicidad por haber elegido las palabras correctas, que de apoco estaba suavizando la expresión de Elizabeth y el señor Hoffmann.

—Esto es algo de verdad inesperado, para todos, incluso para Alec que ha juzgar por su expresión creo que tampoco sabía de tan magnifico regalo.

—No papá, no sabía que traía Miranda entre manos—dijo aun frio y cortante, y no dejaba de observarme, su mirada me estaba martillando el perfil de manera sepulcral, quería discutir conmigo, podía notarlo.

—Lo ve, no veo a nadie más adecuado para manejar tan magnifico regalo que usted—dije sonriendo tierna, el señor Hoffmann me observo y sonrió como si mi mirada tierna solo causara ese efecto.

—Vaya, papá, esta grandioso—dijo Iker desde el asiento del copiloto—Vaya que eres bondadosa con tus regalos, Miranda...veras ya se acerca mi cumpleaños—dijo Iker en evidente broma mientras soltaba una risita, le sonreí dispuesta a contestarle pero la autoritaria voz de Alec me lo impidió.

—¡Iker! Por favor...—Iker lo miro con expresión de disculpa, mientras alzaba las manos a modo de auto defensa, para seguir maravillado con el auto.

—De verdad no queremos ser descorteses, Miranda, pero no sé si sea correcto que lo aceptemos.

—Lo que no sería correcto sería que rechazaran mi regalo...¿por favor? —dije de manera tan tierna y tan educada que casi me pareció irreconocible la voz. Elizabeth me abrazo de repente en agradecimiento.

—No sé cómo te lo agradeceremos.

—Que les parece dando una vuelta en el para que lo estrenen.

PREFIERO MORIR ©Where stories live. Discover now